Crítica: «Wonder Woman. Primera Temporada», la Cacería Salvaje

Estamos muy cerca del 80 aniversario del nacimiento de la Princesa Diana, nuestra Wonder Woman, y vamos a realizar unas cuantas reviews de sus últimos cómics editados en nuestro país. En realidad, no hace falta referirse a una efeméride en concreto para disfrutar de buenas historias con este personaje, uno de los más importantes no solo del Universo DC, sino del panorama comiquero y superheróico en general. Para esta ocasión nos remitimos al tomo que ECC Ediciones ha publicado con la más reciente etapa de su serie regular, aglutinándola en un solo volumen que ha sido bautizado como Primera temporada.

Esta etapa abarca los últimos meses de la serie original y cuenta con un guionista único, el veterano y admirado Steve Orlando, además de un nutrido grupo de artistas gráficos. No puede ser de otra manera pues el presente volumen pasa de largo las trescientas páginas y contiene prácticamente un año de publicación, encontrando el conmemorativo número 750 y un par de Anuales.

Bajo el sugerente título de La Cacería Salvaje vamos a asistir a un cruento enfrentamiento de la amazona contra una antigua amiga, discípula incluso. Helen Paul fue rescatada por Wonder Woman de un incendio, siendo niña. Habiendo perdido a sus padres, tuvo una infancia complicada aunque su heroína salvadora jamás la dejó sola. Al crecer se convirtió en agente destacado de Argus, esa organización extraoficial de superagentes que velan por la paz mundial. Con la caída de Argus a manos de Leviatán, Helen descubrió un terrible secreto que Wonder Woman le había ocultado… y que hará nacer las ansias de venganza en ella.

Renacida como una legendaria guerrera valkiria, Helen reclutará a un grupo de mujeres poderosas que tienen su mismo objetivo de venganza y comenzará la Cacería Salvaje de la amazona. Y, entre medias, asistiremos a la extraña y peculiar manera que tiene Cheetah de agradecer la ayuda de Diana. Varios argumentos y aventuras cruzadas que van a desembocar en un final que lo cambiará todo o, al menos, abrirá un nuevo horizonte para el futuro inmediato de Diana y el resto de amazonas. Porque nos espera una sorpresa final… lo que no sabemos es como continuará con el cambio de equipo creativo y con el inminente reinicio de este Universo, esa anunciada saga Nueva Frontera.

El voluminoso tomo se convierte en una lectura rápida y divertida, donde las acciones y situaciones no se detienen ni un momento y están en constante cambio… añadiendo nuevas amenazas e incorporaciones a esa cacería salvaje, incluyendo cameos tan singulares como el de Silenciadora o Donna Troy, por mencionar solo dos. Y siempre apostando por un ritmo imparable de diversión aventurera tamizada, como suele pasar en los cómics de nuestra protagonista, con esa pizca de sensatez: No siempre se resuelven los conflictos a tortazos, y Diana se encarga de recordárnoslo en casi cada episodio… sin que ello quite espacio a la confrontación y los buenos combates.

Steve Orlando es veterano en este mundillo y se nota. Mantiene ese buen ritmo y no se sale del argumento central, el hilo narrativo que mueve toda la historia, añadiendo inteligentes y gratificantes elementos como esos «cameos» que antes mencionábamos o incluso enemigos poco habituales en la serie. Por eso una historia como esta, tan larga, no aparece dilatada ni se hace pesada… e incluso tiene ese momento final de inspiración para aportar su granito, su idea, a una serie y a un personaje con tanta trayectoria a sus espaldas.

Por supuesto, hay que detenerse en el apartado visual.

Enumerar a todos y todas las artistas que colaboran sería tedioso e incluso innecesario. Jesús Merino, nuestro compatriota, es uno de los más presentes en este tomo y nos deleita con sus figuras estilizadas y su obsesión por el detalle en fondos, además de por su maravillosa manera de narrar las escenas de acción. Las protagonistas lucen poderosas y espléndidas en todo momento y no se limita a una sucesión de poses. V Ken Marion con su estilo más eléctrico o Max Raynos, con sus trazos rectos y gruesos, pero contundentes y precisos, son algunos de los compañeros que Steve Orlando ha tenido en esta obra. Al contrario de lo que sucede en muchas ocasiones en las que el baile de artistas es continuo, en Wonder Woman Primera Temporada asimilamos ese cambio como algo normal y, pese a los distintos estilos, ninguno de los artistas desmerece o destaca negativamente.

El tomo incluye, como es costumbre, todas las portadas originales que, en este caso, son muchísimas. Además, coincidiendo con ese número 750 encontramos alguna creada para la ocasión por artistas de la talla de Jim Lee, por ejemplo. El único punto negativo es el tiempo que tenemos que esperar para poder leer las aventuras regulares de Wonder Woman. Este personaje no cuenta con la «suerte» de tener grapa propia y, como menor de los males, tenemos que conformarnos con esta recopilación que llega (llegará) cada año, aproximadamente. Es una formula editorial que no convencerá a todos pero que tiene sus motivos.

Lo importante es que podemos seguir disfrutando de las aventuras actuales de uno de nuestros personajes favoritos, revitalizado por el cine y que se merece siempre tener un hueco en las librerías y en nuestras estanterías. Con Cacería Salvaje constata que aun le queda mucho por contar.