Crítica: «UFO Robot Grendizer – The Feast of the Wolves», glorioso regreso a los ’70
Historia
Jugabilidad
Gráficos
Duración
Recomendable
Divertido y vintage, ideal para los fans de este clásico manga/anime
Hay que peinar canas, o no tener nada que peinar, para acordarse de Goldorak o de Grendizer, que era como le llamábamos (en España y Latinoamérica respectivamente) a esa maravillosa creación de Go Nagai. Formaba parte de una especie de universo compartido (concepto que ahora está tan de moda) con Mazinger Z y ambos fueron los precursores de lo que ahora son los Mechas. Historia pura, vamos.
Pero no hace falta irse a los ’70 para saber quien es Grendizer, ya que el fandom de la cultura japonesa en forma de manga o anime, el otaku, vamos, lo conoce perfectamente por ser una obra de culto. Un clásico.
Y como obra de culto tenemos que recibir este juego que ha desarrollado Endroad y que nos ha traído Meridiem Games, incluso con edición física, para PS5 y Xbox Series X. El resto de versiones (Switch, Xbox One, PS4 y PC) llegarán en 2024. Nosotros hemos podido exprimir el título en PS5, jugarlo al 100%, desbloqueando todos sus secretos… y tan bien lo hemos pasado que lamentamos no poder seguir jugándolo.
Del planeta Fleed a la Tierra
Es maravilloso revivir la historia del príncipe Duke Fleed desde el principio, porque el juego nos sitúa en su planeta natal, que está siendo atacado por los feroces ejércitos del Rey Vega. Nos tocará defender el planeta… y perderemos.
A los mandos de nuestro gigante robot de combate, Grendizer, a malas penas podremos escapar y, malheridos, caeremos en la Tierra. Aquí nos encuentra el Dr. Dumont, y nos cría como a su propio hijo. Pero la paz durará poco, ya que el Rey Vega ha llegado hasta la Tierra, de la que quiere extraer sus recursos y, de paso, dar caza al príncipe pues sabe que se esconde aquí.
Nos tocará entonces volver a ponernos a los mandos de Grendizer y luchar, esta vez, por defender este nuestro planeta adoptivo. Pero ahora contamos con la tecnología que nos prestan nuestros amigos, con un Grendizer mejorado y con el apoyo que nos da Koyi Kabuto a los mandos de su platillo volante.
La sencillez como éxito
Este es el argumento, simple y básico, que necesita el juego para ponernos a funcionar. A través de distintas misiones, que iran desbloqueando zonas del mapa, todas ellas de considerable tamaño, combatiremos con las cada vez más poderosas fuerzas atacantes. Y lo haremos con una sencilla combinación de botones para golpear, esquivar y usar los ataques especiales. Más avanzado el juego, conforme desbloqueamos nuevos movimientos y potenciamos nuestro mecha, esos golpes podrán cargarse, modificarse e intensificarse. Pero siempre siguiendo una curva suave de aprendizaje.
Los enemigos a los que nos enfrentamos son muy repetitivos y poco agresivos, pero los salva el divertido sistema de combate y las animaciones, con explosiones, luces y rayos por doquier. Además, muchos de ellos tienen una especie de campo de fuerza que solo podemos romper si hacemos una secuencia de golpes que viene indicada sobre el enemigo.
La música es muy de otra época y a veces estridente, es cierto. Y siempre con esa intensidad creciente cuando iniciamos un combate. Pero el oído termina acostumbrándose e incluso termina asociándolo al momento de las luchas. Sirve, por tanto, también como un aviso ante el inminente ataque. En el tema sonoro sucede lo mismo que con el resto. Es decir, no hay una variedad ni una pulcritud de triple A en los efectos (por ejemplo, suena igual si pisamos por un bosque o por una ciudad), pero encaja en la propuesta final y acompaña bien en lo que de verdad importa: los lanzamientos potentes del rayo especial o los golpes contundentes.
Por supuesto, al final de cada mapa nos tocará vernos las caras con las bestias metálicas más poderosas. Tampoco suponen un reto exagerado una vez que dominas el juego, y sus patrones son fáciles de memorizar y dominar. Pero, sinceramente, tampoco necesitamos que cada juego que caiga en nuestras manos sea un soulslike. De vez en cuando, que nos pongan las cosas algo más fáciles, se agradece.
Ahí radica también la diversión del juego, en sentirse poderoso pilotando un robot gigante de tropecientas toneladas que salta, dispara, lanza los puños, golpea y zarandea. Viva la pirotécnia.
