Crítica: «Remote Life», solo contra la Colmena alien
Historia
Jugabilidad
Gráficos
Duración
Muy Recomendable
Increíble que una sola persona haya desarrollado este sensacional shooter de naves
Que tendrán los shooter de naves que jamás pasan de moda. Quizá un poco la culpa la tengan todos esos desarrolladores que, enamorados de este género con tanta historia, se esfuerzan en traer siempre nuevas propuestas y originales títulos que, sin salirse de los estrechos márgenes que ofrece el género, saben innovar y logran mezclar la espectacularidad de gráficos 2D con una dificultad accesible aunque exigente.
Eso es precisamente lo que encontraron los usuarios de Steam en 2019 con este Remote Life, un juego creado por una sola persona, Mario Malagrino, y que ahora hace su aparición en todas las consolas gracias a la colaboración entre Next Game Level y Ratalaika Games.
Si os gustan este tipo de shooters de naves de scroll lateral y ensaladas de disparos y enemigos que llenan la pantalla, este juego sin duda os va a entusiasmar.
Un poco de contexto para engrasar el gatillo
Aunque la historia no suele ser lo importante, en Remote Life se han preocupado por crear un marco argumental que le de sentido a todo. Es el siguiente… Estamos en el año 2324 y la base lunar es atacada por unos belicosos seres extraterrestres, anunciando la llegada de una Colmena Alienígena que viene directa a la Tierra, dispuesta a poner fin a la paz de la que gozan los Países Unidos. John Leone es el héroe protagonista, piloto consumado, que se encargará de viajar al centro de la Colmena y plantarle cara a disparo limpio para acabar con los cientos de enemigos que se nos vienen en todo lo alto.
Y así el juego nos permite elegir la nave básica, con el armamento básico, para empezar nuestra misión. Lo primero que llama la atención es que el juego está dividido en 16 niveles que tendremos que ir superando uno a uno. El sistema de autoguardado solo nos permite salvar la partida cuando hemos completado cada nivel, por lo que fácilmente podremos perder todas las vidas de nuestra partida… y regresar al punto inicial de la misión que estemos jugando. Algo frustrante al principio, pero que termina aceptándose como «regla del juego»… sobre todo cuando tras varios intentos comprendes que las fases no entrañan una dificultad imposible y se trata de familiarizarse con las mecánicas, los enemigos y las estrategias.
Controles sencillos y buenos diseños
Esto es muy interesante, porque la jugabilidad no se basa únicamente en nuestra habilidad de esquivar disparos o paredes que se mueven, sino que también debemos aprender a combinar los distintos disparos que podemos almacenar, las bombas e incluso aprovechar elementos del entorno con los que interactuar. Con un controlador manejamos las direcciones de la nave para movernos por la pantalla y, con el otro, orientamos el disparo. Luego tenemos un botón para disparar, otro para cambiar el tipo de disparo y otro para las bombas. Y ya está. Así se reduce a mínimos el control del juego y nos podemos concentrar en lo que nos interesa: disfrutar.
El diseño de los niveles es muy original y combina escenarios tecnológicos con elementos orgánicos donde numerosos seres de todo tipo y condición aparecen por todos lados. Diseños alienígenas variados que incluyen tipos insectoides y otros más… aliens, también encontramos seres que combinan en su cuerpo partes biológicas con otras tecnológicas. No faltan cápsulas o «contenedores» que al reventarlos a disparos dejan escapar «cosas»… como cadáveres o larvas o ese tipo de desagradables sorpresas. Por supuesto, existen muchos enemigos de gran tamaño que nos pondrán en aprietos, y no solo nos referimos a los enemigos finales.
Es de agradecer que dentro de cada una de las 16 fases se activen misiones secundarias. Por ejemplo, a mitad de una de las fases se nos encarga la misión de custodiar una nave y evitar que sea destruida… y así tendremos que avanzar un buen trecho, ya no solo preocupándonos por nosotros mismos sino por la seguridad de nuestros protegidos.
Dispara primero y pregunta después
Además de guardar cada disparo para cada momento y lugar (y enemigo), tenemos la opción de utilizar elementos de pantalla como torretas o naves auxiliares que, estando disponibles durante solo un tramo del mapa, nos aliviarán el camino en más de una ocasión.
En este tipo de juegos hay dos elementos que marcan siempre la diferencia. Uno es la claridad (o la falta de ella) de elementos en pantalla, que a veces tapan los disparos y hace que esquivar y manejar la nave sea una pesadilla, porque terminas sin saber por donde vienen los proyectiles o los rayos. Esa confusión no existe en Remote Life. primero, porque los enemigos, en su mayoría orgánicos, no siembran la pantalla con ráfagas de disparos sino que buscan más el contacto, el choque. Eso no quiere decir que no tengamos que esquivar disparos, pero sí que se vuelve algo menos frustrante que en otros títulos. Esto no vale para los enemigos finales, por cierto, que se ensañan con nosotros lanzándonos todo lo que pueden… pero eso ya es otra historia.
El otro elemento que puede arruinar la jugabilidad de un shooter de naves es la extrema dificultad. Aquí tenemos cuatro niveles para elegir la que más se ajuste a nosotros y es fácil encontrar aquella con la que nos sintamos cómodos… que no sea un paseo pero tampoco un reto imposible.
La música acompaña siempre de manera velada la acción constante, enfatizando ciertos momentos y sin molestar nunca. En lo que sí repararemos cada rato es en el imaginativo diseño de los escenarios y los enemigos, así como de las acciones que acompañan la aventura y que están siempre pensadas para que este no sea un shooter más.
Desde luego, a nosotros nos ha encantado y hemos disfrutado (a veces sufrido) defendiendo a la Humanidad de esta horda de alienígenas conquistadores. Y no somos los únicos, las críticas están siendo unánimes con esta adaptación a consolas… tanto es así que la segunda parte ya está en camino y su pinta es sensacional. También la traeremos por aquí, pero de momento vamos a ver si somos capaces de desbloquear todo lo que encierra este Remote Life, un shooter que se inspira en los grandes para hacer algo nuevo.