Crítica: “Nosotros, los muertos”. Ucronía fantástica
Resumen de la Crítica
General
Guión
Dibujo
Personajes
Historia
Edición
“La curiosidad es lo que nos mantiene vivos”
“Nosotros los muertos” es novedosa, fresca, estremecedora y contundente. Un puñetazo en la mesa en el género zombi, postapocalíptico y ucrónico. Una obra que tambalea las claves básicas de estas materias con un enfoque sorprendente y refrescante.
Darko Macan es de estos autores que pasan desapercibidos y por debajo del radar. Ya hace tiempo del shock que me produjo Grandel Tales, Guerra de Clanes (Dark Horse) y la frustración de no ver editada en español Soldier X (Marvel) una vez experimentada la anterior. Ajeno al universo expandido de Star Wars en su apartado comiquero pocas oportunidades he tenido de reencontrarme con Macan, a excepción del tomo Hellblazer de Warren Ellis (Vertigo) publicado el año pasado por ECC Ediciones. En obra mencionada de la saga Grendel aprovechaba para presentaba un díptico impactante y rotundo como metáfora desgarradora de la guerra de los Balcanes (conflicto que bien conoce por su nacionalidad croata) encontrándonos con un comic que nadaba entre el comic puro americano y el francobelga, aún siendo publicada en USA. En la presente, ya para el mercado francés, vuelve a recuperar las sinergias entre tribus y sus enfrentamientos internos, pero aquí las expande por todo el globo. “Nosotros, Los Muertos” es una ucronía sorprendente y refrescante. Es un relato de fantasía y terror que infecta al género histórico y aventurero. Es un ultimate zombis transgresor e inesperado. Es un reencuentro feliz con Macan. Con sus historias incendiarias, estremecedoras, desasosegantes e imaginativas. Un comic diferente y especial.
La recopilación se aleja de la ucronía clásica introduciendo en el subgénero un elemento fantástico. El catalizador en el cambio de la historia se aprovecha de la moda ficcional de las consecuencias zombis a raíz de epidemias virales a gran escala en un momento histórico real, la aniquilación de un tercio de la humanidad en la mayor parte de Europa y China a mediados del siglo XIV por la peste negra. El colapso europeo impedirá el desarrollo en el continente a perpetuidad y jamás contactará con América y Asia. 700 años después del evento, esta tierra, antes poderosa, poblada totalmente de muertos vivientes (muy particulares y muy diferentes a los cánones del subgénero) será “colonizada” por una expedición inca que pretende encontrar las respuestas a la “vida eterna”.
Como planteamiento debo decir que la obra ha sido todo un descubrimiento. Nos encontramos con un sinfín de posibilidades por explorar al margen del elemento fantástico: cómo se desarrollaron los continentes americano, asiático, africano, sin la intervención de Europa occidental; qué avances tecnológicos han tenido lugar en un mundo partido por dos; cómo funcionan las sociedades en este mundo parcialmente apocalíptico con total desconocimiento; y como estas, muchas más.
En un mundo donde la cultura azteca, maya e inca no fueron extinguidas, el peso argumental lo tiene un príncipe inca cuya cultura ha dominado las otras dos citadas. A parte del prólogo necesario para explicar lo ocurrido en Europa, el dominador de la obra es precisamente la parte americana, cuyos ritos y costumbres apenas han evolucionado durante 700 años pero han introducido mejoras en el desplazamiento espacial. Varias líneas de interés muestran la presentación de la obra: cómo funciona esta sociedad, los majestuosos diseños en las infraestructuras y medios de transporte y las luchas intestinas en el imperio. Con sumo detalle, la violencia y agresividad de la época en este lugar coincide con lo leído en los libros de historia, pero también en lo concerniente a la ciencia y superstición, de ahí la observancia de un estremecedor sacrifico humano, en contraste con unos espectaculares navíos aéreos, impulsados por grandes globos que surcan los cielos, fruto del progreso. La paz armada entre los distintos clanes por el dominio de los incas y el modo de su sometimiento es clara metáfora de las regiones tercermundistas donde diferentes etnias se hallan en perpetuo enfrentamiento. En este tipo de escenarios, Macan nos conduce por una serie de situaciones y lugares en permanente sorpresa, todo es impredecible y asombroso. La obra es una ventana a una línea temporal alternativa donde la brutalidad y la superstición han superado al progreso y a la lógica.
Conmovido por el planteamiento, una vez comenzado el viaje de los protagonistas, el tapiz en blanco que suponen las páginas entrantes comienza a llenarse por el marco histórico de una Europa inmovilizada durante siete siglos, sujetada por legiones de no muertos sin ningún propósito en su vida inmortal. El autor revertirá los cánones establecidos en estas criaturas, manteniendo su inteligencia en muchos de ellos y explorando las particularidades que ofrece un suceso de estas proporciones y como impactaría en una civilización medieval donde la vida humana vale lo que el fanatismo religioso diga que vale y donde las guerras eran el pan de cada día. A través de la galería de los horrores de esta innovación zombi, Macan hace gala de su amor por la ciencia ficción y el terror aprovechándose el lector de una imaginación desbordante. Hay que significar que partiendo de nuestro calendario, los hechos se suceden en “nuestros días” y la colisión se produce, no por una interacción entre una civilización indígena mejorada en una Europa paralizada, sino por una visión enfermiza de su pasado contra la evolución cultural de un continente desafectado del colonialismo regido por su libre albedrío en el transcurso del tiempo. Ante tal proliferación de conceptos, el escritor no racanea en su mayor virtud: la construcción y desarrollo de personajes en cualquier contexto de ficción. Además, estamos hablando de hasta al menos diez personajes muy bien definidos cuyas motivaciones no van a resultar contradichas por las distintas situaciones a las que se presentan. La misma intensidad se produce tanto en el descubrimiento de la conceptos creados por Macan como en el crecimiento e interacciones de los personajes en un paisaje donde la buena fe es una fantasía más.
En el dibujo contamos con Igor Kordey, compatriota del escritor. Llevaba bastante sin toparme con su arte y sinceramente nunca me gustó. Vale que mis referencias eran sus episodios de Marvel en New X-Men, X-Treme X-Men y la miniserie Max Viuda Negra. Trabajos de hace casi 15 años, donde los plazos de entrega seguramente le pasaron factura. Aún así atisbé una mejoría (según mis gustos) en Smoke (IDW), pero reconozco que al saber que estaba detrás de esta obra, la incertidumbre se apropió de mi opinión apriorística. Pero Macan es mucho Macan y me lancé al vacío (en este apartado). Que satisfacción equivocarse ante algo así. El arte de Kordey está a muy buen nivel. Encaja perfectamente con el tono y trasfondo del comic. Me imagino que el contar con todo el tiempo del mundo ha posibilitado que el acabado sea bueno y constante en los cuatro álbumes en que ha consistido la obra. Con su narrativa, presentación de ideas y anatomías, me recuerda muchísimo a Richard Corben. Esos desnudos tan peculiares, las expresiones alocadas y maximalistas en su clásico estilo caricaturesco sombrío y brutal, surgen ahora en los lápices del croata.
“Nosotros los muertos” es novedosa, fresca, estremecedora y contundente. Un puñetazo en la mesa en el género zombi, postapocalíptico y ucrónico. Una obra que tambalea las claves básicas de estas materias con un enfoque sorprendente y refrescante.
Nous, les morts 1-4, Éditions Delcourt. Nosotros, los muertos, ECC Ediciones. Cartoné. Color. 224 pags. Pvp: 25 €. Fecha de edición: Octubre 2016.