Crítica: “Universo Sandman: Lucifer (integral)”. La redención del diablo.

Al margen de la gran creación desarrollada por Mike Carey en la serie de los dos mil, dotando al protagonista de una serie de matices nunca vistos incluso cuando las referencias al mismo provienen de su propio mito como ángel caído, los grandes momentos en lo puramente narrativo y gráfico pero también en su propósito de entretenimiento es el contacto con la humanidad. Retratos humanos cotidianos con sus miserias y virtudes, cuyas vidas saltan por los aires por el contacto social con el Lucero del Alba.

En la nueva serie se repiten estos mecanismos, y como pasó con la anterior serie (un tapado de Vertigo que creo que no se ha reivindicado lo suficiente por su notable calidad) resultan nuevos secundarios absolutamente deliciosos que puedan ser explotados posteriormente.

Dan Watters desarrolla una miniserie dentro de la serie muy ambiciosa que sirve en dos direcciones. Por un lado, supone un reseteo de Lucifer al colocarle en una posición extraña y confusa pero que supone un arranque refrescante para abrir lo nuevo y abandonar lo viejo, si bien salvando lo mejor, el magnífico secundario que es Mazikeen. Por otro, al realizar un análisis sobre las luchas de poder y los daños colaterales que implica. Claro que si se trata del cielo y el infierno, cuando encima en este momento el director general de ambos es el mismo, como si fueran dos filiales de una gran empresa, el interés radica en quien está enfrentado a la mayor élite empresarial universal jamás concebida. Como además las intenciones del no-héroe no son precisamente las de un guerrero de brillante armadura, los grises y los cinismos más ilustrativos se expanden por el ingente número de páginas de este tomo. Porque Lucifer no te va a dar la mano para que te levantes, seguramente te de otro empujón y te contará tres verdades que duelan. Pero trascendió, el prurito de responsabilidad y el arreglar sus estropicios otrora era el diablo en su definición más pura, es lo que le hace más humano que nunca. Aunque a su pesar, es justo.

El primer arco argumental, “The Infernal Comedy” ocupa prácticamente la mitad del volumen. Aunque se subdivida en dos historias, la considero una única por la conexión permanente de su familia y en su búsqueda en encontrar un lugar en el esquema de las cosas, tan poderosas como lo pueda ser que existan cielo e infierno y no encaje en ninguno de los dos, como tampoco en el mundo de los vivos. El dilema de su hijo Calibán y su madre Sycorax, quien fuera pareja del protagonista.

Como también entran en juego secundarios humanos, con sus vidas y sus problemas, y viejos cadáveres en el armario que la van a liar parda (como El Féliz Jack), la historia pega unos buenos bandazos de desigual calidad. Tiene grandes momentos, como todo lo que supone el aquelarre brujeril encabezado por Thessally, una vieja compañera del mundo Vertigo extraída de la serie Sandman, en pro de salvar a Sycorax o lo que le sucedee al pobre detective Decker, que extrae lo bueno de las historias de gente corriente en situaciones imposibles o extraordinarias, con la empatía y congoja resultantes.

El problema es que hasta que arranca y las cartas se dan la vuelta, aprecio cierta confusión a la hora de organizar las ideas que se van planteando para seguir el hilo de una forma más o menos clara. Es muy críptico todo y creo que cuando se desenlaza el nudo y todo fluye como un gran torrente de claridad e imaginación, se han dado muchas vueltas innecesarias. Creo que eso le resta peso a la hora de valorar esta gran primera saga en su conjunto. Lo que a mi parecer no lo hace redonda.

No obstante, quedan dos arcos argumentales, más cortos en duración pero que elevan el nivel y que sí merecen mucho más la pena.

Además son muy Vertigo. La primera es “The Wild Hunt”. Una situación cotidiana de una mujer ordinaria que se ve envuelta en un drama muy potente mezclando en el cóctel fantasía y terror de la buena. Con un panteón primigenio bien diseñado en forma y fondo, muy salvaje y desolador, que representarían los instintos más primarios de los seres vivos que tributan la caza como el primer hálito de supervivencia de los mismos. En definitiva, comer para vivir. Pues de esto tan simple, surge una saga muy notable. Además, si cuenta con un prólogo donde John Constantine anima la velada con sus inseguridades, imperfecciones pero sabiduría y experiencia de la vida y la otra, las interacciones con el protagonista y otros rescatados del inframundo son deliciosas.

Pero lo mejor es la aparición en esta saga de un personaje que me imagino rescatarán próximamente. Me refiero a Beverly Walsh, avatar del dios perseguido que llevará al límite “el buen corazon” de Lucifer, al margen que profundizaremos en un drama muy directo para él por el fantasma en el armario que representa esta figura y que vuelve a su vida para poner al límite su ánimo más redentor.

Terminamos con “The Devil at Heart”. Aquí nos encontramos con otro esquema muy Vertigo. La de presentar episodios cuyo foco se aguanta autónomamente del trasfondo de la historia grande en su conjunto. Es decir, que cada episodio es una cápsula historietista que funciona por sí misma, que sirve para presentar más aristas del protagonista y que arrojan unas historias cortas en duración pero enormes en calidad e impacto.

Además, el plan maestro seguido de estas entradillas tan impactantes es muy loco por lo arriesgado pero cuando algo así se atisba que acelera sin frenos y va acabar en accidente total, Watters lo cierra con bastante tino. En cuanto a ambición y en forzamiento de los límites que este personaje puede dar, es lo máximo.

El escritor no se lo ha puesto fácil a los posteriores escritores del personaje. Porque las decisiones aquí ejecutadas cruzan tres rubicones.

The Sandman Universe núm. 1, Lucifer 1-24, Black Label/DC Comics. Universo Sandman: Lucifer (integral), ECC Ediciones. Cartoné, 640 páginas. Color. Pvp. 55 €.