Crítica: «The Chant», la secta del mal
Historia
Jugabilidad
Gráficos
Duración
Muy Recomendable
Un muy decente survival horror que toca temas sectarios. Excelente en toda su propuesta.
Brass Token y Prime Matter son los responsables de este nuevo survival horror, con regusto a los clásicos, que nos llega a todas las consolas y PC, y que podemos disfrutar en casi cualquier PC, Mac, SHIELD TV, dispositivo Android, iOS o Chromebook sin necesidad de descargas.
Con un argumento muy actual e interesante, se mezcla con mecánicas clásicas de este tipo de juegos y da como resultado un más que decente título que nos pondrá de los nervios en ocasiones, nos hará saltar del asiento por algún que otro susto y nos mantendrá pegados a la pantalla para saber como acaba esta pesadilla que comenzó siendo un idilio de paz y tranquilidad.
Tras haberlo jugado en su versión Xbox SerieS, gracias a copia facilitada por los amigos de Plaion, estamos en disposición de contaroslo todo sobre este título que ha llegado para hacerse un hueco entre las novedades más destacadas en cuanto al terror se refiere.
Namasté. Un poco de paz espiritual
Tras una intro de infarto y con tintes trágicos, el juego nos pone en la piel de su protagonista, Jess. Nos dirigimos a Glory Island, un remanso de paz donde un grupo de gente se relaja y conecta con la pacha mama y esas cosas. Jess lo necesita, pues una horrible tragedia la acosa desde el pasado y no consigue despegarse del trauma. Quizá esa estancia en Glory Island, con su grupo de autoconocimiento y su manera de meditar, sus túnicas blancas y su líder carismático, sea lo que necesite. Quizá.
El problema es que todo tiene un tufillo a secta que tira para atrás… pero bueno, meditar y relajarse comiendo natural y viviendo en la naturalea no puede hacer daño a nadie. ¿O si?
Nuestra convivencia inicial con los miembros de esta secta prísmica (como ellos se denominan) no termina de convencer a Jess aunque ella se deja llevar… pero pronto se irá todo al traste: tras un ritual aparentemente inofensivo, que sale mal, algo hemos hecho y una especie de ruptura dimensional está permitiendo a extraños seres penetrar en nuestra realidad. Los amigos «prísmicos» están tan descolocados que hemos de asumir el hecho de que nosotros, o sea, Jess, es la única que puede poner solución a esta sobrevenida pesadilla.
Sola frente al Horror
Y así empieza nuestra aventura de misterio y terror. Con lo poco que les ha dado tiempo a nuestros compañeros a enseñarnos, tendremos que componernosla para arreglar el desaguisado y sobrevivir a lo que acaba de llegar a Glory Island, que ya podríamos cambiarle el nombre, ya.
Recorreremos las distintas zonas de este complejo buscando componentes para fabricar nuestras armas y mejorar nuestras estadísticas en un muy discreto árbol de crecimiento. Tres parámetros fundamentales para acabar bien esta aventura: la salud, la mente y el espíritu. Si la primera acaba, evidentemente morimos… si la mente es lo que se agota, caeremos presa del pánico y no seremos capaces de realizar las acciones correctas y, si es el espíritu el que se agota, no podremos relajarnos ni utilizar fundamentales ayudas durante el combate. Controlar y evolucionar esos tres aspectos es esencial en el juego y, si lo logramos, la aventura no será en extremo difícil. Pero sí intensa.
Recorrer la isla, además, nos va a permitir localizar informacion archivada en cintas de video o en notas, que nos ayudarán a comprender qué es lo que ha pasado y quienes son en realidad los que componen este heterodoxo grupo prísmico. El guión del juego aprovecha esto muy bien para tocar temas actuales y reales, tales como las sectas destructivas, los intereses económicos que hay detrás de los grupos religiosos, los antivacunas y varias cosas más.
