Reportaje: “Breaking Bad”. Una Serie de Cine
Con esta aparentemente sencilla y atractiva trama, se ha conseguido dar forma a una de las más sobresalientes series jamás creadas para la televisión, capaz de codearse con los venerados Soprano o con The Wire. Breaking Bad es una serie norteamericana creada por Vince Gilligan en el año 2008, que cuenta con cuatro temporadas más una última a estrenar en 2012. La historia, ubicada en la actualidad, tiene un marcado carácter dramático y momentos puntuales de comedia negra.
Labrando una obra Superior
Breaking Bad, al igual que la gran mayoría de series, tiene una esencia propia, unos elementos diferenciadores que la dan forma y que permiten diferenciarla. Estos van desde el respeto al carácter de los personajes, la negación a estirar las tramas, las extensas escenas de diálogos, o el lento, pero a su vez ágil, desarrollo de la historia. El principal éxito de esta serie ha consistido en saber mantener estos valores iniciales, a lo largo de todas las temporadas. Véase por ejemplo, las caras de sufrimiento y desesperanza de Walter o el ácido humor de Hank, como características que se han mantenido fieles en los personajes, sin que ello impidiera en ningún momento su desarrollo. Igualmente el humor, como buen acompañante de la pesada trama, se ha seguido suministrando de forma sabia a lo largo de los capítulos.
De esto hay que estar agradecido al grupo de guionistas que se encargan de dar forma a cada capítulo. A parte de tener una clara senda marcada (saben a dónde quieren llevar esta serie), es realmente asombroso como después de casi cincuenta capítulos, han conseguido mantener fresca la trama central de la producción de cristal e ir subiendo el listón capítulo a capítulo. No hay uno de más. Todos son indispensables para seguir la historia y aquellos que quizás flojean un poco (principio tercera temporada) no dejan de tener un nivel notable. Y siempre centrados en el realismo.
Una Constante Evolución
Breaking Bad es una serie cuyo desarrollo es aparentemente pausado, pero a su vez, es capaz de abarcar gran cantidad de cosas en cada capítulo. El transcurso de las escenas tiende a ser lento y de larga duración. Durante las dos primeras temporadas (luego en menor medida) no se dejan de encontrar algunas de estas, que pueden llegar a durar más de diez minutos. Personajes hablando de sus problemas, sus temores o sus males. Son escenas que definen personalidades, que van conformando la trama y construyen psicológicamente a los personajes. Sin prisa y sin pausa, se va construyendo una historia sólida y unos personajes perfectamente elaborados. Una vez conseguido esto, se da paso a la acción.
Pues si bien se profundiza mucho en la historia y los problemas entre los personajes, en Breaking Bad está también muy presente el tema acción. Que la serie tenga un pausado desarrollo, no quiere decir que la tensión vaya aumentando conforme más vamos acercándonos a los finales de temporada. Sin bien los finales de las dos primeras temporadas son correctos pero no lo suficientemente impactantes, los últimos capítulos de la tercera y sobre todo la cuarta temporada, son de los que te dejan clavado en el sillón. La acción y la velocidad de acontecimientos a estas alturas son vertiginosas sin que con ello, como bien he expuesto en los primeros párrafos, se pierda la esencia de Breaking Bad.
Se puede entrever, entre las dos primeras temporadas y las siguientes, un cambio significativo a la hora de crear la serie. Hasta este punto, Breaking Bad no deja de tener un cierto aspecto a GTA (Grand Theft Auto) con todo el asunto de las drogas, las mafias o la violencia. Pero a partir de la tercera temporada, con la aparición en escena de Gus Fring, se dejará de lado este mundo callejero para entrar en un mundo de falsedad, engaño y manipulación a gran escala, donde los inocentes son peones y los protagonistas tienen que sacar lo peor de ellos para sobrevivir en un ambiente hostil.
Tenemos a Walter White y Jesse Pinkman, que conformarán la pareja protagonista principal de la serie. Un profesor de instituto y un yonqui ex-alumno suyo serán los encargados de cocinar el cristal y hacerlo rodar por los barrios bajos de la ciudad. A su vez, Walter deberá mantener en secreto su nuevo trabajo ante su familia. Aquí encontramos a Walter Jr. (hijo) y a Skyler, su mujer, que realiza un papel muy interesante en la serie y es quizás, el personaje con mayor arco evolutivo.
Hank, cuñado de Walter, es un agente de la DEA (investigación de tráfico de drogas). Su importancia en la serie es bastante significativa, pero también un poco insatisfactoria. Hank siempre anda cerca de llegar al fondo del asunto del cristal (muy buenos capítulos al respecto) pero siempre ocurre algo para que falle al final. Es lógico pues, sino se acabaría la serie. Los sucesos que le impiden lograr el objetivo suelen ser de gran trascendencia y logran atenuar, si cabe, las bruscas finalizaciones de las tramas del policía.
Fuera de la familia encontramos a otros personajes importantes como Saul Goodman (un carismático abogado), Mike o Gus Fring, un entrañable hombre que dirige una empresa de comida rápida de pollos. Sin duda, el mejor personaje creado para Breaking Bad. Un papel realmente delicioso y de vital importancia para el transcurso de la serie.
Tenemos ante nosotros, sin temor a ser repetitivo, una de las mejores series creadas en la última década. Una vez más queda constatado, que las series televisivas están ganando importancia frente a las producciones cinematográficas. La capacidad de crear amplios guiones, personajes más completos o largas tramas, son “culpables” de este cambio de tornas. ¿Para qué dos horas en una película cuando se pueden tener cincuenta? Los Soprano, The Wire, Mad Men, Breaking Bad o Game of Thrones son claros ejemplos de lo que se puede hacer más allá de la pantalla grande. Obras maestras.