Crítica: “ Antes de Watchmen: Minutemen”. Joya reivindicable.
Resumen de la Crítica
General
Guión
Dibujo
Personajes
Historia
Edición
“Me importan los niños porque a cualquiera deberían importarle”
El tomo recopila varias de las series más interesantes del proyecto Before Watchen con Minutemen en el saco de lo mejorcito de todo 2012.
Conmemoración, homenaje, precuela, etc, etc, etc. Irrelevante. Darwin Cooke lleva a su terreno las bases mooreianas de la obra original presentando el universo Watchmen en contextos noir, conspiranoicos y aventureros. Zona de confort absoluta para el autor, los temas los aprovecha con independencia del encargo profesional, por muy watchmen que sea. Pone las reglas en su patio de recreo respetando absolutamente la esencia y las intrahistorias presentadas por Alan Moore. Las ideas lanzadas en el apéndice “Bajo la Mascara” (Watchmen # 3) funcionan como hilo conductor en una historia maestra en todos los aspectos: narración, dibujo y guión. Juega con libertad bajo la protección de su hermano mayor. La suciedad de los bajos fondos, las virtudes y miserias humanas, el cinismo en su cara más cruda, el respeto a la historia en su vertiente académica (no como elemento intrínseco de una narración), la hipocresía social, militar y gubernamental, la urbanidad como entidad propia, la maldad en estado puro, la comedia, la acción, la épica y el heroísmo han sido ingredientes básicos de la obra del autor, aquí los expone a partir del corazón contextual del tono oscuro y pesimista de la obra original.
Dos puntos relevantes. El primero, la magistral creatividad y desarrollo de los personajes. El dramatis personae perfilado por Alan Moore y las imágenes hipnóticas de la película de Zack Snyder en sus gloriosos títulos de crédito de 2009, les sirven a Cooke para expandir la mitología antigua de este universo gracias a las interioridades de los miembros del grupo, en perfecta sincronía con las creaciones individuales de la obra madre. Con independencia que cada uno tiene su peso dramático e importancia más o menos repartida, siendo más preeminente la figura del primer Búho Nocturno como protagonista de la serie, el mayor logro lo obtiene al conseguir transmitir vida propia a cada uno de ellos consiguiendo que sean sus traumas y esperanzas lo más interesante, más allá de la dinámica de acción, aventura y drama asegurados. Forman la radiografía humana de la sociedad de los años cuarenta colocándole en el ámbito heroico de ficción de la golden age pero con el realismo inequívoco de las ficciones actuales. Los grises del mundo y de lo humano son preexistentes en todo momento histórico, y en los cuarenta más si cabe por todo el dolor sufrido en esta década tan violenta. “Minutemen” es un catálogo de primera para pulsar directamente estas cuestiones.
El segundo, las distintas tramas y subtramas. La principal, que vendría a ser la historia de Hollis Mason a lo largo de un período concreto, conecta con sus implacables derivados en estudios de lo criminal, lo superheroico, las conspiraciones militares, el capitalismo, la superficialidad y las aspiraciones publicitarias. Mezcladas en secuencias de intriga, acción, drama y aventura, la obra forma un pilar procesal de denuncia contemporánea presente a lo largo de toda la historia del hombre: el dinero, el poder, la violencia y el sexo. Temas como los abusos a menores, la homofobia, el racismo, la corrupción y la hipocresía política unánimemente aceptada, se reparten bajo la excelsa virtud artística del autor, su maestra iluminación y su enorme capacidad narrativa sin que desaparezca en ningún momento la seriedad que estos asuntos merecen y sin perder la sensación de maravilla que el género superheroico requiere para su pleno disfrute.
“Minutemen” es una obra colosal que no tuvo la incidencia que merecía por escarbar en los interiores de una obra intocable e incontestable y por la irregularidad de sus compañeros editoriales de viaje.
La suerte que tenemos los lectores de esta edición va más allá de las genialidades historietísticas de Darwyn Cooke. Porque publica también Moloch (JM Straczynski), uno de mis arcos preferidos de todo el proyecto por su intencionada simpleza. Ya en su día me llamó la atención y la coloqué por encima de los grandes nombres. Esto es así porque entre que el personaje original siempre me gustó al construir Moore toda una historia alrededor del mismo en escasas líneas de diálogos, y entre que me pareció de las menos pretenciosas, me encontré con un producto satisfactorio que no dio oportunidad a la decepción que sí pasó con la mayoría. Desde luego, entiendo que no está a la altura de Minutemen, pero como píldora de entretenimiento para dar forma al origen, alzamiento y caída de Moloch funciona estupendamente, completando a su vez de forma explícita los planes de Ozymandias de la obra original. Eduardo Risso no defrauda al dibujo (algo habitual) y los recursos de iluminación que utiliza junto con la fuerza de las personalidades de sus personajes permanecen en buena forma, aún observando que se trata de un encargo alimenticio. Pero es que un poco de Risso es mucho.
Termino con Dollar Bill, one shot escrito por Len Wein y dibujado por Steve Rude que rinde homenaje a las historias del Hollywood clásico de superación personal y amor por el sueño americano con la peculiaridad de que este planteamiento queda aniquilado por el lastre que supone su infortunio patético creado por Moore. Es como si a una película de Frank Capra le pones un final de Billy Wilder.
Before Watchmen: Minutemen 1-6, Before Watchmen: Dollar Bill 1, Before Watchmen Moloch 1-2, DC Comics. Antes de Watchmen: Minutemen, ECC Ediciones. Color. Cartoné. 264 pags. Fecha de edición: Enero 2018. Pvp: 27 €.