Crítica: «Lobo, retrato de un bastardo», vuelve el hombre

Cuando Keith Giffen y Roger Slifer crearon a Lobo en 1983 para la serie de los Omega Men no creo que pensaran en el éxito que iba a alcanzar ni en la popularidad que llegaría a tener unos años después con el lanzamiento de sus propias miniseries. Keith Giffen seguiría bien unido al personaje, encargándose del argumento e incluso bocetos y llevándolo, posteriormente, a esa serie mítica que guionizó junto a J.M. DeMatteis, La JLA (y la JLI, claro)

Imposible dejar de mencionar a Giffen, aprovechando la ocasión para rendirle un merecido e insuficiente tributo tras su reciente fallecimiento.

Centrándonos en la obra que hoy traemos… Lobo vivió una época de esplendor tras esos primeros cuatro números que dieron paso a nuevas miniseries, todas del mismo equipo creativo (Keith Giffen, Alan Grant, Simon Bisley) donde destacaba el impactante apartado visual del incomparable Simon Bisley. Él hizo suyo al personaje y le confirió ese aspecto salvaje de rockero violento. Pasado de vueltas y sobrado, chulesco a nivel cósmico, iba a protagonizar unas de las historias más locas y divertidas que se habían visto en un cómic de superhéroes. Mucho antes que Deadpool ya estaba aquí este personaje que se salía del marco convencional en el género y rompía moldes.

ECC Ediciones recopila en este volumen las miniseries dibujadas por Simon Bisley. Lobo y Lobo’s back fueron las primeras y son las encargadas de arrancar el tomo. En ellas se nos presenta al personaje, autodenominado «el hombre», un caza recompensas espacial imparable al que no se le escapa ninguna pieza. Una vez que te conoce, ya no puedes huir de él. Es el último de su raza, el último czarniano, básicamente porque él exterminó a todos sus congéneres. Y como czarniano posee la facultad de regenerarse desde una sola gota de sangre.

La locura de las primeras miniseries nos lleva a acompañarle en la custodia de una peculiar ancianita a la que Lobo odia con todas sus fuerzas… pero a la que no puede matar por haber dado su palabra. También le acompañaremos en su viaje al más allá. Lobo es tan marrullero y broncas que no le quieren ni en el infierno y esto va a causar graves problemas en los reinos celestiales.

Mención especial el número que se incluye tras estas dos primeras miniseries, el Lobo Paramilitary Christmas, donde el Conejo de Pascua, como portavoz de otros personajes, contrata a Lobo para acabar con ese gordinflón creído y déspota: Papá Noël.

Además de esto, vamos a encontrar jugosos crossovers en los que Lobo comparte protagonismo con Batman, Joker, Harley Quinn. Y aunque no están al mismo nivel que las anteriores, la cafrería, casquería y mala leche siguen presentes… tanto como el humor bestia que caracteriza a este energúmeno antihéroe. Además, cuentan con el aliciente de tener en el guión a nombres tan sonados como Neil Gaiman o Amanda Conner.

Lo que sí tienen en común todas las aventuras/historias es el arte áspero y contundente de Simon Bisley. Con unas exageradas composiciones llenas de excesos, desproporcionadas, encierra una extraña belleza y un sorprendente dominio de las formas. El aspecto de Lobo es contundente e imponente, lleno de detalles ocultos tras esos aparentes trazos bruscos. Un estilo, el de Bisley, tan peculiar como impactante y absolutamente único.

No se corta si tiene que reflejar violencia extrema, ni saca de plano una buena escena de casquería. Eso forma parte de su firma, lo que nos hace preguntarnos si esto podría publicarse a día de hoy sin levantar críticas. De momento, su reedición es recibida con el agrado que supone recuperar este material que tanto nos impactó en su época y comprobar que no ha perdido ni un poco de su esencia y calidad.

Lobo escaló hasta los más altos puestos de popularidad en DC. Tanto que, tras mucho tiempo sin protagonizar series y solo apareciendo esporádicamente, sigue estando presente en la memoria de los lectores y los aficionados. A ver que personaje es capaz de conseguir eso. Solo Lobo, obra y gracia de Simon Bisley.