La vida de Alex Ross… De la fantasía a la realidad
Muchos niños sueñan con ser astronautas, policías, futbolistas, luchadores, pero que pasaría si el sueño de un pequeño sólo es, el poder ver a sus personajes favoritos pasar de una historieta a la vida real; y más excitante aún, que pasaría si ese sueño, lo convirtiera en realidad. Hay momentos en la vida en los que cada uno de nosotros debe decidir en qué mito creer. Desde que supo cómo coger un lápiz, lo único en lo que pensaba Nelson Alexander Ross era dibujar superhéroes. Tal vez, es lo que quieren muchos niños, pero la mayoría lo olvidan al crecer. Ese no es el caso de Alex Ross.
Ésta es su historia y es muy sencilla: érase una vez un chico solitario que vivía en Lubbock, Texas, y buscó a sus amigos en los comics y estos hicieron lo que mejor saben hacer: lo salvaron. Entonces después de mucho tiempo de arduo trabajo e intenso estudio, Alex les devolvió el favor.
Nació en Portland, Oregón, en una familia de clase media muy adoctrinada en el cristianismo, su padre Clark Ross, un ministro de la iglesia, y su madre Lynette, una ama de casa que había sido ilustradora de publicidad durante su juventud. Alex era el pequeño de cuatro hermanos y desde muy joven le gustó dibujar, le encantaban los comics y se sentía muy inspirado por ellos.
Cuando tenía tan solo 8 años de edad, se tuvo que mudar a Lubbock, Texas, ya que su padre debía dirigir una parroquia de la Iglesia Unida de Cristo. Esto afectó de manera importante su vida, ya que, con sus hermanos ya mayores e independizados, el cambio de hogar le trajo como resultado una gran falta de amigos.
“Pasaba muchas mañanas de domingo solo, mientras veía a mi padre predicar a media docena de personas. No fue fácil, pero seguía cumpliendo mis obligaciones y no caí en ningún tipo de vicio: no bebía, ni me drogaba, ni si quiera me rebelaba”. Alex, encontró escapatoria en el mundo del arte, dibujar requería de soledad y eso era algo que tenía de sobra, según las palabras que el mismo Alexander Ross ha dicho en incontables entrevistas.
Se perdía en el mundo de los comics por horas, en ocasiones, le gustaba mezclar ese mundo de fantasía con la vida real, por ejemplo, él quería que todo el mundo apreciase a su padre, así que un día se le ocurrió convertirlo en un personaje de comic. En 1996, nueve años después de graduarse de la Universidad, haría eso literalmente.
En uno de los castings del mundo del comic, Alex usó a su padre como modelo de Norman McCay, el protagonista de Kingdom Come, una reescritura épica del universo de DC Comics. El mayor éxito de Ross, ha sido el lograr difuminar la línea entre la fantasía y la realidad. Pero antes del éxito, vendría un montón de práctica, escuelas, pruebas y errores.
Dibujar, en la casa de los Ross, ya era una tradición familiar. Lynette, su madre, trabajó como ilustradora de moda en Chicago, cuando tenía alrededor de veinte años; fue alumna de la American Academy of Art de Chicago; su hijo le seguiría los pasos más de 30 años después.
Se puede decir que a Ross no le influyó el trabajo de su madre mientras crecía, ya que nunca la vio creándolo, cuando él nació, ella hacía tiempo que lo había dejado para dedicarse a su familia. Tal vez, se trataba de algo genético.
La agencia de publicidad Leo Burnett, de Chicago, contrató a Alex a sus 19 años, ahí realizaba animaciones y story boards para anuncios. Sin embargo él nunca vio este trabajo como otra cosa que no fuese un paso más hacia su carrera en los comics.
Fue en este lugar donde conoció a Frank Kasy, un ilustrador de publicidad veterano y que sería alguien muy importante en la carrera de Ross en un futuro; Kasy se convertiría en el modelo real para la versión de Alex de Superman. La entrada de Alex a la industria del comic llegaría ese mismo año, con Terminator: The Burning Earth, basada en la taquillera película de Arnold Schwarzenegger. Con esto también consiguió llamar la atención de Marvel Comics.
Pero no sería hasta cuatro años después, cuando Alex recibió su primer encargó importante para DC Comics; era una ilustración de Superman para la portada de una novela titulada, Superman: Doomsday & Beyond. El director Charles Kochman, quien trabajaba en un proyecto relacionado con “La muerte de Superman”, estaba buscando ilustradores y le llamó la atención, el trabajo de Ross.
Cuando el libro se publicó con la portada de Ross, se vio catapultado a la fama, un año después lo llamarían para hacer “Marvels” (Una miniserie pintada que narraba los primeros años de los personajes de Marvel Comics).
Alexander Ross pronto se volvió el portadista más cotizado del medio, y sus trabajos fueron requeridos por prácticamente todas las compañías editoriales. Ya tenía su lugar en el mundo… ¿Qué era lo que seguía en su carrera?
La respuesta se encontraba en el Universo de DC. Kingdom Come, uno de sus trabajos más recordados actualmente, una historia épica que seguía los mitos de Superman, Batman, Wonder Woman, Shazam y muchos otros.
Los fanáticos continúan hasta la fecha fascinados por su trabajo tan realista, al grado de que sus dibujos parecen fotografías. Una aproximación de cómo se verían los personajes de los cómics en la vida real. Fue este uno de los motivos de su éxito. Hoy por hoy, Alex Ross mueve sus pinceles por allí y por allá, con trabajos tan variados como un comic, hasta la portada de videojuegos de gran renombre como lo son: Assassin Creed o Mortal Kombat.
Nunca imaginó que su trabajo llegaría a tales dimensiones, al grado que dos de sus dibujos más famosos se imprimieron en camisetas: uno, «Bush Sucking Democracy Dry», donde mostraba al ex-presidente George W. Bush, como un vampiro chupando la sangre de la estatua de la libertad, y el otro, «Time for a Change», con el actual presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, como un superhéroe. Este último se convirtió en una camiseta, con la que el mismo Obama fue visto posando en un evento social.
Lo que empezó como un juego de niños, se convirtió en su vida. Según palabras del mismo Ross, lo que buscaba era darle a la gente la capacidad de imaginar más allá de los que ven sus ojos en las hojas de una historieta. Actualmente, Alex Ross tiene 44 años y sigue soñando como cuando era un niño:
“Aún sigo imaginando que si miramos hacia el cielo, tal vez podamos ver a Superman volando entre las nubes, o si miramos al horizonte en el mar, puede aparecernos la figura imponente de Aquaman sobre una ballena… o que de la nada, volteemos a ver una gárgola en las alturas de una iglesia y podamos ver a Batman vigilando desde la oscuridad”, al menos, este es el mito en el que Alex Ross decidió creer el resto de su vida.