Crítica: «Nemo: Corazón de Hielo», de Alan Moore y Kevin O’Neill

Entre 1999 y 2000 llegó a nuestras manos y nuestros ojos la miniserie «La Liga de los Hombre Extraordinarios», en la que asistíamos a la unión aventurera de diversos personajes ficticios de las novelas victorianas, tales como Alla Quatermain, el Capitán Nemo o el mismísimo Dr. Jeckyll. Los encargados de esta genial iniciativa argumental fueron Alan Moore y Kevin O’Neill y, aunque el intento cinematográfico salió algo torcido, la franquicia ha seguido publicándose con nuevas aventuras durante todos estos años, aunque de forma aperiódica.

Así pues, llegamos a la actualidad con la publicación de este nuevo tomo de la saga, aunque en esta ocasión protagoniza la aventura una sola persona: Janni Dakkar, la hija del Capitán Nemo, que ahora capitanea con mano férrea el asombroso vehículo submarino de su padre, el Nautilus.

La historia comienza con una Janni cansada del mundo de la piratería y decidida a explorar una remota zona a la que su padre llegó y cuya experiencia mantuvo en secreto, debido a los horrores que allí contempló. Acompañaremos a parte de la tripulación del Nautilus en esta misión de exploración, mientras un grupo de curiosos mercenarios (por llamarlos de alguna forma) persiguen a Janni como venganza por uno de sus últimos pillajes. En el temible escenario, la narración llega a fundirse con una de las obras inmortales de Lovecraft, En las Montañas de la Locura, lo que dá al comic un regusto antiguo y familiar que el lector de H.P. Lovecraft saboreará con gusto.

Lamentablemente esto ya no es lo que era. Tanto Moore como O’Neill son autores que no tienen que demostrar nada, su oficio se nota en cada página e incluso veo a un O’Neill mucho más regular que en las anteriores entregas. Lo que ha quedado fuera de lugar es la franquicia, que ya ni sorprende ni motiva. Los personajes protagonistas carecen del gancho aquel que tenían los primeros «Caballeros» y sus aventuras han perdido interés. Pero no deja de ser una lectura recomendable, principalmente por el argumento antes mencionado: el oficio de sus autores. Saben adornar el comic con referencias omnipresentes y, en muchas ocasiones, geniales. Mención destacada al Hombre de Vapor de las Praderas (novela de Edward Ellis) y al protagonismo final de los seres abisales y espaciales recreados por Lovecraft. Y mención destacadísima a la aparición del mismísimo D’Artacan (sí señores, el de los Mosqueperros!)

Mención especial merece la edición con la que Planeta presenta este tomo, optando por la tapa dura, que se echaba en falta en las anteriores y recientes publicaciones de La Liga de los Hombres Extraordinarios. La edición es algo más cara, pero gana en elegancia y consistencia. Algo que una obra de Alan Moore y Kevin O’Neill merece sin discusión. Muy recomendable para los que quieran seguir explorando esta, a veces, injustamente olvidada franquicia.