Crítica: «Smalland: Survive the Wilds», la vida salvaje en miniatura
Historia
Jugabilidad
Gráficos
Duración
Recomendable
Buena aventura de supervivencia, construcción y gestión de recursos. Apta para los profanos del género.
Los juegos de supervivencia, gestión de recursos y construcción, llevan mucho tiempo entre nosotros. Pero su explosión ha llegado recientemente, siendo algunos de sus títulos auténticos referentes y motores de la industria. A la sombra de ellos (y gracias a ellos también) no cesan de aparecer nuevas propuestas que, en mayor o menor medida, aportan ideas y mecánicas nuevas.
Dos de los últimos en aparecer y de consolidarse por méritos propios son Grounded y Valheim y, si estos os gustaron, tenemos buenas noticias: Smalland, el juego que aquí traemos, es una acertada mezcla de ambos. Vamos a desarrollar un poco más de que trata y como es esta nueva pequeña joya desarrollada por Merge Games y que está disponible para nuestras consolas (Steam, PS5, Xbox SerieS/X) desde febrero y, gracias a Tesura Games, incluso en formato físico para PS5.
Un mundo diminuto que, para nosotros, será inmenso en diversión.
La vanguardia de los exploradores en miniatura
La historia nos sitúa como miembros de La Vanguardia, una especie de soldados/exploradores pertenecientes a una raza diminuta, una especie de seres feéricos llamados la Plebe. Esta especie lleva años oculta bajo la superficie y han decidido empezar a salir al exterior pero, antes, mandan a La Vanguardia con la misión de explorar y preparar el terreno. Esa será nuestra misión.
Pero lo primero consistirá en crearnos un personaje con el sencillo, demasiado sencillo, editor. Tras lo cual nos dejarán en un mundo… inmenso. O eso nos parece ya que nuestro tamaño es el de unos diminutos seres con cuernos y orejas puntiagudas. Como podéis imaginar no tenemos nada con lo que hacernos frente en este mundo desconocido y tocará buscar recursos en forma de ramitas, fibra, rocas, etc… y empezar a construir. Nada nuevo en este tipo de juegos.
Lo que sí es interesante es su sencillo menú de construcción. En apenas unos minutos entendemos como y de que forma fabricar lo más básico para armarnos, cobijarnos, etc. Esto lo convierte en un juego excelente para todos aquellos que se acerquen al género por primera vez. Además, la curva de dificultad es suave y, a no ser que quieras avanzar demasiado deprisa por el mapa, no tendrás problemas en aprender todo lo necesario que el juego te pide. Una vez aprendido descubriremos todo lo que encierra este Smalland: Survive the Wild.
Luchar, recolectar, construir… sobrevivir
Pero no vamos a encontrar pocas dificultades en nuestra misión. Que el juego sea «asequible» no quiere decir que sea fácil o un paseo por el campo (nunca mejor dicho). Hay bichos, muchos bichos, que nos querrán devorar. Lo mejor será esquivarlos o afrontarlos de uno en uno cuando no quede más remedio y necesitemos algunos de los recursos que ofrecen, como las hormigas y su necesaria quitina. Más avanzados, tendremos que confrontar con otros insectos, arácnidos, pequeños mamíferos, etc… y su tamaño irá creciendo hasta llegar a esos gigantes que nos ahorraremos comentar pero que podéis intuir por donde vamos.
El crear armas de mano o a distancia (arcos) será fundamental, si, pero también lo será el construir un buen refugio, con su mesa de trabajo (para elaborar artilugios más complejos), con su catre, con su fuego… Sobre todo cuando llegue la noche, que es el momento en el que los enemigos salen a cazar y son más peligrosos. Pare ello el juego posee un medidor día/noche que se ve claramente en pantalla y nos indica el momento exacto en el que estamos.
Por supuesto, otros parámetro hay que vigilar si queremos sobrevivir. Solo son tres y están indicados en todo momento en pantalla mediante unas barras de colores y que podéis ver en las capturas. Ellas miden el nivel de hambre y sed, cansancio, comodidad e incluso enfermedad.
