Crítica: «Steelrising», la Revolución de las Máquinas
Historia
Jugabilidad
Gráficos
Duración
Muy Recomendable
Un soulslike más que recomendable que huye de tópicos y explora un escenario original. Suple con originalidad y adicción su apartado gráfico y sus pequeños fallos.
La popularidad de los juegos estilo soulslike ha llegado a tal nivel que es raro encontrar un mes en el que no se lance uno o más títulos de este sub-género. Tal es la influencia de la saga y el estilo implantado por FromSofware con su DarkSouls y no digamos, últimamente, con ese bombazo que ha sido (y es Elden Ring).
Entre esa producción desbordante de títulos que aprovechan tan adictivas mecánicas jugables suele haber un factor común que les perjudica: la mayoría están ambientados en mundos de fantasía medieval y, claro, la comparación con el original es evidente. Algún juego se ha atrevido a llevar esas mecánicas al espacio o al futuro, cambiando espadas y hechizos por armas de rayos y cosas así… pero ninguno nos había impactado tanto por su originalidad como este Steelrising.
Esa originalidad es un punto a favor totalmente determinante en los primeros compases del juego. Porque otra característica de los soulslike es que tiene que entrarte y enamorarte, porque si no difícilmente aguantarás su mítica dificultad (otra característica más del género, por cierto). Pues bien, este juego consigue atraparte desde el inicio por su sorprendente propuesta y su atractivo escenario (geográfico y temporal) y por romper, a lo bestia, con toda simetría que pudiera recordar a aquellos títulos que le inspiran.
Gracias a Nacon España hemos podido acceder al juego y tener esta reseña lista un día antes de su lanzamiento para contaros todo lo que ofrece este Steelrising, que va más allá de lo que solemos encontrar en los típicos soulslike. Lo tenéis disponible en PC, PS5 y Xbox SerieS/X desde el 8 de septiembre y desde su web oficial nos mantienen al día de todas las novedades y sorpresas que guarda el título.
La sorprendente historia y la lograda ambientación
Nos encontramos en París, a finales del Siglo XVII. Es decir, en plena Revolución Francesa. Pero este es un París alternativo, en el que la tecnología de vapor está presente y altamente desarrollada y los hechos históricos no se suceden como nosotros conocemos. De hecho, el juego comienza dentro de palacio, donde Maria Antonieta está encerrada y asustada por los sucesos que se están produciendo en la cercana París. El pueblo se ha levantado… pero los monarcas no corren peligro por ello: Un ejército de autómatas ha tomado el control y ha reducido el levantamiento popular de manera cruel y sanguinaria. Incluso mantienen a la reina recluida en palacio. Algo terrible está pasando en París.
Por suerte, a Maria Antonieta le regalaron una autómata. Una ágil bailarina que responde al nombre de Aegis y que va a ser la encargada de salir de palacio y averiguar qué está sucediendo. Pero, claro, no es una misión fácil: los autómatas que custodian a la reina no van a dejarla salir por las buenas y nos va a tocar combatir. Primero, para escapar de palacio y sus alrededores y, más tarde, para descubrir quién está detrás de lo que está pasando y poder acabar con la mecánica amenaza.
En nuestra aventura vamos a poder recorrer muchos emplazamientos icónicos de la capital francesa Saint Cloud, Invalides, Tuileries, Cité, Luxembourg, Montmartre, Bastille y Versalles. Algunos se pueden visitar hoy en día si pasáis por París, pero otros quedaron destruidos por el paso del tiempo y la Historia… así que los podemos visitar, en el juego. Y si los emplazamientos donde se desarrolla la aventura son atractivos, el mundo desplegado e inventado para la ocasión no se queda atrás.
Puro Steampunk
Esta es una aventura steampunk con todas las letras. La tecnología a vapor domina cada elemento del escenario y da vida a infinidad de objetos, personajes, vehículos, etc. La combinación de un entorno real con un trasfondo ficticio es sumamente interesante y hace que te mantengas atento a todo lo que pasa ante tus ojos. Porque puedes reconocer edificios, puentes o monumentos como reales, pero están imbuidos por una ambientación de pesadilla metálica.
Al inicio de la aventura podemos «tunear» a nuestra Aegis con un limitado editor que se reduce a cambiar algunas partes de su cuerpo… aunque esto irá ganando en variedad conforme avancemos en el juego y adquiramos nuevos ropajes y armas. Las armas son otro punto fuerte del título. Olvidaos de espadas o pistolas, porque el concepto de steampunk extremo también se aplica a ellas. Y como buen representante de su género, permite aumentar y mejorar tanto a nuestra protagonista (gracias a un sencillo «árbol» de habilidades) como sus armas y gadchets.
Como podéis ver en la captura de abajo, se nos permite elegir entre cuatro tipos de personaje, cada uno de estos tipos (o clases) tendrá unas ventajas concretas y será más diestro en un tipo de arma, aunque durante el juego vamos a poder equiparnos con dos armas y alternarlas a placer.
El combate no es más de lo mismo
Se agradece a la desarrolladora, Spiders, el cuidado puesto en uno de los elementos fundamentales para que el juego funcione: el combate. No son pocos los juegos que, queriendo imitar a FromSoftware, pinchan en este apartado. Steelrising no lo hace.
