Reseña: «Siete máscaras», del Proyecto Artemisa
Resumen de la Crítica
Valoración
Interesante
Siete escritoras que demuestran una literatura de fantasía y ciencia ficción de calidad en femenino.
En esta ocasión os traemos una antología bastante interesante, tanto por los argumentos y propuestas que nos aporta como por cómo fue su creación. Se llama «Siete máscaras», y ha sido elaborado por Proyecto Artemisa, un grupo de de siete escritoras valencianas bajo la tutela del escritor Juan Miguel Aguilera.
Se trata de un trabajo coral que nació tras otra antología que agrupó a estas escritoras en un taller de fantasía de ciencia ficción impartido en 2014 en el espacio de Bibliocafé. En él participaron siete escritoras valencianas, que quisieron hacer un homenaje a la escritura de género en femenino con el objetivo de derribar todos esos prejuicios contra la mujer escritora, especialmente en género, más todavía en la ciencia ficción.
Así pues, dio origen a una antología compuesta por siete relatos que hablan de siete máscaras, o siete formas de llevarlas al fin y al cabo. Amparados por Kelonia Editorial, da origen a una obra en formato de libro de tamaño pequeño y muy cómodo y una cubierta ilustrada por Carolina Bensler.
Esta portada, que podéis ver junto a este artículo, nos muestra una imagen muy sugerente en la que se puede ver la mezcla de fantasía, ciencia ficción y protagonismo femenino que impera en las páginas de «Siete máscaras».
Lo mejor de las antologías es que podemos ver estilos muy diversos pero que, juntos, si la antología está a la altura, pueden tener una coherencia en su comunicación y en lo que hacen sentir en el lector. Y en este caso, lo consiguen arriesgando con grandes diferencias en las que, al mismo tiempo, se puede advertir el apoyo de sus compañeras.
- «El rostro de la máscara», de María Tordera. Nos presenta a Zita Gaff, un personaje muy muy sugerente y misterioso en una Venecia que lucha por no inundarse ante el cambio climático. Logra que te sumerjas en un ambiente de género policiaco sirviéndose asimismo del ambiente típico de Venecia y acabando siendo, en cambio, introspectivo en cuanto a que lo que impera es lo que logra recordar la protagonista de su pasado y cómo le afecta de cara a la sociedad en la que vive. Quitarse o no la máscara que le da su identidad para encontrar la suya propia será su mayor desafío, y Tordera consigue que te sumerjas en su personalidad hasta hacer su diatriba la tuya propia.
- «El pronóstico de las cabañuelas», de Marisa Alemany. Un relato curioso al más puro estilo space opera, en el que la detective Sarah deberá resolver un asesinato en otro planeta. Es entretenido, pero demasiado simple y con un final predecible, dando la sensación de que es una pequeña historia que sirve como excusa para introducir un universo mucho más grande cuyos detalles se explican demasiado a la carrerilla en determinadas ocasiones. Su principal problema es que no consigue que el lector se involucre en la historia emocionalmente. Aun así, entretiene y podría servir como punto de inicio para otras historias.
- «Radiante», de Eva G. Guerrero. Una crítica bastante curiosa a la superficialidad y la búsqueda de la belleza y la juventud, pero a un precio muy alto: el de los recuerdos. Esto abre la caja de pandora a debates muy interesantes sobre qué estarías dispuesto a olvidar para mantenerte joven. Sin embargo, a veces su lectura se ve interrumpida por términos tan específicos que se añaden notas al pie de página para entenderlos. Es por ello que el ritmo es irregular, sin embargo, la historia es lo suficientemente potente para mantener tu interés.
- «Caleidoscopio», de Ana Lozano Canto. Se trata de un relato cuyo punto fuerte es al mismo su punto débil: su ambición. Se trata de una crítica muy profunda y compleja del big data y la creciente necesidad de conexión de la humanidad, las redes sociales… Tomando el punto de vista de Martyna, directiva de una empresa de esta índole, nos sumerge en primer persona en este ámbito con un toque muy crítico e introspectivo que, sin embargo, acaba siendo superficial debido a que quiere abarcar demasiado para un relato. Al final se queda en una historia con un ligero toque de acción en el que el mensaje se pierde en pos del entretenimiento. Esta es una buena decisión, puesto que si no, hubiera aburrido tanta crítica sin acción, pero le quita el espacio necesario para dar cabida a todo el debate que sugiere.
- «Armonía enmascarada», de Elena Denia. Un relato muy curioso y realmente entretenido gracias a su pretendida sencillez, aunque lleve de fondo una crítica con humor negro hacia las armas bioquímicas. Y con pretendida sencillez me refiero a la prosa, ya que por otro lado se caracteriza por irte presentando el argumento por partes y no es hasta el final cuando todo se une de una manera explosiva.
- «La ciudad análoga», de Cruz Gabaldón. Volvemos al estilo urbano con Clara, quien deberá desenmascarar a Vanesky, quien realiza graffitis efímeros en la ciudad. Se trata de un relato en el que utiliza el concepto de las máscaras hasta su última esencia: las máscaras que lleva la gente por obligación, las consecuencias de no llevarlas, desenmascarar a quien se oculta bajo un arte efímero y, en cambio, desenmascarar también a la corrupción que hay por detrás en una sociedad de esas características. Se trata de poner y quitar máscaras, con un toque urbano, artístico y muy entretenido que engancha y deja con ganas de más.
- «Un paso adelante», de Miriam Iriarte. Quizá uno de los relatos más intensos de la antología, ya que nos presenta un capitalismo hasta la última esencia en la que las personas tienen fecha de caducidad y las consecuencias a todos los niveles que esto acarrea. Nos presenta un ambiente tan opresivo que luego adorna con la guinda de alguna escena muy violenta (y quizá innecesaria ya que tampoco aporta tanto a la trama). Aun así, un argumento muy muy potente que bien podría dar para una novela o incluso una antología de relatos de diferentes personas en esta misma sociedad tan cruel.
En definitiva, «Siete máscaras» es una antología que logra su objetivo a la hora de recordarnos que la literatura española es de calidad, que la de origen femenino no se queda atrás, que las máscaras están en nuestro mundo y muchos otros y que hay muchas formas de interpretarlas, ponerlas y quitarlas. Una antología que merece la pena.