La distopía del mes (I): El último hombre sobre la tierra
Sidney Salkow y Ubaldo Ragona nos presentan la primera película basada en la novela de Richard Matheson Soy Leyenda. Más tarde le seguirían El último hombre sobre la tierra vivo (The Omega Man, 1971) y la más reciente Soy leyenda (I Am Legend, 2007), con diferentes resultados.
La película iba a ser rodada por la Hammer, pero no les convenció y finalmente fue rodada en Italia por dos desconocidos directores que desarrollaron la mayor parte de su trabajo en televisión. Realizan, sin embargo, un buen trabajo, desarrollando eficazmente la trama de esta compleja obra de ciencia ficción.
La trama
Un virus desconocido asola la tierra, convirtiendo a los humanos en muertos vivientes y vampiros. EL único superviviente, el Doctor Robert Morgan, se atrinchera en su casa y la defiende de los ataques de los vampiros, noche tras noche. Todos los días sigue la misma rutina de forma precisa, ya que es consciente de que es lo único que le hace seguir con vida en un mundo de muerte.
La distopía
Estamos ante una distopía post-apocalíptica en toda regla. El fin del mundo tal y como lo conocemos. En este caso, es un virus el que asola la tierra y extingue a la humanidad, convirtiendo a los «supervivientes» en vampiros, y a los muertos en vampiros zombis. No se explica en la película el origen del virus, pero se alude a Europa como foco de la infección. Hay muchas películas que indagan en el tema de las plagas como posible causa de extinción sel ser humano, como 28 días después (28 Days Later, 2002), El incidente (The Happening, 2008) o Epidemia (Outbreak, 1995). También se podrían incluir aquí películas del subgénero de vampiros o zombis como La noche de los muertos vivientes (The Night of the Living Dead, 1968). Existen, cómo no, varios virus en el cine que no nos matan, sino que simplemente nos despojan de alguna capacidad como la vista en A ciegas (Blindness, 2008) o la fertilidad en Hijos de los hombres (Children of Men, 2006). En un mundo donde existen miles de virus (registrados) diferentes, es posible que algún día nos enfrentemos a alguno particularmente peligroso, o incluso alguno que diezme la población. En el siglo XVI la peste negra acabó con un tercio de la población europea. En la actualidad, el virus del Ébola continúa sin vacuna ni tratamiento, y es mortal para 9 de cada 10 personas que lo padecen. Quizá no sea tan descabellado imaginar que el fin del ser humano pueda producirse debido a un virus, al fin y al cabo.
La crítica
Al inicio de la película, se presenta una ciudad inerte, con grandes panorámicas que, junto con la inquietante banda sonora, consigue una atmósfera apocalíptica muy bien lograda. La música está presente generando tensión, pero también se dejan espacios para el necesario silencio, que confiere mayor realismo a la historia y acentúa la soledad del Dr. Morgan. Pronto conocemos al desdichado protagonista, y su pensamiento se expresa a través de una voz en off. La utilización de este recurso no se perpetúa a lo largo del metraje, ya que hay un flashback central en el que se explica al espectador cómo se llegó a la situación que vive el protagonista, y se desvelan algunas incógnitas presentadas durante la primera parte del filme.
A pesar de las dudas iniciales de Richard Matheson sobre la elección de Vincent Price como personaje principal, éste demostró ser perfectamente capaz de meterse en la piel del Dr. Morgan e incluso mejorar el de la novela, dotándole de mayor humanidad. Eclipsa por completo al resto de actores, y facilita la empatía al espectador con su cálida interpretación. Con respecto a los vampiros zombis que acechan al Dr. Morgan, se mueven de forma muy parecida a los zombis de George A. Romero. Esto no tendría nada de llamativo si no fuera por el hecho de que La noche de los muertos vivientes (The Night of the Living Dead, 1968) se rodó cuatro años después de la que nos ocupa.
Esta versión está considerada la más fiel a la novela original, pero (aparte de ser menos descarnada y cruel), posee obvias diferencias. La más llamativa es el hecho de que se cambie el apellido por Morgan cuando originalmente es Neville. De hecho, en las dos siguientes versiones utiliza el nombre «oficial». Quizá tenga algo que ver la circunstancia de que Matheson estuviera involucrado en el guión de esta película. El autor de Soy Leyenda quedó tan insatisfecho con el resultado final que figura con el pseudónimo de Logan Swanson en los créditos.
Esta película es sencilla, sin demasiados artificios, pero encierra una compleja historia. Es por ello que se recomienda descubrirla al que no lo haya hecho ya. Además, nunca es mal momento para disfrutar con el gran Vincent Price y compararlo con los actores que interpretaron a este personaje más tarde: Charlton Heston y Will Smith.