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Crítica «Rune Factory 5»; la granja de la decepción

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Mejor no te hagas ilusiones, porque viene con ganas de romperlas en pedazos.

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Después de casi 10 años desde el lanzamiento de Rune Factory 4, Marvelous Inc. ha decidido abrir el baúl de los recuerdos para deleitarnos con una nueva entrega de la franquicia; Rune Factory 5. Siguiendo el modelo de sus predecesores, el juego ha salido como exclusivo en la consola más reciente de Nintendo, la Switch. Después de todo este tiempo son de esperar grandes cambios y mejoras en la saga, ¿pero qué nos puede ofrecer realmente Rune Factory 5?

Entre la calma y la catástrofe

En el tranquilo pueblo de Rigbarth, se han desencadenado una serie de fenómenos misteriosos que afectan directamente a las runas que mantienen el equilibrio entre la humanidad y la naturaleza.

Tras aparecer en las cercanías del pueblo y sin recordar nada, eres acogido por los pueblerinos, que te invitan a unirte a una organización llamada SEED, que ayuda a mantener la paz y proteger el pueblo de los monstruos. 

Sin embargo, cuando acecha el peligro que amenaza con romper la paz, tendremos que formar equipo con los habitantes del pueblo y embarcarnos a una aventura para desentrañar los misterios de la zona.

La mezcla de la decepción

Para poder hablar a fondo de Rune Factory 5, debemos recordar que se trata de un juego con varios apartados muy diferentes; las interacciones con los personajes, el simulador de granja y su lado RPG de mundo abierto. Desde luego, suena prometedor, ¿eh? Pero no nos precipitemos, porque viene cargadito de decepciones.

Si bien su punto fuerte es precisamente esa variedad de modos que mezcla, todo sumado a la filosofía de “juega a tu propio ritmo”, la cual vemos no solo en esta franquicia, sino también en sus “hermanos” de Harvest Moon, le falta profundizar bastante en los factores RPG y simulador de granja, por no mencionar sus catastróficos gráficos… Pero bueno, hablaremos de eso más adelante. Lo primero es lo primero.

Un modo de combate a tiempo real que tiene muchas cosas que pulir

Este factor es uno de los ejes principales de esta entrega, pero probablemente sea el peor de todo el juego. Está bastante bien pensado el modo de combate a tiempo real y me parece una idea genial que vayamos descubriendo combos de ataques en función subimos niveles. Tampoco debemos olvidar que tenemos todo tipo de armas diferentes entre las que escoger, pasando de espadas a lanzas, por ejemplo, lo que da bastantes posibilidades.

Sin embargo, hay un error muy grave que me ha parecido no malo, sino directamente desgarrador, algo que elimina casi por completo la gracia de este modo; solo con atacar a un enemigo, sabemos a ciencia cierta que este no se defenderá ni contraatacará. Es decir, que en combates 1v1 contra enemigos normales, es casi imposible perder. Ah, y cuidado con perder toda la vida, porque hay que pagar cantidades económicas desorbitadas para que nos curen.

Ya de por sí, aunque podamos cambiar la dificultad, esta no es especialmente alta, sino más bien mediocre, o eso diría si no fuera un mundo abierto con dificultad variable entre enemigos. Si queremos seguir un orden “adecuado” y hacer las cosas “bien”, el juego te dejará avanzar con calma, pero si alguien más entra en la etiqueta “tryhard”, puede buscar a esos enemigos con mayor fuerza e intentar no morir en el acto.

Un mundo abierto… de tamaño más bien reducido

Sí, habéis leído bien; mundo abierto. Desde luego, he de admitir que personalmente esta es mi parte favorita de la entrega. Eso sí, es un mapa de tamaño más bien reducido si lo comparamos con otros que cumplan con esta misma característica. Sin embargo, creo que es un gran acierto apostar por un mundo abierto en un juego que se rige por la filosofía de hacer las cosas al ritmo de cada uno y dejarse llevar por lo que nos apetezca. No solo nos ofrece la libertad de decidir qué queremos hacer, sino también de a dónde queremos ir, a quién nos queremos enfrentar, etc.

En fin, dentro de este mapa, repito, de tamaño reducido, encontramos varios biomas diferentes con todo tipo de monstruos en ellos; pasamos de la típica pradera a un desierto, montaña helada e incluso a un volcán. Y, como no podía faltar, en dichos biomas podremos encontrar varias mazmorras diferentes, aunque son bastante sencillas y aburridas y solo tienen entre dos y tres pisos, nada del otro mundo.