Un mismo juego, distintas formas de jugar
Si eso fuera lo único que hacemos en el juego, ya lo disfrutaríamos… pero hay mucho más. Para empezar, las variadas misiones. La sensación de ser gigantes está muy lograda y, cuando un camión de bomberos nos pide que le escoltemos o un barco nos pide que lo remolquemos (ejemplos de misiones), comprobamos el tamaño descomunal de nuestro Grendizer. Lo mismo pasa cuando correteamos por una ciudad, por una central eléctrica, entre las montañas o por unos baños termales.
Para darle variedad a la jugabilidad incluye fases donde controlamos el platillo volante, tomando el rol de Koji Kabuto. Entonces el juego cambia a vista aérea y se transforma en un clásico matamarcianos… o bien controlamos el dispositivo de vuelo de Grendizer, con lo que la cámara se sitúa detrás de nosotros y volamos a toda velocidad disparando y esquivando a veces meteoritos, a veces montañas… Una variedad pensada para que no nos relajemos y también para que nos divirtamos con varios estilos.
Gráficamente sencillo, pero adecuado
La sencilla historia se narra mediante conversaciones estáticas entre los personajes, que aparecen caracterizados como en el anime más moderno. Pero es simplemente una forma sencilla de hacernos ir hacia adelante, de simplificar. Nos hubiera gustado ver escenas de animación más elaboradas, pero no podemos poner ninguna pega a todo el cariño que se ha puesto tanto en traer a estos personajes como en hacerlo de manera respetuosa, fiel, al más clásico Grendizer.
Los gráficos del juego también son secillos, más cercanos a una animación 3D de dibujo animado que a los sofisticados gráficos que vemos en la actualidad. Y al juego le sienta de maravilla! Da la sensación de estar viendo un anime vintage 3D, todo colorido y fluído, de formas sencillas, redondas y metálicas. Se trata de un juego consciente de sus recursos y de lo que ofrece y, precisamente por ello, no falla en ninguna de sus propuestas. Incluso algunos errores que hemos detectado, como cuando nuestro robot se queda enganchado entre las rocas de un volcán, nos ha parecido encantador.
No es su pretensión impactar con gráficos o revolucionar un género. Es hacernos revivir este clásico de manera modesta pero con cariño… y lo logra con creces.
Descanso entre fases para volver a la lucha
Entre fase y fase nos encontraremos en nuestra granja familiar, donde nadie sabe nuestro secreto y nos tratan «de aquella manera». O veremos como los malos de turno se refugian en el lado oculto de la Luna y conspiran. Son momentos en los que a los aficionados o conocedores de la obra se nos toca la fibra, al reconocer personajes secundarios que ya creíamos olvidados.
También accederemos a los laboratorios y zonas donde nuestros aliados estudian y planifican la defensa terrestre. El pequeño grupo de científicos que allí reside nos ayudará a, por ejemplo, mejorar nuestro Grendizer (con los recursos que vamos encontrando en los combates y en los mapas) o a tunearlo con distintas pinturas entre las que se incluye la metalizada o la vintage, en blanco y negro.
De coleccionables también va servido el juego. Bases alienígenas que destruir… cofres que encontrar… lugares de meditación… documentos… Una infinidad de cosas que nos hará volver a los mapas una y otra vez para completarlos al 100%. Menos mal que contamos con unas torres de radio que nos permiten realizar el típico viaje rápido.
Conclusiones
Nos ha encantado. Un juego sencillo y variado cuya mayor pretensión es divertir. Objetivo cumplido.
Pero lo hace tocando la fibra y trayendo a nuestra cabeza personajes, historias y sensaciones que habíamos vivido en épocas pretéritas. Por esto puede gustar, y gustará, a los jugadores de cierta edad o a los que adoran la obra del señor Nagai… pero también hará disfrutar a los más jóvenes, por su apuesta sencilla y divertida, por su suave curva de dificultad y por esos gráficos que van a medio camino entre anime de los ’80 y gráficos 3D.
UFO Robo Grendizer es uno de esos juegos que llega por sorpresa. Un respiro entre tanto reto jugable y tanto estrés que quiere poner al usuario siempre al límite.
Aquí se respira la diversión y el puro entretenimiento, y eso se consigue cuando el producto se hace con cariño. De verdad que pocas veces ha sido tan divertido salvar a la humanidad de un ataque extraterrestre. ¡Queremos volver pronto a los mandos de Grendizer!