Crítica: “Superman: Arriba, en el cielo». Tom King apunta alto, y llega.
General
Guion
Dibujo
Personajes
Historia
Edición
“Él quería que supierais que todo se puede perder pero que nunca...que nunca estamos...solos”
En un principio da a entender que únicamente pretende poner a prueba varias emociones cuando en realidad, también transita por temas reales bastante delicados.
Tom King es ya con derecho propio, un autor obligatorio. Y hay que exigirle. Cuando su trayectoria hasta este punto es de notable como mínimo, con algún sobresaliente y con una matrícula de honor ya en su currículum, cada lanzamiento supera el umbral de la lectura por placer al examen más riguroso. A primera vista la obra recuerda la autopsia espiritual que le hizo Grant Morrison en All Star Superman pero propone analizar la psique del protagonista en todas las dimensiones posibles, desde dentro con sus miedos e inseguridades y con su valor y confianza; y desde fuera, su impacto en los demás, en lo bueno y en lo malo, desde la generosidad y desde el egoísmo.
Ese recorrido vital es lo más logrado del arco argumental y donde King se explaya con su talento textual. Le ha cogido el truco, sabe donde menear al lector y donde apretar. Su sensibilidad va a más, y con un personaje como este donde la nostalgia ha comprado ya la mitad del cómic, es un filón para remover emociones. Aquí entran los dilemas morales imposibles y los diálogos excelsos, siempre en los momentos narrativos mejor escogidos, bien administrados y en su momento justo. Está claro que el tempo y el sentido narrativo de la acción es una técnica superada para el escritor. Además, vuelve a explorar ámbitos cotidianos y reconocibles, aprovechando toda la acción para conformar metáforas y alegorías propias. Pero como son ámbitos transcendentales, con vidas en juego, introduce en los secundarios la conciencia en apreciar que las tensiones dramáticas de Superman superan cualquier inquietud. Es decir, la tensión de determinadas decisiones que cualquier individuo debe tomar en su día a día se traslada a la de Superman. La diferencia es que en el primer caso, por mucha relevancia que tenga para esa persona, en Superman se decide la supervivencia de personas y mundos. Pero el temor y las dudas son las mismas. Ahí radica la importancia de la historia, en esa comparación. Que en ambos casos la decisión se interioriza, se acepta, se ejecute y se aprende del resultado. Pero se hace, es decir, se lucha.
El dilema planteado no es baladí. Además, nos pega una patada en el estómago al poner a una niña pequeña de víctima inocente. ¿Cruzar el espacio y jugarse la vida por la de una inocente a riesgo de que tu ausencia va a provocar la muerte de otras tantas? Ese es el mcguffin. ¿El trasfondo?, todo o anterior. Efectivamente, no hace falta ni una grapa para conocer la decisión de Clark, que para eso es un Kent. Como dijo Lucio Pisón, Fiat iustitia, ruat caelum.
Como comentaba, la clave familiar es uno de los focos principales, y no sólo el afectivo romántico con Lois, incluso el paternofilial aunque no para con Jonathan. Pero quiero destacar esta circunstancia desde la óptica de la niña secuestrada y la del científico nativo de un planeta superavanzado alrededor del concepto del sacrificio que merece que exista un individuo como Superman a riesgo de que para permitir esa existencia deba sacrificar su vida y que sus hijos crezcan sin un padre. Pero es que hay más, la sensibilidad de King que imprime en esta rincón de la historia se consagra cuando se introduce en su ser para que experimente la tremenda carga que supone ser un individuo así. Son apenas doce páginas, pero son microcapítulos como este lo que engrandece cualquier obra. Así que sólo por esta secuencia, la obra ya ha ganado. Que por cierto, y aunque me referiré a Andy Kubert más adelante, la viñeta a ras del suelo con el padre llegando a casa partiendo el objetivo desde los pies de la madre y sus hijos abalanzándose hacia él representa un todo en sí mismo a la hora de conectar emocionalmente con esa pequeña historia. En este caso, se nota que han imprimido pasión a esta microhistoria.
Aunque parezca que la premisa es sencilla y que todo va acorde a telegrafiar donde hay que estremecerse o el aprovechamiento de lo emocional para dejar frases estimulantes para asegurar su triunfo, el volumen no es complaciente y perezoso. A primera vista pasa desapercibido, pero en cuanto rascas un poco uno se da cuenta que hay temas delicados, dejando atrás esa sensación de escasa valentía. Arriesga, porque de forma sutil y alegórica profundiza en asuntos dramáticos como el maltrato infantil, la eutanasia activa y los totalitarismos.
Cómo puntos negativos, a estas alturas de la película me resultan cansinas todas estas metáforas y alegorías de la vida cotidiana en ambientes cósmicos, ya sea, por ejemplo, desde un conflicto para llamar telefónicamente a Lois desde el otro extremo de la galaxia, hasta un establecimiento de comida rápida. Es curioso que siempre en estos ejemplos se ven costumbres, usos y hábitos de nuestro planeta en galaxias donde dudo mucho que las distintas especies de otros tantos que realizan viajes intergalácticos y que cuentan con una sociedad tan avanzada tengan que reproducir esas costumbres cuando precisamente los “terranos” no tienen esos recursos de viajar por la galaxia. En la Silver Age, vale; a modo de parodia tipo Harley Quinn o Deadpool, bueno pues se aceptan según sus códigos definitorios, fijos y cerrados. Pero que sigan insistiendo con estos tics en personajes tipo Green Lantern o Superman, me agotan. Y aquí de esto hay para parar un tren.
Sobre el dibujo, Andy Kubert está correcto y sólido. Se lo ha debido pasar muy bien por la cantidad de conceptos físicos que tiene que introducir, ya sea en los mundano y cotidiano, ya sea en diseños y paisajes alienígenas. Tiene tanta experiencia que se nota que le sale todo bien con el piloto automático. También es verdad que en la mayoría de las ocasiones las splash page son bastante reiterativas, ahorrándose mucha narrativa gráfica. No obstante como King se reserva los cartuchos para desarrollar todo su mensaje, los conceptos visuales para”pintar” esas ideas son escasos, desarrollando su talento en complementar visualmente esas ideas. Digamos que la parcela palomitera le toca a Kubert y la profunda a King (salvo excepciones como lo que tiene que ver con el drama familiar del alienígena y con lo de la eutanasia)
“Arriba, en el cielo” no es un cómic cualquiera de Superman. Si en un principio da a entender que pretende poner a prueba las emociones del lector, transita por temas reales muy delicados. Muy recomendable.
Superman: Up in the Sky 1 a 6, DC Comics. Superman: Arriba, en el cielo, ECC Ediciones. Cartoné. 176 pags. Color. Pvp: 19,95 euros.