Crítica: «Secret Wars 4», residuos del viejo mundo.

Llegamos al ecuador (más o menos) de las Secret Wars 2015 y empiezo a creerme que este evento Marvel, por fín, sí contiene elementos de epicidad y emoción, tal como nos suelen prometer. A lo largo de los anteriores números ha ido construyendo el esqueleto de una gran superproducción que poco a poco toma forma y empieza a moverse.

Dr. Muerte. El Dios de este nuevo mundo, Mundo de Batalla, formado por retazos de versiones Marvel, comienza a revelar debilidades humanas escondidas bajo su apariencia omnipotente. Esa debilidad no solo se muestra en sus reacciones ante la amenaza que supone la llegada a su nuevo mundo de personajes supervivientes del anterior, esos residuos del Viejo Mundo a los que aludo en el título de esta crítica y que amenazan su intocable deidad. La debilidad a la que también me refiero es al hecho mismo de que se le haya escapado esa variable que ahora, como un virus, se ha infiltrado en su creación. Más allá de esto, la rebeldía de un Stephen Extraño le estalla en sus propias narices y propicia el comienzo del fin.

Este cuarto número tiene mucha fuerza. Enfrentamientos de fatales consecuencias para según que bando y que nos ofrecen algunas de las imágenes más potentes vistas últimamente en Marvel, por obra y gracia del genio de Esad Ribic. Enfrentamientos entre viejos conocidos en un campo de batalla y bajo unas condiciones inauditas y, lo mejor de todo, nos lanza de lleno en la verdadera Guerra Secreta que está por llegar.

Se deja ahora de profundizar en la nueva situación de los protagonistas, ya colocados todos ellos en el tablero, para seguir con la continuación lógica que es, ahora sí, el impacto que supone la revelación de lo que ha pasado y la manera de ponerle remedio. Porque otra de las cosas importantes que suceden en este número 4 es la oportuna aclaración (por parte de Dr. Extraño) de cómo y porqué adquirió Muerte sus poderes divinos. El problema es que Mundo de Batalla mantiene su consistencia gracias a la voluntad de su dios y, por lo tanto, acabar con este supondría el final del mismo Mundo de Batalla…

Buen planteamiento para retomar cuando llegue el momento.

No repetiré el buen hacer de Hickman y Ribic, que en cada entrega se superan, cada uno en su campo... El primero con guiones precisos y sin rodeos, bien adjudicados a cada personaje. El segundo impresionando con esos diseñados, todos los viejos héroes y villanos reconocibles pero nuevos, y con unas escenas de batalla llenas de grandiosidad.

La maniobra de acompañar Secret Wars con más de 50 colecciones paralelas cobra ahora sentido más allá del motivo económico y editorial, pues la envergadura del evento hace imposible contar todo lo que ocurre en una sola serie central.

A partir de ya comenzamos en Hello Friki a reseñar todas esas series…