Crítica: «Mara», de Brian Wood y Ming Doyle. Humana, Heroína, Diosa.

Brian Wood es uno de los guionistas más destacados del panorama actual dentro del mundo del cómic. Prácticamente todos sus trabajos son excelentes y nunca baja el listón, ya esté guionizando una serie de mutantes para Marvel, creando maravillas en el sello Vértigo del calibre de DMZ, escribiendo aventuras de nuestro cimmerio favorito para Dark Horse o, como en esta ocasión, realizando un trabajo todavía más independiente bajo el paraguas de esa compañía llamada Image, a la que los aficionados al buen cómic cada vez debemos más.

En 2012-2013 salió a la venta una serie limitada de seis números llamada «Mara», guionizada por Brian Wood y dibujada por Ming Doyle y que Planeta acaba de publicar en tomo único, de forma acertada y lujosa, recopilando la serie completa y añadiendo portadas, ilustraciones, etc.

«Mara», nos sitúa en un futuro cercano donde las naciones han optado por invertir en el deporte de élite como bálsamo y pantalla de humo a los problemas reales, creando una fascinación y dependencia absoluta de la población hacia esta forma de entretenimiento. Una vez globalizada el ansia deportiva, se han creado deportistas perfectos, con habilidad asombrosa… impensables solo una generación antes. No hay ni que decir que este perfeccionamiento físico ha sido usado también para el reclutamiento de soldados! Y como el deporte (todo tipo de deporte) es ahora el dominador absoluto del ocio planetario… las grandes corporaciones han entrado directas para obtener todos los beneficios posibles.

De entre todos estos deportistas hay una que brilla muy por encima de los demás: Mara Prince, la imbatible jugadora de voleyball. Una megaestrella adorada por el público, seguida e imitada como un verdadero icono de perfección. Pero todo cambiará cuando Mara comience a manifestar extrañas habilidades, superpoderes que aparecen de forma espontánea y van a dar un giro radical a su vida, privada y pública.

Este es el argumento inicial de Mara, que nos es presentado de forma magistral por un experimentado guionista como es Brian Wood. Desde ese comienzo en el que las noticias que escuchamos por las TVs se encargan de ponernos en situación, de hacernos ver en que estado político y social se encuentra el mundo (muy hábil Brian!) hasta los pasos que van llevando a la protagonista a su trascendencia vital. Todo está contado de forma calculada, matemática… para conseguir que la lectura vaya ascendiendo de forma ininterrumpida, vaya ganando en intensidad y en emotividad. Un grandísimo ejercicio literario solo al alcance de escritores veteranos y aventajados.

Desgraciadamente el dibujo no está a la altura… se nota cierta inexperiencia en él. Trazos excesivamente rígidos y figuras algo forzadas que, para ser justos, tampoco llegan a sacar de la lectura. Ayuda también el fantástico color, obra de Jordie Bellaire, que le da a la obra un cariz panfletesco, casi propagandístico, de relato pulp.

Y aunque la obra en global no tiene nada de original ( te vendrá en seguida el recuerdo de Miracleman o del Dr. Manhattan), el ascenso físico y espiritual que sufre (o goza) el personaje, está contado de forma tan sublime como natural y deja en el lector un grato sabor de boca cuando acaba su lectura…