Crítica: «Pathfinder: Kingmaker Definitive Edition» para PS4, rol en estado puro.
Historia
Jugabilidad
Gráficos
Imperdible para los roleros
Un juego denso y rico que engancha poco a poco... quizá demasiado poco al principio. Si te haces con él te enamorará.
Los aficionados a los juegos de rol seguro que conocen el Pathfinder. Su aparición en 2009 en EE.UU. reveló un mundo y un juego rico en historia y personajes, heredero del clásico D&D del que, según muchos, este es su evolución. Aquí también llegó de la mano de Devir y su éxito le ha llevado a tener, a día de hoy, varias revisiones y reediciones (de bolsillo y avanzadas), aparte de muchos módulos de juego. Con este éxito no era de extrañar que se pusieran los ojos (y los intereses) sobre esta franquicia para llevarla al mundo del videojuego. Así fue y, tras una exitosa campaña de crowfunding, llegó a los PCs hace poco más de dos años.
Una historia riquísima, unos personajes muy profundos y multitud de detalles consiguieron convertir el título en todo un referente. Trasladaba como pocos la experiencia de jugar al rol, con tablas y dados, a la pantalla del ordenador. Ha pasado el tiempo y Owlcat Games y Deep Silver lo llevan a las consolas, a PS4 y Xbox One. Nosotros hemos tenido la oportunidad de jugarlo en esta última y os vamos a contar nuestras impresiones.
¿Han conseguido adaptar con éxito a las consolas un juego pensado para ordenador? ¿La complejidad del juego y su mundo es apta para ti? ¿Qué ofrece de nuevo? Si estás interesado, aunque sea un poco, en los video-juegos de rol, deberías seguir leyendo…
Argumento, Historia, Personajes…
La historia que ofrece Pathfinder: Kingmaker es rica, riquísima, y tan extensa y variable que vosotros mismos la iréis construyendo con el devenir de los acontecimientos… de los que no solo vais a formar parte, sino que en gran medida los vais a propiciar. Pero vamos por partes. Comenzamos la aventura cuando creamos a nuestro personaje con un editor bastante aceptable en el que destacan la gran variedad de razas para elegir, nueve, además de las 16 clases… con varias ramificaciones cada una. Es decir, cada jugador puede personalizar a su gusto su personaje, no habrá dos iguales, como si de una ficha de juego de rol se tratase, porque las características también las podemos modificar, así como los atributos, habilidades, y un largo etcétera. Sin ir más lejos, yo mismo me cree una especie de Solomon Kane, un beato guerrero con conocimientos de magia, sombrero de ala ancha incluido.
La aventura se inicia en el salón de un palacio, donde nos han convocado junto a un nutrido grupo de guerreros y mercenarios, así que allí comenzaremos a conocer a los que serán nuestros compañeros de correrías. Llegan Jamandi Aldori, la Señora de la Espada y Joseph Sellemius, para explicarnos el motivo de la convocatoria: un grupo de villanos se ha adueñado del territorio conocido como Las Tierras Robadas, al sur de Restov, dirigidos por el temible Stag Lord. Nuestra misión será echarles de allí y, si lo conseguimos, nos nombrarán Barón.
Ese será el final del primer acto y, prácticamente, el inicio del juego. A partir de este punto llega un factor interesante en el mismo, la estrategia. Tras construir nuestras propias villas tendremos que hacerlas crecer, lidiar con los «vecinos» y controlar a nuestros vasallos. Lo desarrollamos más en el siguiente apartado, que ahora vamos con los personajes.
En Pathfinder no lucharemos solos, cinco compañeros nos acompañarán en la batalla de los 12 que podremos seleccionar. Y no serán meros compañeros de combate, porque la narrativa de este juego consigue que nuestros aliados sean algo más que secundarios. Cada uno tiene su historia, su pasado y sus motivaciones, que le llevarán a tomar decisiones importantes en determinados momentos. Nuestra relación con cada uno de ellos, no hace falta decirlo, marcará también su fidelidad a nuestra causa. Esto enriquece todavía más la historia que vivimos en Pathfinder, que ya de por sí es una auténtica novela. Y esto no es solo una manera de hablar… en no pocas ocasiones la pantalla se convierte en páginas que relatan acontecimientos y que nos permiten hacer elecciones. Otra vez: como si de un juego de rol de mesa se tratase.
Estilo de juego, Jugabilidad…
El reto de llevar el control del PC a consolas no era sencillo. Este tipo de juegos pide a gritos un ratón y un teclado y sacarlos de ahí para imponer las limitaciones del pad es arriesgado. Pero la gente de Owlcat Games no solo lo ha conseguido sino que hacen un doble salto mortal y suben la apuesta. La clave de esta llamada Definitive Edition: implantar un sistema de combate por turnos para acercar la experiencia, todavía más, a lo que es un juego de rol de mesa. La versión PC contaba con un sistema de combate en tiempo real, pero con la opción de pulsar pausa y ordenar acciones. Para la Definitive Edition podemos elegir entre los dos modos, por turnos o en tiempo real con pausa… y no solo eso, sino que pulsando un simple botón alternamos los modos. ¡¡Y funciona de maravilla!!
