Crítica: «Paria. Volumen 4» Bajo el Ala del Diablo
Resumen de la Crítica
General
Guión
Dibujo
Personajes
Historia
Edición
Para fans de Kirkman
Peligroso estancamiento de la serie que intenta acelerar en su tramo final
A Robert Kirkman se le conoce de sobra por su serie llevada a la TV, The Walking Dead (Los Muertos Vivientes, en Planeta Cómic). Pero el escritor y guionista es reconocido en el mundo de los lectores por otras obras, incluso una de ellas, Invencible, que termina su publicación en estos mismos momentos, está considerado como uno de los mejores cómics de superhéroes de los últimos años (su versión cinematográfica está en marcha, claro). Una de sus nuevas series es esta Paria, que acaba de ver publicado su tomo cuarto y cuyos primeros volúmenes os hemos ido trayendo a la web. Otra más que tiene su equivalente en imagen real: Outcast.
Paria arrancó de manera sosegada pero intensa… presentándonos a unos protagonistas atormentados y estigmatizados: Kyle Barnes y el Padre Anderson. Ambos descubrían como en su pueblo había un desconcertantemente amplio número de personas poseídas. Dichas posesiones han ido acompañando a Kyle desde siempre, llegando a destrozar su vida familiar y social. Pero él tiene un extraño don, un extraño poder, que le permite eliminar la presencia ¿demoníaca? de los poseídos mediante el contacto físico, habitualmente usando cierto grado de violencia. Los tintes de epidemia de posesiones que ha ido apoderándose de Paria, dando siempre la sensación de que los protagonistas no podían escapar y la amenaza los atosigaba sin descanso, ha ido en constante crecimiento, inexorable. Claustrofobia y agobio transmitía el cómic a través de los guiones herméticos de Kirkman y los dibujos lóbregos de Azaceta, dominados por una omnipresente oscuridad.
Así hemos llegado a este cuarto volumen llamado «Bajo el Ala del Diablo»… y ahí seguimos. La parsimonia y lentitud con la que Kirkman sigue narrando los hechos llega, a estas alturas, a desesperar un poco. Suceden cosas, es cierto… pero lo hacen entre larguísimas escenas de diálogo que siempre terminan siendo las mismas explicaciones ambiguas y frases a medias que nada cierran. Mucho guión, mucha charla… para terminar contando nada o volver a lo mismo de siempre. El misterio, la tensión y la intriga se pueden mantener un tiempo, pero si no se desarrollan en su momento justo y se dilatan demasiado en el tiempo, se enquistan y producen tedio.
Esas largas conversaciones están intercaladas con escenas de violencia y peleas de puños, para romper el ritmo… pero entre tanto golpe y patada terminan siempre regresando al punto de partida. Y es una pena, porque este tomo sí arranca en un momento dado, justo cuando un tercer personaje se une a la causa de los incomprendidos protagonistas (¿quién va a creer a un paria maltratador y un cura rarito que aseguran que la mitad de la gente del pueblo está poseída?). Por fin llega el momento en el que algunos secundarios importantes empiezan a entender que sí, que algo terrible está pasando. Y como lector piensas: «¡Ya era hora!» Otro truco marca Kirkman es utilizado también aquí… el cliffhanger al final del tomo. Un suceso radical que puede cambiarlo todo (o no), pero por desgracia queda tan aislado y llega tan tarde que no puedes evitar pensar en lo estratégico del momento, pensado para que no decaiga del todo nuestro interés.
Desde luego Kirkman no es mal guionista y sabe dotar de elocuencia y personalidad a los tipos que pueblan la serie. Debería controlar más el ritmo, eso sí, y pensar que el argumento a llegado a un callejón sin salida que requiere un cambio radical para sobrevivir, un paso que haga avanzar el estático y eterno momento en el que se ve envuelta Paria, como en un bucle. Es hora de abandonar el pueblo o de incluir nuevos personajes o de avanzar en los planes de invasión que parecen entreverse en los movimientos de los poseídos.
El dibujo de Paul Azaceta baja un escalón con respecto a los tomos previos, sin llegar de lejos a ser malo… pero sí muestra síntomas de agotamiento y de necesitar un revulsivo argumental que, como artista, le permita renovar escenarios, personajes y ambientes. Es posible que el encallamiento de la serie le esté pasando factura, al igual que al lector. Pero Azaceta sigue mostrándose coherente con el estilo de Paria y muestra con su arte toda la oscuridad y el siniestro entorno que necesita. Sus trazos bruscos y sus escenarios sombríos y lóbregos, sobrados de tinta y borrosos, forman parte del encanto y particularidad de la colección.
Paria necesita avanzar en su argumento y los hechos que concluyen este tomo apuntan a ello. Kirkman a exprimido durante demasiado tiempo el magnético arranque de la serie, pero a estas alturas ni siquiera el fabulosos dibujo de Azaceta puede salvarla por mucho tiempo más. Estamos seguros de que remontará y Paria nos tiene reservados aun increíbles y emocionantes nuevos momentos.
- Paria volumen 4: Bajo el Ala del Diablo. Planeta Cómic
- edición original: Outcast 19-24 Image
- rústica. 136 pp. color. 15,95 €