Crítica: «Siete Secretos vol.2», amores y traiciones

Tom Taylor, uno de nuestros guionistas de cómic favoritos, se prodiga en las grandes editoriales a base de lanzamientos continuados que son, práctivamente siempre, éxitos a todos los niveles. El último de ellos, esa curiosa recreación fantástico-medieval de los héroes DC en Los Caballeros Oscuros de Acero. Pero también encuentra tiempo para sacar adelante sus proyectos más personales, colaborando con editoriales independientes, en este caso BOOM! Studios.

Hablamos de la serie Siete Secretos, de la que ya os hablamos de su primer volumen. Planeta Cómic ha lanzado reciéntemente el segundo, recogiendo los números 7 al 12 de la serie original y continuando la aventura allá donde la dejó. Resumiendo mucho, una organización internacional de super soldados llamada La Orden se encarga de custodiar siete secretos, que guardan en maletines, y cuya salida a la luz haría cambiar toda nuestra existencia. Paralelamente, existe otra organización, Los Buscadores, que solo viven para robar esos maletines y desvelar qué demonios hay dentro.

En los primeros seis números, el tomo anterior, asistíamos al ataque que sufrían nuestros héroes por parte de los Buscadores. El protagonista de la historia, Casper, que comenzó siendo recluta y novato, ideal para ayudarnos a los lectores a entenderlo todo (recurso narrativo muy típico) ahora está envuelto en una vorágine de acción, persecuciones y combates.

Les pisan los talones y ya han sido capaces de robar un secreto, pero Los Buscadores no se detienen ante nada ni ante nadie. Los supervivientes de La Orden se reorganizan y deciden pasar al ataque como única medida de supervivencia. Por otro lado tenemos a uno de sus miembros destacados, Canto, que emprende una misión paralela acompañado de un grupo de compañeros… porque saben que entre sus filas hay un traidor y él se dispone a descubrirlo.

Grosso modo esta es la sinopsis sin spoilers hasta ahora. No hace falta decir que a lo largo de este segundo volumen encontramos acción a raudales, giros de guión y sorpresas que ayudan a mantener viva la serie. Una serie que adolece de las mismas ventajas y los mismos defectos que en su primer volumen.

Las ventaja:, sin duda la más llamativa es la rapidez narrativa del cómic, donde todo pasa a gran velocidad sin que por ello perdamos detalle ni interés. Situaciones al límite, muertes inesperadas y giros de guión en todas las direcciones. Vamos, que es imposible aburrirse leyendo Siete Secretos. Los defectos, por su parte, recaen en lo estereotipado de las situaciones y lo maniqueo de sus personajes. La velocidad impuesta a la narrativa arrastra toda posibilidad de profundizar en los personajes. En algunos sí, pero se nos antoja demasiado escaso para lo coral que es la serie y, además, cuando se profundia en alguno se cae en esos tópicos a los que antes aludíamos.

En el dibujo, Daniele Di Nicuolo hace un trabajo justo. Adecuado pero sin alardes y apoyándose demasiado (para mi gusto) en las herramientas que ofrece la ilustración digital más mecánica. En las escenas de acción también se echa en falta algo más de control o de profundidad, pues todo pasa a través de viñetas confusas que no te dejan ver/saber qué está ocurriendo… hasta que termina el combate.

Queda muy claro que ambos autores están creando una serie a imagen y semejanza del shonen más puro. De hecho, si le quitas el color y le pones el orden de lectura oriental, típico del manga, pasa por ser una de esas series que tanto conocemos. Imita tanto el género (shonen) que cae en sus defectos, pero también aprovecha sus virtudes. Es decir, que lo imita para bien y para mal.

En cómputo general es una lectura muy satisfactoria, rápida y divertida. Los amantes de la acción y la adrenalina la disfrutarán sin pestañear.