Eso sí, a pesar de su tamaño reducido, hay muchas zonas que quedan vacías, huecas. El mejor ejemplo es el propio pueblo de Rigbarth, que es absurdamente grande para tener cuatro casas por ahí desperdigadas, sin apenas decoración entre ellas, dando un aire muy poco realista. El hecho de que haya un par de NPCs sin nombre pululando por sus calles cada tanto tiempo no hace que deje de parecer un pueblo fantasma.

El fruto de la amistad

Como prácticamente todos los juegos de este estilo, podremos interactuar con los habitantes del pueblo para ser sus amigos… Y podemos llevarnos a ciertos solteros al altar, independientemente del género del protagonista o del personaje con el que queramos jugar, ya que esta entrega permite relaciones homosexuales.

Hay que tener en cuenta que las amistades que forjemos con los aldeanos tendrán su merecida recompensa; podemos pedirles que nos acompañen para usarlos de cebo para los monstruos en nuestras incursiones, y es que subir los niveles de amistad con ellos servirá para que estos nos acompañen de aventuras. Pobres ignorantes.

Aquí no acaban las quejas

Por supuesto, no debemos olvidar el sistema de granjas, en el que podemos capturar a monstruos para criarlos y cosechar el huerto con cultivos de temporada y demás. Sin embargo, no cuenta con especiales mejoras en el género, por lo que pasa a ser “un apartado más” que no profundiza lo necesario para destacar por encima de juegos como Stardew Valley o la anteriormente mencionada saga de Harvest Moon.

Y no debemos olvidarnos de un detalle increíblemente importante y absurdo al mismo tiempo. Como hemos visto, por ejemplo, en Story of Seasons: Pioneers of Olive Town, nuestras habilidades no solo mejorarán a través de herramientas nuevas o mejoradas, sino también a base de subir niveles. Hasta ahí todo muy bonito, está guay subir niveles por combatir, cosechar y tal, ¿pero alguien puede explicarme qué necesidad había de subir niveles por dormir?

Me he pasado un poco, ¿verdad?

El fracaso de su apartado gráfico

Desde luego, después de 10 años sin haber entregas nuevas de la franquicia y con el salto de la 3DS a la Switch, era de esperar una mejora gráfica significativa, y es que esta es la primera entrega de la saga con gráficos 3D. Si bien mantiene esos maravillosos dibujos estilo anime en los diálogos, aparte de contar con ciertas escenas animadas breves muy bien hechas, en cuanto a los modelos 3D de los personajes… no hay que prestar mucha atención para darnos cuenta de cómo el pelo, por ejemplo, les atraviesa el pecho o los brazos en más ocasiones de las que podamos llegar a contar. Y eso que solo hablamos de los personajes. Ah, y hasta podemos atravesar a personajes como si fuéramos fantasmas. Una imagen dice más que mil palabras, ¿no?

Puestos a dar opinión sobre las texturas de los lugares, ya sea del suelo, agua, árboles o cualquier otra cosa, nos encontramos con una calidad que brilla por su ausencia. Parece un juego de la PlayStation 3, no un triple A para la Switch de este mismo año.

Y ahí no acaba el asunto; la versión que hemos probado previa a su lanzamiento tenía una caída de FPS que empeoraba considerablemente la experiencia de juego, por no hablar de los tiempos de carga de entre 7 y 15 segundos solo por salir al mapa principal. Si bien son detalles que podrían arreglarse en futuros parches, no sería suficiente para arreglar todos los desperfectos de esta entrega.

Conclusión

En resumidas cuentas, Rune Factory 5 es una completa decepción tras 10 años de espera desde el último lanzamiento de la franquicia. No solo comete errores garrafales, en especial en el apartado gráfico y en la propia consistencia del juego, que no es capaz de mantener la estabilidad a nivel de FPS, sino que su mundo se siente “muerto y vacío”, y sus modos de juego son más bien “superficiales”. Es un juego que podría haber dado mucho más de sí mismo, pero se ha echado a perder por falta de ganas o, directamente, pereza.

Lo mejor

– Las interacciones con los personajes

– Las escenas animadas

– La variedad de armas que podemos utilizar

Lo peor

– La baja resolución de los gráficos

– Las caídas de FPS y las pantallas de carga

– El sistema de niveles

– La sencillez del modo de combate

– Su reducido mapa abierto y los huecos vacíos que hay en él

– La sencillez de las mazmorras

– Está en inglés

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