Crítica: «Los Muertos Vivientes 28», Muerte Segura

La guerra contra los Susurradores ha concluido. Cuando Rick y los suyos pensaban que habían vencido descubrieron que se les había escapado un detalle… el estertor final de aquellos enemigos que creían vencidos y que lanzaban contra Alejandría una oleada de zombies nunca vista, un verdadero tsunami de muertos vivientes que se les venía encima dispuestos a arrasar, como una plaga bíblica, todo lo que encontrasen a su paso. Imparables.

Este tomo, el 28, titulado Muerte Segura y que contiene los números 163 al 168 de su edición americana, cuenta como nuestros protagonistas deben solucionar esta amenaza inabarcable. Recurrirán a toda su experiencia y necesitarán, sin remedio, pagar un alto precio. La tensión de la situación, la incansable acción y la narración coordinada para que no perdamos detalle, consiguen que este volumen sea tan trepidante como emocionante… y emotivo. Por el camino conoceremos mejor a personajes como Negan y sufriremos con todos los demás… sobre todo con uno de ellos. Se marca en este tomo un punto de inflexión definitivo para un protagonista, cuya despedida centra la atención incluso por encima del ataque zombie en oleada.

Se trata de un personaje que ha calado con los años en el lector… y en el propio Robert Kirkman. El guionista se niega a despedirlo sin más, con una muerte épica o habitual en la serie, y quiere que su marcha nos deje una impronta señalada. Porque a él se la ha dejado. En nota manuscrita que acompaña al cómic, el mismo Kirkman explica la difícil decisión tomada y confiesa las vueltas que le ha dado al argumento para afrontar finalmente esta decisión. Se trata de un alegato de defensa y de justificación (y de perdón) hacia el lector fiel, al que intenta hacer entender que esta decisión no ha sido fácil de tomar y que esta serie forma parte de su vida, como autor… pero que también comprende que forma parte de la nuestra, como lectores.

Acción y estrategia, lucha por la supervivencia, en un conflicto de difícil solución que traerá de cabeza al grupo en la primera mitad del tomo… para quedar sustituido por un relato más sosegado y personal, trágico y rupturista, en la segunda mitad. Combinación de estilos y de ritmo que ya es marca de la serie y la impregna del carisma que ha mantenido a lo largo de los años. Además, con tanto como hemos visto y padecido con ellos, solo un suceso de esta trascendencia puede mantener viva la serie y encaminarla a nuevos objetivos. Porque como decía al principio, la saga de los Susurradores, ahora sí, concluye y lleva a la serie a mirar directamente hacia su futuro y, probablemente, su final. Aun no anunciado por su autor, pero sugerido repetidamente en distintas ocasiones.

Robert Kirkman y Charlie Adlard siguen realizando su serie con mano firme, balanceando acción y drama con estos personajes tan arraigados y debatiéndose siempre entre la muerte y la incertidumbre. Evitan el experimento del tomo anterior, aquellas micro-escenas narradas en viñetas minúsculas, para volver a la narración más clásica de la serie. Era algo que no llegaba a molestar, pero se agradece que se mantenga cierta coherencia narrativa.

A estas alturas es complicado decir más sin revelar nada importante. Quedémonos con esa idea de que la serie mantiene su buena salud y avanza hacia argumentos y planteamientos nuevos y quedémonos, también, con la confianza en los autores, tan implicados en la serie que son capaces de dirigirse directamente al lector con nota escrita, a mitad de cómic, para decirle de tú a tú que esta serie y estos personajes importan. Al que los escribe y al que los lee. Que Los Muertos Vivientes es una serie ejemplar que testimonia la comunicación existente entre autor y lector. El compromiso de nosotros como seguidores está recompensado por el que muestran también los autores.

• Los Muertos Vivientes 28. Muerte Segura. Planeta Cómics.
• edición original. The Walking Dead 163-168 USA. Image.
• rústica. 176 pp. B/N. 8,50 €