Crítica SW 1. «Las Guerras de las Armaduras», por James Robinson y Marcio Takara

Las series derivadas de las nuevas Secret Wars se cuentan por decenas. Cada una de ellas encargada de narrar lo que acontece en cada uno de los territorios que forman el Mundo de Batalla… y cada uno de esos territorios sacado de una serie, evento, what if… etc, ideado por Marvel a lo largo de su dilatada historia.

En La Guerra de las Armaduras nos encontramos una variante a aquella serie publicada dentro de la colección de Iron Man en los ’90. El territorio llamado Tecnópolis está gobernado por el Barón Tony Stark, ayudado en las labores policiales por el poderoso Jim Rhodes, como miembro del cuerpo policial Thor. En Tecnópolis todos sus habitantes deben llevar armadura, pues un letal virus acabaría con sus vidas en el mismo momento en que se las quitasen. Que esas armaduras sean fabricadas por Stark ya hace sospechar quién ha creado y extendido ese virus, sospecha que permanece en alguno de los protagonistas, realmente cortos de poder deductivo.

Este «misterio» cantado a voces es el motor del argumento. Spyderman aquí es Peter Urich, que ha desarrollado una variante del virus tecnológico gracias a su singularidad arácnida. Como buen periodista, Peter quiere descubrir el origen del virus y, desgraciadamente para él, lo consigue… siendo asesinado al momento. Su novia Lila y su amiga Kiri serán las verdaderas encargadas de resolver el misterio, cuya revelación se cobrará más víctimas.

Otros personajes llegados de distintos rincones marvelianos hacen su aparición en esta Guerra de las Armaduras, como Manta Raya (Stingray), el Hombre Máquina o Arno Stark, sobrino de Tony, conocido como Iron Man 2020… y al viejo aficionado casi se le humedecen los ojos al verlos recuperados, aunque sean tan mal aprovechados en esta historia que apenas les ofrece un mínimo desarrollo.

La Guerra de las Armaduras es una serie menor y prescindible, sin apenas ningún peso ni consecuencia en la serie central (a no ser por el destino de Tony y alguna que otra muerte que dudo tengan trascendencia dado lo efímero de estas Secret Wars). Tiene un argumento simple y discreto, con giros y sorpresas que se ven venir de lejos y, salvo esas muerte a las que me refería, nada muy destacable. James Robinson firma un guión de encargo, casi para salir del paso y crear una serie entretenida pero en extremo sencilla y tradicional. No ayuda el dibujo de Marcio Takara que, siendo muy personal y digno, es muy poco acertado para esta historia tecnológica donde las armaduras, el metal y lo brillante deben predominar. Completamente antagónico el efecto que su trazo consigue, duro, consistente, rígido.

Recomendable solo para los completistas y para los fans de Iron Man que, ellos sí, van a encontrar infinidad de personajes revestidos de metal en los cinco números que componen esta Secret Wars: la Guerra de las Armaduras, contenidas en los números 57 a 61 de la edición Panini de Iron Man.