Combate, exploración y sustos
Y todo ese peso argumental sin perder de vista que se trata de un videojuego. Nos vamos a divertir (y a veces sufrir) recorriendo la isla de cabo a cabo: las minas donde extraen los prismas, el faro, los caminos circundantes, el campamento, etc. Todos ellos plagados de seres extraños y adimensionales… unos pasarán de nosotros y solo nos causarán estress emocional, pero otros nos atacarán con todo. Incluso hay alguno que nos perseguirá incansable y amenazador, como ese ser compuesto por moscas y que sabemos que se acerca por el zumbido ensordecedor. ¡Qué desagradable!
Esto nos lleva a hablar de dos aspectos importantes en el juego: el combate y la exploración. El primero es sencillo y suficiente, pues armados con un curioso combo de ramas y fuego (plantas purificadoras) podremos golpear a nuestros enemigos. También podemos lanzarles objetos o sustacinas para debilitarlos o ralentizarlos y combinar los ataque con el poder que nos dan los prismas. Fundamental durante los combates será controlar las fintas, que nos permitirán zafarnos de los enemigos más peligrosos y ganar algo de distancia. El «pero» viene por el hecho de no poder fijar objetivo, lo que hace que los combates con más de un enemigo sean algo incómodos ya que no podemos controlar con eficacia a quien golpeamos. En definitiva, el sistema de combate es sencillo pero suficiente, ideal para el clima del juego, que no quiere basarse en la acción sino en el terror.
La exploración, por su lado, será indispensable. Encontrar objetos con los que reponernos o fabricar esas improvisadas armar será completamente necesario. Por el camino hay también coleccionables bien integrados en la aventura, como cintas de video o fichas de los monstruos que nos iremos encontrando. También será importante localizar las sales prísmicas que nos ayudan a subir nuestro árbol de habilidades.
Un bestiario onírico y trágico
En el apartado gráfico se defiende bastante bien, con personajes muy bien modelados y expresivos. Los cambios que algunos personajes sufren durante el juego son evidentes y ayudan a ese clima de terror. Como la degradación que sufre Jess tras cada combate o lo que le pasa a nuestros compañeros… no contamos más para no spoilear.
Los enemigos son variados, no en número pero si en formas y ataques. Encontramos extraños seres antropomorfos con cráneos de animales por cabeza, insectos gigantes o amorfos seres flotantes. Inspirados en el universo lovecraftiano. En cuanto a los jefes finales no podemos decir mucho, pues caeríamos en un spoiler de libro ya que no solo cumplen función de boss de final de fase, sino que su lugar ahí tiene sentido y peso en la historia. Eso sí, os decimos que son aterradores.
El escenario no es muy variado, pero asumiendo que estamos en un entorno cerrado como es una pequeña isla, guarda cierta coherencia. Aun así podemos ver zonas diferentes como los acantilados o las minas, que rompen con las amplias zonas de vegetación o el campamento. Además, al ser un entorno limitado, el trabajo en los detalles y escenarios es realmente inmersivo y consigue darle el toque de realismo que necesita este tipo de historias.
Paul Ruskay, conocido compositor, es el encargado de la música que nos acompaña durante la aventura y consigue dotar a la misma de una personalidad única, mezcla de folklore y misterio. Si a esto le sumas el perfecto doblaje (en inglés, con subtítulos en castellano) y lo envolvente de sus sonidos de ambiente, The Chant invita a jugarlo con cascos para poder «disfrutar» de verdad de toda la tensión que produce.
No es un título excesivamente largo, pues yendo tranquilos y explorando bien podemos disfrutarlo durante una decena de horas, más o menos… sin embargo, serán unas horas vividas con intensidad. The Chant sabe mezclar mecánicas y detalles de títulos ya conocidos, sacando lo mejor de los clásicos… y los junta con esos temas tan actuales. De manera sencilla podemos decir que se trata de una mezcla entre Silen Hill, The Evil Within y la serie Nueve Perfectos Desconocidos. Combina el tema de las sectas aparentemente inofensivas con un intenso survival horror.
Como videojuego es una muy buena experiencia y, en el plano argumental, no se limita a lo típico en el género. Es algo que nos ha encantado y que convierte a este The Chant en una de las sorpresas de finales de año.