Crítica: «Parasyte 4», parasitando algo más que cuerpos.
Resumen de la Crítica
General
Guión
Dibujo
Personajes
Historia
Edición
Recomendable.
Poco a poco avanza la particular invasión parasitaria removiendo cada vez más la vida de Shinichi.
Shinichi y Miggy comparten una peculiar forma de asociación. Una velada invasión parasitaria que se apodera de los seres humanos cuando los congéneres de Miggy suplantan sus cabezas y se apoderan del resto del cuerpo… sin embargo, Shinichi pudo evitar que penetrase en su cabeza… pero no en su mano derecha. Desde entonces ambos coexisten en el mismo cuerpo, siendo el brazo derecho lo único que controla este extraño ser y estando obligados a coexistir para la supervivencia de ambos. Mientras tanto, las personas parasitadas, que se alimentan de humanos, han podido vivir de manera anónima hasta el final del tomo anterior, en el que un ser era capturado tras la masacre que cometió… y solo por la intervención de Shinichi y Miggy.
Con este cuarto tomo nos situamos en el ecuador de la serie, que sigue avanzando de manera lenta pero consistente, dando tiempo al autor para preparar el terreno a los grandes cambios que empezaban a intuirse en el tomo 3, pero se inician en el actual. Para empezar, la simbiosis entre Shinichi y Miggy ha dado paso a un ser totalmente nuevo, pues sin perder su aspecto humano comienza a darse cuenta de como y cuanto le influye el ser parasitario en sus emociones. El cambio se produce en Shinichi a niveles poco fáciles de percibir, pero que se muestran evidentes cuando las situaciones cotidianas dejan de serlo. A nivel físico la mejora es también considerable, permitiendo a Shinichi no depender por entero de Miggy para su supervivencia. Sin embargo, los cambios más interesantes se dan, sin duda, en la invasión iniciada por estos parásitos. Conscientes de estar en desventaja numérica ante los humanos y conocedores, con la experiencia y el tiempo, de que solo el anonimato les proporcionará su conservación, era inevitable que se organizasen y se integrasen en los órganos administrativos y dirigentes de los hombres.
Es un paso lógico en una serie de dilatada duración, además de añadir nuevos elementos y potenciarlos para evitar que la historia se estanque en una sucesión de escenas gore y en las diatribas adolescentes de Shinichi. Ahora está obligado a madurar, porque la amenaza ya no está desorganizada ni tampoco le ignora… Este es un tomo definitivamente de inflexión ya no solo por esta evolución lógica en el sistema de organización de los parásitos, sino por dos nuevos acontecimientos que cierran el tomo. La muerte de un secundario importante y las consecuencias que conlleva en el interior de Shinichi/Miggy y el posible desenmascaramiento del mismo Shinichi, que pendía de un hilo por la acumulación de situaciones y que estalla ahora. Esto no puede más que dejar a nuestro(s) protagonista(s) en delicada situación, encontrándose enfrentados contra la comunidad parasitada y la comunidad humana.
Hitoshi Iwaaki medita cada nuevo giro en los acontecimientos, hilando una historia que avanza firme y segura hacia situaciones que se pueden intuir y que, en realidad no pillan al lector por sorpresa, pero el planeado avance consigue que cada uno de estos giros sume intensidad a la globalidad de la obra, haciendo que cada tomo sea un escalón más hacia un final apoteósico. Siguen siendo diálogos sencillos, sin grandes parrafadas metafísicas ni pensamientos profundos, eso se lo deja al lector y sus propias reflexiones sobre lo que cuenta la obra, y es que en realidad los protagonistas de Parasyte son jóvenes y como tales actúan. Anteriormente hemos comprobado como se desenvuelve el autor cuando científicos, policía, etc. entra en escena, así que esta ligereza en el guión queda totalmente justificada y no es síntoma de carencia por parte de Iwaaki. En este aspecto es muy interesante que Planeta Cómic haya incluido algunos correos de los lectores (y sus consiguientes respuestas por parte del autor). Así conocemos de primera mano las sensaciones que Parasyte causó cuando fue publicado y las explicaciones que el propio Iwaaki da de su obra, entendiendo mejor la crítica y las reflexiones que este incluye en cada parte de su trabajo.
Aunque Iwaaki no destaca como dibujante, su talento en este campo es de sobra suficiente para ilustrar Parasyte. Carencias evidentes en el dibujo de personajes y, todavía más, en los entornos, que no restan al dinamismo de la historia y que, incluso, potencian los momentos de terror y gore que tiene este manga, donde su nivel de cuidado gráfico si se pone en lo más alto intentando que los parásitos se perciban como una amenaza horrible e inhumana capaz de cualquier brutalidad.
Parasyte sigue siendo un manga digno de recomendar, tan candente y de actualidad ahora como cuando se publicó en Japón, hace nada menos que 20 años. Mucho tiempo para que una obra como esta no apareciese por aquí, así que no dejéis de darle una oportunidad. Vale la pena.
- Parasyte 4. Planeta Cómic.
- rústica con solapas. b/n y color. 288 pp. 9,95 €