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Crítica: «Shevernatze, una epopeya marcha atrás» – O cómo conducir 120km en el sentido equivocado

Resumen de la Crítica

Valoración

Merece la pena

Una valiente road-movie con tintes surrealistas para inconformistas gamberros y amantes del cine indie patrio low-cost.

Valoración de los Usuarios 4.5 ( 1 votos)

Jonás Barqueño (Jesús Noguero) es un tipo normal que trabaja como profesor de autoescuela. Inocente y soñador, intrépido e iluso, su afán por conseguir su propio récord Guinness le ha costado ya algún que otro disgusto económico y sentimental en el pasado, entre ellos la ruptura con su antigua novia María (Melanie Olivares), de quien sigue enamorado.

Con la absurda idea de recuperar a María, Jonás se emprende su empresa más ambiciosa y arriesgada, algo que (como buen record Guinness) nadie haya sido capaz de realizar hasta la fecha: conducir desde Madrid a Ávila marcha atrás, la mayor distancia jamás recorrida de esa manera. Para demostrarse a sí mismo que es capaz de tal hazaña. Para demostrar que «cuando conduces 120km marcha atrás es que tienes que decir algo al mundo».

Con esta delirante premisa Jonás pinta los faros de su coche como luces de freno, coloca unos focos en la parte trasera de su vehículo, quita los reposacabezas para estar mas cómodo, y se lanza de noche y por carreteras secundarias a cumplir su sueño.

A lo largo de este extraordinario reto personal, Jonás tendrá que hacer frente a numerosos obstáculos que pondrán en peligro su determinación para llevar a cabo su misión. La soledad, el sueño y un insufrible dolor de cuello supondrán un grave problema hasta la aparición del primero de los pasajeros con los que Jonás se irá topando, un peculiar abuelete (Saturnino García) sin nada que perder, que verá su propia cruzada plasmada en el viaje de Jonás, comprometiéndose fervorosamente con su causa.

La cinta en sí consta de tres hilos argumentales (la aventura personal de Jonás, el extravagante intercambio de parejas de María y su amante Leo, y un grotesco asesino en serie que campa a sus anchas por los alrededores donde se desarrolla la trama), aunque desgraciadamente sólo el primero demuestra una consistencia constante a lo largo de todo el metraje. Y es que uno de los principales «peros» de la película es, precisamente, esa continua sensación de corto brillante alargado hasta los 80 minutos de rigor. 

Sin embargo, pasando por alto este detalle, la película es una road-movie nada convencional, con unos tintes surrealistas que rememoran a los grandes exponentes del género como José Luis Cuerda o Javier Fesser. Una cinta indie hasta la médula (fue completamente auto-financiada desde su realización hasta su distribución), gamberra, inconformista y humana. Muy humana. Una película en la que, como en las obras del maestro Berlanga, resulta imposible no empatizar con alguno de los tiernos e inocentes perdedores que desfilan por la pantalla persiguiendo a sus quimeras personales.

Un tanto oscura, y en ciertos momentos incluso siniestra, «Shevernatze» compensa sus limitaciones técnicas a golpe de guión, atesorando algunos gags especialmente brillantes y esperpénticos, y una escena que para un servidor ya ha pasado al podio del imaginario surrealista español: una pareja de Guardia Civiles, adictos a la inhalación de disolventes, discutiendo acerca de su momento favorito de la serie Bricomanía.

Por todo ello, la ópera prima de Pablo Palazón es una cinta valiente y arriesgadísima, que tuvo que superar una odisea comparable a la de su protagonista para estrenarse en las salas de cine y que, pese a todo pronóstico, recientemente se ha estrenado en DVD. Es muy probable que esta rara avis de resultado irregular no guste a algunos y que sus limitaciones técnicas echen atrás a más de uno. Sin embargo, el público que sepa valorar su carácter artesanal y la pasión que sus creadores han volcado en ella (su tenaz promoción daría para otra reseña) sabrán ver que, ante todo, «Shevernatze» es una comedia negra fresca y muy original que tiene todos los ingredientes para convertirse, a su debido tiempo, en una cinta de culto.

Amable García Enguita

Arquitecto de oficio, viajero por vocación, lector empedernido y, sobretodo, amante del séptimo arte...

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