Se mueven los innumerables personajes con mucha soltura y siempre podemos tener el control de la situación, observando estadísticas, posibilidades, etc. con su sistema sencillo de control. Por ejemplo: elegimos el modo por turnos y nos fijamos en la barra vertical lateral derecha, donde aparece el orden de actuación de cada personaje. Entonces ponemos el puntero sobre el personaje que le toca actuar y elegimos si se mueve (en ese caso una línea de puntos discontinua nos indica por donde puede pasar y hasta donde llega), o si ataca con arma a distancia, cuerpo a cuerpo, con hechizo, etc. Podemos pasar entonces al modo tiempo real y ver como se desarrolla la acción… o bien dejar pasar su turno y tomar el control del siguiente personaje.
La vista aérea tipo Diablo permite tener una visión completa del escenario, pero la cámara permanece estática y algunos detalles se nos pierden. Un pequeño fallo que no tiene mayor importancia.
Pero ojo, que llegamos a las Tierras Robadas y no solo tendremos que luchar. Ahora somos Barones y nos corresponde la tarea de crear ciudades y regentarlas… no hace falta decir que el juego gana en profundidad y se enriquece con la llegada de nuevas maneras de avanzar en él, gestionando recursos, ordenando estrategias… Porque vamos a tener que decidir como queremos pasar a la historia: como gobernante justo y bueno o como un tirano. Cuidado, que ambas elecciones tienen sus complicaciones ya que, si somos demasiado permisivos podrán surgir facciones rebeldes que se nieguen a pagar impuestos o podemos ser atacados por reinos vecinos. Si somos duros y crueles, el pueblo se puede sublevar y llevarnos a la guillotina. El juego se acaba si perdemos el reino, mucho cuidado.
La gestión de Las Tierras Robadas incluye también que decidamos entre nuestros personajes de confianza para delegar en ellos tareas como la seguridad o el tesoro. Podemos dejar la gestión de las ciudades a la consola, es cierto, pero nos perderemos uno de los encantos del juego. Además, no penséis que llegados a este punto el juego se vuelve estrategia sin más, que va: seguiremos haciendo misiones y corriendo aventuras, porque el mundo de Pathfinder es asombrosamente grande y rico.
Gráficos y banda sonora…
La vista aérea es constante y para ello no requiere un despliegue gráfico demasiado exigente, porque cumple bien con su objetivo y la recreación del mundo, que es aquí lo importante. En ese aspecto es magistral: Desde mazmorras a bosques o parajes helados, desde palacios a catacumbas o pantanos, todo está detallado y recreado con mucho gusto. Una lástima, repetimos, que durante los combates no podamos mover la cámara.
El diseño de las razas, personajes y monstruos, piedra angular para este tipo de juegos, está perfecta. Desde el mismo inicio, cuando se nos presentan las razas, notamos que se ha puesto un cuidado especial en ello. El diseño de las distintas partes del juego es también admirable, ya sean las ilustraciones que acompañan algunos momentos o los escenarios. La variedad de enemigos es aplastante y encontramos prácticamente todo lo que podemos esperar… y más. Y de todos los tamaños. En los combates más complicados o multitudinarios podemos padecer ralentizaciones que no dejan de ser molestas.
El juego tiene cientos y cientos (y cientos y cientos) de líneas de texto, necesario para crear una historia tan rica, pero están todos en inglés. Que las voces vengan en inglés es algo que ya todos esperábamos, pero los textos… nos ha pillado por sorpresa. Cierto que así es como llegó a PC, pero ya existe una traducción muy profesional disponible para ese formato. Ojalá la adapten a consola porque la densidad (y calidad) de textos y los diálogos la hace casi imprescindible si no tienes un buen nivel de inglés.
Impresiones finales…
Pathfinder: Kingmaker es un juego asombroso. Comienza como una aventura de rol fantástico medieval y va enmarañándose con una historia absorbente y compleja, rica y cambiante. Acompañada con su sistema de juego profundo y sus personajes, se convierte en un imprescindible para los fanáticos de este tipo de productos. Puede ser el videojuego más cercano a un juego de rol de mesa que existe ahora mismo en consola. Controlar cada parámetro de los personajes, coordinar ataques físicos con magias, distintos tipos de personajes, mil aventuras y misiones… puede abrumar al jugador casual pero enamorar al aficionado.
Esta edición, además, incluye todos los dlc aparecidos: The Wildcards, Varnhold’s Lot y Beneath The Stolen Lands, con lo que las horas de juego se multiplican. La Definitive Edition incorpora también mejoras como más hechizos, más armas, más gore…
Por desgracia su riquísimo texto puede ser también su peor baza… si no tienes buen nivel de inglés. Pero si estás dispuesto a vivir una experiencia de juego profunda y creciente, rol en estado puro… adelante.
Lo Mejor…
- Una riqueza narrativa brutal
- Sistema de combate versátil
- Mil cosas por hacer
- Incluye todos los DLCs
- El juego va creciendo hasta que te atrapa
Lo Peor…
- Algunas ralentizaciones molestas
- El idioma. Un juego tan denso debería estar traducido