Contamos con dos ataques y con la posibilidad de cargar el ataque más fuerte. Además, algunas armas te permiten atacar a distancia mientras que otras te sirven de escudo. Es decir, podemos adaptar nuestro estilo de juego según las armas que equipemos. Pero no debemos confiarnos, pues la barra de resistencia nos obligará a ser versátiles y utilizar la cabeza para combinar distintas estrategias. Si en otros juegos donde los personajes son humanos, la barra de energía y cansancio es la que nos limita… aquí es la barra de sobrecalentamiento.
No olvidéis que Aegis es un ser mecánico. Entonces, ¿como se mide la vida del personaje? Fácil: cada vez que nos golpean nos deterioramos y podemos llegar a rompernos. En vez de viales de vida, por ejemplo, tendremos que consumir botellas de aceite para seguir combatiendo. Como veis, original y lógico al mismo tiempo.
Dominar el combate es más sencillo y accesible que en otros títulos del género, porque los enemigos son también menos complicados de «leer». Tienen todos unas sencillas rutinas de ataque que se aprenden rápido y, salvo algún error puntual al medir las distancias o los tiempos, no nos costará mucho vencerlos. Aquí los puristas encontraran un contratiempo y quizá queden algo decepcionados. Los jefes finales también adolecen de poca dificultad y, salvo algún caso puntual, no van a suponer demasiado quebradero de cabeza para el jugador avezado.
Sin embargo esto puede ser una ventaja, porque Steelrising se convierte en un excelente puerto de entrada para los jugadores que quieran iniciarse en el género soulslike.
Nosotros vemos un error más grabe en el pobre diseño de los enemigos. Con la excusa de tratarse de seres mecánicos, no presentan muchos detalles ni un acabado que impresione. Casi son todos muy parecidos, terminas diferenciándolos por las armas que utilizan… salvo excepciones. Menos mal que eso no sucede con los jefes de zona que, sin ser nada demasiado destacable, sí presentan diseños más elaborados e imaginativos.
No todo es combatir
Tras varias horas de juego se nos permite explorar a placer las ocho zonas que componen el juego. Al llegar a cierto punto, podemos acceder a un carruaje a vapor (viva el steampunk) que nos servirá para hacer el típico «viaje rápido» y cambiar de zona. Cuando subamos al carruaje, además, se desplegará un mapa con las distintas zonas y con las misiones, principales y secundarias, de cada una de ellas. También aparecerán los personajes secundarios que hay en cada lugar… además de otras cosas. Viene muy bien para mantener fresco el hilo de los acontecimientos y no perdernos durante nuestros «paseos» por París y sus alrededores.
En el carruaje también podemos repostar, es decir, que sirve como punto de guardado y lugar donde modificar a nuestro personaje. Ya no tendremos que buscar desesperadamente las vestales (en la imagen de abajo) para reponernos y guardar automáticamente. Eso sí, recordad que cada vez que utilicéis las vestales o el carruaje, los enemigos hacen respawn.
Un París con alma pero parco en detalles
Vamos a insistir en el alucinante trabajo que los desarrolladores han empleado en recrear lugares históricos, interiores y exteriores… con sus estatuas y sus jardines, con sus fachadas y sus cúpulas… en definitiva, un ejercicio de detallismo y documentación que nos deja apabullados. Por desgracia, todo el esfuerzo se ha puesto ahí, y se ha descuidado el elemento gráfico de los pequeños detalles. Cuando te fijas con detenimiento en los callejones y las plazas, ves que siempre están presentes los mismo barriles amontonados (de las pocas cosas destruibles del escenario), los mismos cadáveres, las mismas cajas…
El desnivel que hay en los escenarios es demasiado evidente. Tanto, que llama la atención. Tenemos unas orillas del Sena y un río perfectos como elementos decorativos de fondo que otorgan al juego gran realismo… pero las casas de los pescadores o los cobertizos que hay allí están vacíos, huecos, sin elementos que terminen por darle vida.
¿Afecta esto al disfrute del juego? La verdad es que no. La tensión en los combates es la misma y las ganas de seguir avanzando no disminuyen… pero hubiera sido un juego más que sobresaliente si hubiera cuidado esos pequeños elementos.
También se ha procurado situar atajos que, una vez superada cada zona, nos permiten recorrer el escenario sin dar tanto rodeo. Es otro elemento de los soulslike que ha sido bien implementado aquí por el equipo de Spiders. También han colocado lugares «ocultos» a los que solo podremos acceder al conseguir cierto objeto, para así llevarnos a recorrer de nuevo lugares y zonas por las que no hubiéramos vuelto.
Pese a todo, de los mejores soulslike que hemos jugado
He querido encabezar así estos párrafos finales porque deseaba que fuera la idea que quedase en aquel que lea esta entrada. Steelrising no merece pasar desapercibido ni perderse entre esa amalgama de títulos soulslike.
Su original propuesta y su imaginativo mundo casi reinventa el género. Mezclar la revolución Francesa con el Steampunk es un cóctel brutal que merece ser disfrutado. Que no se nos olvide hacer hincapié en lo bien contada que está su trama, su argumento, que se va liando conforme jugamos pero jamás pierde interés. Aparecen personajes históricos reales y sucesos históricos reales… tamizados por lo que es un mundo paralelo o alternativo.
Aegis, su mecánica protagonista, acaba enamorándote y demuestra tener alma y personalidad. Tras muchas horas de juego, de combate y de sufrimiento/diversión, acabas muy pegado a ella. Un ser artificial que, gracias al gran trabajo de guion y diseño, se gana un lugar entre esos personajes memorables del videojuego.
Un juego sensacional que, pese a sus errores y carencias, merece tener una oportunidad. Es toda una Revolución de las Máquinas.