Crítica: «Post York», el futuro que se viene
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Bien
Desgarradora visión de un futuro más que posible, centrada en Nueva York y en unos personajes concretos
James Romberger se ha propuesto dejarnos un desmoralizador vistazo al más que posible futuro que nos aguarda. La desmedida subida del nivel del mar es uno de los síntomas más evidentes y probables que tiene esto del cambio climático. Cuando esto se produzca (no «si esto se produce», que es algo que se da por hecho) las poblaciones costeras quedarán sumergidas irremediablemente.
La referencia cultural más recurrente a este tipo de desastre es la película de Kevin Costner, WaterWorld, pero hay más, como este sensacional cómic (o Novela Gráfica) con el que el autor nos da un toque de atención.
Crosby es el joven protagonista de la historia. Vive en una Nueva York casi completamente sumergida y habitada por grupos de jóvenes que se resguardan en las, antaño, partes más altas de los más altos edificios. Con botes improvisados o con embarcaciones que han sobrevivido van de aquí para allá buscando alimentos, recursos, etc. Pero Crosby ha elegido estar solo y así lo encontramos al inicio de la historia… y un encuentro con otro/a superviviente lo va a cambiar todo.
Como si nos quisiera decir que algo se puede hacer, que algo se puede cambiar, el autor nos relata tres versiones distintas del mismo suceso con tres consecuencias diferentes. Es como vivir una situación y lanzar una mirada a sus posibles variaciones. Una analogía al libre albedrío y a las consecuencias que tienen nuestros actos.
De esta manera conocemos un poco más a Crosby y a los circunstanciales secundarios que se cruzan en su vida. Momentos trágicos, momentos tensos, momentos dramáticos. El marco vital les aboca a un final prematuro y, probablemente, violento.
El mensaje de Romberger va más allá. Consciente de que los que sufrirán este desastre serán las generaciones más jóvenes, pone como protagonista a su propio hijo. El autor toma como modelo a su hijo en la vida real, que también se llama Crosby. Se entra así en un curioso juego de meta lenguaje, a modo de disculpa, de advertencia, de premonición.
El tono de Post York es marcadamente deprimente. A través de un blanco y negro puro se nos retrata magistralmente una ciudad rota, casi totalmente sumergida y casi despoblada donde la violencia marca la supervivencia y solo el ingenio y la precaución extrema te ayudan a sobrevivir un día más. Las imágenes de esta Post York son marcadamente ruinosas y sus protagonistas son muy reales. Aquí no hay héroes ni villanos, solo supervivientes.
Visualmente la obra muestra una narratival zigzagueante, en movimiento, con las viñetas casi desordenadas y descolocadas, marcando un poco el eterno balanceo del agua, siempre presente, así como la sensación constante de intranquilidad que viven los protagonistas. Además, se apoya siempre en lo visual y huye de grandes textos o párrafos, construyendo la historia casi exclusivamente por lo que se ve (no por lo que se lee). Ahí se comprueba el talento del autor para hilar la aventura de Crosby y hacerla amena y entendible.
En cuanto a los extras podemos destacar las notas del autor, explicativas y esclarecedoras en todo, acompañadas de bocetos y dibujos a color. Pero sobre todo destaca esa especie de informe sobre la situación climática que desencadenará el desastre. A través de 8 preguntas que el autor hace a una serie de expertos climáticos nos aclara hasta que punto lo que se cuenta en Post York es posible. Y no es agradable leer las respuestas, os lo adelanto.
Un cómic de alto valor artístico y con un punto deprimente, aunque real. Con meta lenguaje y guiños a la cuarta pared, como vinculándonos a los lectores con lo que hay en las páginas. Que, por desgracia, es posible que algunos vean.
- Post York. Planeta Cómic
- edición original. Post York. Dark Horse
- cartoné. B/N y páginas extra a color. 120 pp. 20€