Crítica: “Osamu Tezuka 10: Prime Rose”
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“¿Tanto miedo te ha dado matar a una persona?”
Historia de ciencia ficción épica y ambiciosa donde las inquietudes humanistas de su autor se aprecian en su totalidad.
Compendio de los escenarios futuristas más rompedores de la ficción, Primer Rose supone unos de los principales pilares del último periodo de creación de Osamu Tezuka.
Su propósito humanista y denuncia social a gran escala sirve de nuevo como núcleo para desarrollar una historia marca de la casa por sus tintes épicos y abundante dramatismo escrito para que lo entienda todo el mundo. Su estilo gráfico no permite otra cosa pero en este caso no ha sido óbice para plasmar la violencia física y psíquica de una forma más explícita que nunca.
Puesto que la aventura de su protagonista Emiya y unos cuantos secundarios es un viaje por varios infiernos, al tener la estructura de historia río de numerosas etapas por lo voluminosa que es, más de 850 páginas, las bajadas y subidas en tensión dramática son constantes y en más de una ocasión, desasosegantes. Pero como el estilo visual de Tezuka no cambia ya sea el tono que sea, la potencia emocional de estos momentos es más contundente íntimamente por aquello de “con este dibujo, no pega algo tan duro y cruel”.
Además, sigue con su esquema tradicional de colocar adolescentes y jovencitos en situaciones límites imposibles de soportar para los individuos más maduros. En este caso, el sufrimiento infligido a Emiya es tanto brutal como esperanzador. Además, la introduce en dilemas paternofiliales altos y en un triángulo amoroso muy bien escrito al estar los intereses románticos tan enfrentados entre sí pero con una serie de semejanzas que les acercan más que les alejan en lo sentimental por su espíritu guerrero y combativo.
La riqueza de ambientes y paisajes es su mayor baza. Es espectacular. Nos adentramos desde el principio en una sociedad futurista y avanzada pero que no renuncia a la violencia como espectáculo a pesar de que los jugadores sean críos. Las desigualdades sociales van más allá de lo económico al colocar un grupo dominante y otro subordinado, clara metáfora de los totalitarismos y la discrimación más injusta. Con un sistema penitenciario desolador y distópica que se ensancha por sus reglas enfocadas a construir monstruosas esculturas sin más propósito que tener ocupado a los reclusos. Reclusos que a su vez tienen sus grados diferenciados, lo que conlleva observar penados más privilegiados que otros.
Y si estos conceptos no son suficientes, un grueso de la obra transcurre en entornos desérticos y apocalípticos poblados por criaturas letales de gran diseño artístico y una raza de apariencia anfibia que funciona como el tercer mundo de esta sociedad. Aquí sin duda lo más alucinante es cuando se combina la alta tecnología de la urbe ciberpunkera con vehículos militares muy bien atinados en lo gráfico en combates militares de grandes panorámicas. Tezuka está inmenso en este apartado por su generosidad al lápiz de darle trasfondo y amplia visión en todos los combates.
Que esto lo traspasa cuando se trata de presentar la arquitectura futurista con muchos detalles cuando se trata de explorar cómo viven los poderosos y cómo se organizan las instalaciones computerizadas. El contraste de escenarios destaca bastante por estos detalles, desiertos y terrenos hostiles tipo John Carter y ciudades tecnificadas tipo Blade Runner separadas por unos metros.
Si lo anterior no es poco, Tezuka introduce dos vías al intercalar en estos escenarios elementos de ciencia ficción de viajes en el tiempo y fantasía metahumana y espacial con demonios cósmicos incluidos a lo Lovecraft.
Como se puede observar, Tezuka se desata en conceptos pero consigue dar ese equilibrio para no empachar de información y estructurar las tramas para dejarte con ganas de más. Que es la principal baza de su obra. Ya sean dramas de peso como aventuras más ligeras, es único con la cadencia de continuarás.
Donde también está acelerado pero en peor sentido, es con el humor. Aunque te presente una obra de terror, los monigotes y el uso de expresiones infantiles no fallan. Pero siempre en su justa medida, como pasa en algunos seinen. No pasa nada porque ya conocemos a su autor y el mercado nipón. Y en esas obras eran más bien escasas las ocasiones en las que se metían. Pero aquí se pasa de frenada. No le resta pasión a la lectura pero la repetición no mola. Donde se le va del todo es con la sexualización de determinado personaje (y no es la protagonista) y la mirada de un crío al respecto.
Prime Rose es una historia de ciencia ficción muy grande y ambiciosa. Donde las inquietudes humanistas de Osamu Tezuka se aprecian en su totalidad y donde crea una cantidad de conceptos que adaptados a lo adulto como hizo Urasawa en Pluto, puede dar una serie de larga duración apabullante.
Prime Rose, Tezuka Productions. Prime Rose, Editorial Planeta. Cartoné. 888 págs. B&N. Pvp: 45,00 €.