Crítica: «Los fabulosos Freak Brothers», deja a los jipis que camelen.
Resumen de la Crítica
General
Guión
Dibujo
Personajes
Historia
Edición
Muy Recomendable
Un cómic de referencia en el mundo underground. Transgresor y gamberro, pionero para cientos de personajes y series.
Había una generación, hace muchos años, que su infancia y adolescencia la disfrutaba leyendo los divertidos tebeos de Mortadelo y Filemón, los apasionantes tomos de Tintín, las irresistibles aventuras de Asterix y las flipantes historias que llegaban de Marvel gracias a Vértice, Bruguera… Me incluyo entre ellos. El mundo que a través del papel nos hacía soñar con héroes de capa y redes y con viajes apasionantes y desternillantes historietas se tornó algo más confuso cuando desembarcaron las primeras publicaciones del movimiento underground. Como se dice ahora, nos explotó la cabeza.
Entre esas publicaciones se nos quedaron en la memoria las obras de un tal Gilbert Shelton, que se sacó de su turbia cabeza un trasunto porcino de Superman y un trío de impresentables drogatas precursores de muchos personajes patéticos ( pero simpáticos) que llegarían en las décadas posteriores. No hace falta confirmar que me refiero al Superserdo y a los Fabulosos Freak Brothers. Muy pronto, y como era tónica habitual en la época, Shelton fue imitado por autores locales (de aquí) que calcaban su estilo de humor y sus dibujos de manera descarada. En aquella época la cultura norteamericana no llegaba aquí con la facilidad e inmediatez actual y la música, el cómic, la TV, etc nacional copió a saco lo que se emitía con éxito al otro lado del océano. Pero eso es otra historia.
Hoy quería hablaros de tres jipis, los fabulosos y peludos Freak Brothers, que se convirtieron en un icono de la contracultura y su influencia fue brutal y decisiva. Tan marcada que sigue siendo la obra más destacada de su autor y, a día de hoy, se sigue reeditando con éxito. Ediciones La Cúpula recupera el primer integral de los Fabulosos Freak Brothers, que comenzaron a publicarse en origen hace más de 50 años. Ahí es nada.
Freewheelin’ Franklin, Fat Freddy y Phineas Freakears son los impronunciables nombres de estos tres impresentables protagonistas. Viven en un destartalado piso donde el gato de Fat Freddy campa a sus anchas y donde los pocos ingresos que entran se van directos al bote del azúcar, improvisada caja fuerte del dinero comunitario que dedican, prioritariamente, a la compra de estupefacientes varios. Estos jipis tienen alergia al trabajo y a la disciplina, evitan y temen a la poli y entregan sus numerosas horas de ocio a lo que os podéis imaginar: drogas, sexo y rock and roll.
Desde la parodia y la hipérbole Gilbert Shelton critica y denuncia un sistema y una sociedad llena de prejuicios y donde a cada uno se le valora por lo que tiene (estamos hablando de los años 60 y que triste es ver que nada ha cambiado). Vemos, pues, que la obra no ha perdido potencia crítica ni fuerza. Con un dibujo tosco y económico, paradigma del underground, Shelton se sobra y se basta para meternos en la delirante rutina diaria de estos tres tipos.
Su aspecto y su actitud los convertirían a priori en personajes poco agradables o con los que cuesta simpatizar… pero es al contrario. Son simpáticos y entrañables, con una simpleza pura y carismática que les sitúa como víctimas del sistema. Se las ingenian para meterse sin querer en los líos más insólitos, para aceptar los trabajos más rocambolescos y para liarse las fiestas más tremebundas y de final accidentado que podamos imaginar.
La crítica siempre es el mar de fondo en sus historias, pero la lectura de las mismas es divertida e irreverente. Disfrutando sus viñetas puedes sorprenderte soltando alguna carcajada e, incluso, identificando un gag visto o leído en una obra posterior. Las historietas son de corta duración, en su mayoría se limitan a una sola página con multitud de viñetas y dibujos comprimidos… pero también encontramos en este primer volumen aventuras de mayor duración que permiten un desarrollo más elaborado de cada situación. Aquella en la que se separan los tres gamberros y vuelven a las casas de sus padres es especialmente hilarante… o la que cierra el tomo, con su viaje a México y los topicazos racistas que Shelton dispara sin compasión (y, otra vez, muy de actualidad gracias o por culpa de Trump)
En estas primeras historias apenas veremos al gato de Fat Freddy, pero poco a poco tomará más presencia… llegando a protagonizar su propio spin-off. También encontraremos historietas de personajes secundarios. Me ha hecho mucha gracia, especialmente, aquellas que narran las aventuras de Tricky Prikeas, el detective protagonista del cómic que leen los Freak Brothers. Y avanzando en la lectura de tantas historias iremos avanzando también en los años de publicación y veremos cierta evolución en el autor. Ciertamente las ilustraciones se vuelven más detalladas y los personajes, protagonistas y secundarios, ganan en aspectos tales como gestos y formas caricaturescas… además de apreciar más fluidez en lo narrativo a todos los niveles. Pero algo no cambia, y eso es el disparo crítico y certero del autor a una sociedad anclada por sus prejuicios.
Los peludos y fabulosos Freak Brothers vuelven una vez más a las librerías, en esta edición integral remasterizada cuyo primer número os va a encantar por su humor y su contundente honestidad. Fumados y hasta arriba de pastillas, estos tres jipis tienen más integridad y carisma que muchos otros tipos que llevan capa, máscara o pantalones bombachos.
- Los Fabulosos Freak Brothers. Tomo 1. Ediciones La Cúpula
- rústica con solapa. 146 pp. B/N. 17,90 €