Crítica: «Superman: Yo, Bizarro», el héroe que pudo ser

De entre todo el elenco de villanos que tiene Superman pocos despiertan más simpatía y ternura que Bizarro. El habitante del planeta Arriet con una muy curiosa forma de hablar: dice siempre lo contrario de lo que piensa. Este es el motivo de que sus apariciones en los cómics DC hayan sido un carrusel de malentendidos que acababan convirtiéndolo en villano improvisado e involuntario.

Su primera aparición fue en el ’68 en la serie de Superboy y, desde entonces, han sido muchas sus intervenciones y ha sufrido/disfrutado de una pequeña evolución como anti-héroe. De las últimas apariciones, quizá la más memorable sea su participación en la miniserie Maldad Eterna.

Hace unos meses la editorial decidió incluir pequeñas sagas de tres números dentro de una de sus colecciones (Action Comics), tal y como hizo con otros personajes. Sagas que iban a estar elaboradas por distintos autores, todos ellos de renombre. Eso es lo que sucedió en los números 1061 a 1063, escritos por Jason Aaron y dibujados por John Timms (con la colaboración de otros artistas), en esos tres números el mencionado equipo creativo realizó está interesante, aunque desaprovechada historia: Yo, Bizarro.

La premisa de la aventura tiene todas las papeletas para interesar: Bizarro acaba en un mundo donde domina la magia y, como representante de todo lo contrario a Superman, consigue aprenderla de una manera completa. Tras adquirir esos nuevos poderes llega a nuestra Tierra y, atormentado y confuso, termina enfrentándose a nuestros héroes y lanzando sobre el planeta una especie de maldición que convierte a todo el mundo en su versión «bizarra».

Una aventura dinámica y entretenida que, a fuerza de querer crecer y crecer, acaba por no saber a donde va. En el momento en el que Aaron hace que la amenaza de Bizarro se convierta en plaga todo deja de funcionar y la narrativa se pierde en un evento que necesitaría por fuerza más desarrollo y extensión. Y entre tantos acontecimientos simultáneos vemos destellos geniales basados sobre todo en el juego que da Bizarro, un personaje que ríe a carcajadas pero, en realidad, si se le conoce, entendemos que está llorando desconsolado.

Esas contradicciones a las que el personaje se presta por su propia naturaleza son muestras de las posibilidades que tiene y que Aaron no ha aprovechado.

Sí, a nivel de cómic de acción funciona. Es rápido y está repleto de situaciones que dan pie a la acción, a los actos heroicos o a los momentazos que, de forma sensacional, están representados por un solvente John Timms. El artista se desmelena con impactantes instantáneas del héroe o del villano, con detalladas panorámicas o escenas de una ciudad conquistada por la locura de Bizarro o con electrizantes escenas de combate.

En cuanto a la edición, ECC Ediciones la recopila en un tomo único e incluye todas las portadas alternativas, algunas espectaculares, así como algo que se echa de menos en publicaciones similares: un pequeño artículo informativo. De esa manera se le explica y pone en contexto a los lectores casuales, que no se sentirán tan perdidos al leer un poco de la historia de Bizarro o de cualquier otro elemento que se pudieran encontrar en la obra.

Así que tenemos una aventura que entretiene pero que deja pasar otra oportunidad de crear la aventura que Bizarro merece. En estos días (y en este año) que Superman está tan de moda, es una buena manera de acercarse al personaje.