Reseña: «Heraldos del Bien y del Mal», de Víctor Conde. Una conclusión sorprendente

“Heraldos del bien y el mal” es la tercera entrega de la saga “Heraldos” del escritor Víctor Conde. Se trata de una trilogía de fantasía juvenil que está compuesta, además, por “Heraldos de la luz” y “Heraldos de la oscuridad”, reseñadas ambas en Hello Friki.

El autor nos hace llegar la conclusión a una saga que comenzó como una propuesta arriesgada, protagonizada por Tanya, Eric y Mauro. La primera novela se centraba en descubrirnos facetas de la juventud hasta entonces veladas a más de un lector. Detalles de grupos urbanos y las distintas reacciones de jóvenes totalmente diferentes ante un destino superior a ellos.

En la segunda parte, se sacrificó buena parte de esa ambición para desarrollar una historia épica y repleta de acción. Una narración más al uso pero deteniéndose en detalles y dando a conocer ciertos aspectos de la mitología cristiana que despertarán la curiosidad al más reticente. Todo ello con giros sorprendentes y puntos de vista diferentes, ya sea por parte de los personajes como de los mismos planos (humanos, ángeles…).

En “Heraldos del bien y del mal”, todo lo ocurrido anteriormente confluye y explota en mil pedazos, desembocando en un final con más de una sorpresa.

El primer punto interesante es que se retoma al personaje de Rhea, la amiga de Mauro, una chica que ha descendido al abismo y que no ha tenido una luz celestial que le iluminara el camino de retorno. Una joven que debe luchar contra su propia oscuridad para sobrevivir a la que se cierne por todo el mundo.

Es en estos pasajes donde todavía podemos ver la primera intención del autor al escribir esta trilogía, pues el resto de capítulos dedican su atención a las guerras celestiales y las políticas que existen entre los diferentes bandos. Esto, por supuesto, no actúa en detrimento de la novela, pues como ya se indicó en la reseña de la segunda, se trata de una decisión necesaria para contar lo que más necesita saber el lector. Y aquello que más lo va a entretener.

Es muy interesante la visión de Víctor Conde del infierno que nos regala en este libro. Si en “Heraldos de la oscuridad” pudimos ver cómo era el cielo, resultaba justo poder “admirar” cómo es su antítesis. Sin duda, es admirable la habilidad del autor para crear mundos tan detallados y diferentes y que, al mismo tiempo, parezcan reales.

Logra mostrarnos un infierno creíble y un Diablo que hace justicia a su personaje. Además, consigue que tanto los protagonistas como el personaje más terciario tengan su propia alma, su manera de hablar, su actitud, sus decisiones… y sus errores. Todos son muy humanos, irónicamente incluso las mismas criaturas celestiales.

Pero lo más brillante del libro es la conclusión final. La explicación de la enemistad entre Dios y el Diablo. La unión del bien y del mal para intentar sobrevivir a las decisiones de su mismo creador. La profecía y la decisión final de los protagonistas.

He aquí el retorno de la ambición, de lo arriesgado de esta saga. Conde sorprende y maravilla con varios giros que elevan la nota de esta novela. Porque, salvo por el gran final, la novela es simplemente buena. Entretenida, fácil de leer, rica en detalles… pero la conclusión a todos sus hilos argumentales otorga una guinda al pastel.

El único problema que parece que tiene es que se pueden observar algunos problemas de ritmo. Parece que las diferentes tramas tardan en arrancar y hay algunos capítulos que se detienen de más en según qué detalles. Pero, una vez acelera, engancha hasta la última página.

Una trilogía muy recomendable y una demostración más de que el lector de literatura juvenil debería dejar de recelar de los autores españoles. Conde demuestra, otra vez, que éstos tienen muy poco o nada que envidiar a los extranjeros. Pero esa es una batalla que solamente se ganará con más novelas como ésta.