Pequeños guerreros
Aunque el combate es algo duro al principio, pronto mejoraremos al ir fabricando nuestras propias armas. Esquivar y protegerse entran dentro de los comandos en el combate e, incluso, se nos permite poder hacer parry. Otro acierto es darte a elegir en todo momento por la cámara en primera o tercera persona, lo que facilita el combate en unas ocasiones y la exploración en otras.
Es decir, no es un sistema depurado y exquisito, pero es mucho más a lo que este tipo de juegos nos tiene acostumbrados, ya que se suelen enfocar sobre todo en la construcción y gestión. Y por eso se agradece que este apartado tenga tanto interés en Smalland, porque hace que el juego sea algo diferente y, si no lo notamos mucho al principio, lo haremos cuando seamos capaces de capturar «ejemplares», domesticarlos y usarlos de montura. Sí, vamos a poder dar grandes saltos a lomos de un saltamontes, o volar sobre un pajarillo… por poner solo dos ejemplos de esta divertida forma de incluir el viaje rápido.
Nuestra aventura de exploración y de reconocimiento, preparando el terreno para la llegada de nuestros congéneres, va a tener otra dificultad con la que tendremos que lidiar: el clima. Merge Games ha incluido un interesante (aunque a veces incómodo) sistema de clima variable. Cuidado con las lluvias torrenciales, con el frío y la nieve, porque acabarán con nosotros si no somos precavidos. Será el momento de ponerse la ropa adecuada (que también se puede fabricar) y de buscar una gruta o de improvisar un refugio… y menos mal que el sistema de construcción es rápido y ágil, porque en esos casos el tiempo apremia.
Arquitectos de la Naturaleza
La evolución que vivimos jugando a Smalland se nota también en lo que podemos llegar a construir. Auténticas mansiones, fortalezas, que nos harán abrir el menú y usar el Modo Foto. En unas cuantas horas veremos como somos capaces de ir mejorando y avanzar en esta aventura que nos llevará a recorrer un mundo inexplorado. Y si queremos, podemos hacerlo en modo cooperativo, que también tiene su gracia. En ese punto señalar como el juego vuelve a premiar a sus jugadores con la incorporación de los Grandes Árboles.
En ellos podremos fabricar bases más elaboradas y con la seguridad que da la altura de un (redundamos) gran árbol. A ellas podemos acceder en busca de refugio, trasladarlas a otros árboles y usar las de otros jugadores, porque son persistentes en el modo online. Y claro, otros jugadores podrán usar las nuestras.
Gráficamente estamos ante un juego modesto, de una compañía que ha sabido economizar y maximizar el presupuesto disponible. Aunque no hablamos de gráficos foto-realistas, estos se disfrutan con una nitidez superior a la de los juegos mencionados anteriormente. La naturaleza es el escenario dominante y todo se aprecia con esa sensación de inmensidad, nos sentimos lo que somos en el juego: diminutos. Las físicas y las luces están muy cuidadas, siendo las primeras impresionantes cuando «cabalgamos» algún animal/insecto y las segundas muy convincentes recreando las distintas horas del día. Poco que objetar en ese sentido y, jugado en una PS5, la experiencia es absolutamente satisfactoria.
Valoración final
Concluyendo, este Smalland es un juego de supervivencia ideal para los neófitos en el género. Su curva de aprendizaje no es tan vertical y la merma en nuestros parámetros vitales no se manifiesta tan rápidamente como en otros títulos similares. A los habituales tampoco creo que les decepcione, pues incluye suficientes novedades como para llamar su atención. Y dicho esto, no podemos omitir que sí exige un mínimo de tiempo antes de «hacerse con él», porque aunque sea sencillo e intuitivo, es profundo.
No podemos esperar menos de un juego que llega entre los grandes para hacerse un hueco y para mantenernos ocupados muchas, muchas horas. Exploración y supervivencia pero, sobre todo, mucha diversión.