Crítica: «Mujirushi. El signo de los sueños», artista de guante blanco

Las obras de Naoki Urasawa siempre destacan por su trama cambiante y sus poderosos personajes. También por saber rescatar, en muchas ocasiones, iconos de su cultura y remezclarlos con la occidental, para crear esas interesantes historias con las que se ha ganado a los lectores de todo el mundo. Una de sus obras que desconocíamos era esta Mujirushi, que Planeta Cómic publica en tomo único para gozo y disfrute de todo aquel que se atreva a darle una oportunidad.

Los seguidores del autor encontrarán aquí sus mejores fórmulas, reconociendo a un Urasawa cómodo y entregado. Los lectores que lleguen por primera vez, podrán disfrutar de una historia cerrada repleta de sorpresas, personajes maravillosos y momentos memorables que mezclan realidad y ficción.

Contando un poco de la trama…

La pareja protagonista la forman un padre y su hijita, (Kamoda y su hija Kasumi) sumidos en la más absoluta ruina tras fracasar un intento de negocio que no solo acabó con sus ahorros, sino con el matrimonio supuestamente feliz. En un callejón sin salida de pobreza y depresión, Kamoda delira y sigue a un enigmatico cuervo que les conduce hasta una casa. Allí les espera el Director, un curioso personaje especializado en el tráfico de Arte. Es un ladrón de cuadros un tanto peculiar: hace copias exactas de una obra. Roba la obra en cuestión del museo. Vende las copias como si fueran la original. Una vez vendidas, devuelve la obra original al museo, sin daño ninguno.

El Director les ofrece un trato. Viajar hasta París y robar del Louvre una de las obras pictóricas más conocidas. Ocultarla en el mismo museo y, una vez vendidas las copias falsas, devolverla. Por supuesto, aceptarán… y así dará comienzo una aventura que mezcla tensión, drama, humor y mucha crítica.

Como siempre, la factura artística de Naoki es impecable. Los escenarios de Tokio dan paso a una recreación sensacional y delicada de las calles de París, y retrata el Louvre con aun más cuidado y dedicación. Un despliegue visual en lo artístico que excusa por si mismo la compra del manga. Tampoco sorprende la genial historia que cuenta y como la cuenta. Sin duda, al ser solo un tomo, Urasawa consigue mantener un ritmo más llevadero que con otras obras suyas de mayor extensión. Además, encuentra tiempo y ocasión para desarrollar unos personajes que acaban atrapándonos y emocionándonos.

Este manga fue un encargo del propio museo francés al autor. Debía ser incluído en una exposición sobre el noveno Arte que allí se expondría… pero no llegó a tiempo. Aun así, Urasawa sacó el proyecto (un par de años tarde, publicándolo por capítulos) auspiciado por el Louvre, donde viajó en alguna que otra ocasión para tomar notas y fotografías. Y no acaba ahí…

Esa curiosa historia de ladrones de arte que falsifican las obras y luego las devuelven intactas está sacada de la realidad. Pasó con la Mona Lisa, tal cual se cuenta aquí. Podéis buscar información en internet o escuchar este podcast de la genial Nieves Concostrina, Acontece que no es poco. Y hay más…

El personaje de El Director es un homenaje a otro personaje clásico del anime y el manga japonés. Se trata de Iyami, creado por Fujio Akatsuka y Kenichiro Takai como protagonista de Osomatsu-kun. Hiper conocido y toda una referencia que tuvo su apogeo en los años ’80 y representa a un tipo algo desagradable que se da aires altivos y alardea de conocer a fondo París, donde dice que vivió. Sin embargo, todo hace sospechar que no es más que un embaucador que todo se lo inventa.

Como veis, una obra con muchas capas y muchas aristas. Aun así ni siquiera hace falta conocerlas o tenerlas en cuenta. Mujirushi funciona por sí solo como una obra sensacional y divertida que hará las delicias de todo lector tanto por lo que cuenta como por la manera en que lo hace. Un Urasawa dando lo mejor de sí. Y eso es mucho.