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Crítica: “Litchi Hikari Club”. Ultraviolencia y chavales.

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Manga de culto

Historia violenta y desasosegante. Pero en un contexto tan juvenil, que impacta.

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Ultraviolencia y ciencia ficción en un ecosistema adolescente. Plagado de elementos oscuros y opresivos. En el terreno del manga para adultos, lo segundo se ha visto muchas veces desde que se implementara en el mercado nacional pero pocos se aproximan a un nivel tan explícito como esta obra al ser sus protagonistas unos críos. Pero despiadados y salvajes.

Osamaru Furuya no tiene reparos en adaptar este retrato de la adolescencia nipona de la forma más exagerada y salvaje posible, mediante un grupo de inadaptados sociales, pero niños, que sí son adaptables entre sí. Con la violencia como síntoma de la degradación moral más absoluta sólo para colmar aspiraciones inmaduras y vacías. Expande las tramas típicas de los dramas sonen en institutos o clubes deportivos mediante una serie de actuaciones sádicas y de violencia no aptas para todo el mundo. Los elementos característicos de las historias de adolescentes en estos contextos académicos, que ya de por sí son negativos y amargos cuando desarrollan historias de alta competitividad, glorificando la superficialidad, el egoísmo y las apariencias en pro de alcanzar el éxito social, son llevados a entornos de crueldad y tiranía inimaginables. No alcanzo a ver si la intención del manga o de la obra teatral en que se basa es denunciar precisamente ese tipo de historias o tomarlas el relevo pero retorciendo y pervirtiendo el concepto.

En efecto, el autor no se corta un pelo en presentar una carrera de peloteos para alimentar el ego y las necesidades del macho alfa, desde esclavizarse sexualmente hasta amputarse un ojo. Además la idea de formar el grupo que reúne a estos chicos fluye de intenciones inocentes y llenas de ilusión, hasta que el malote impone su ley contaminando esa idea tan sana para convertirla en el museo de los horrores.

Y si estas premisas no son suficientes, introduce un elemento de ciencia ficción delirante e impactante. Resulta que algunos de los chavales son unos cerebritos y crean un golem programado para raptar chicas. Que no deja de ser la expresión hormonal de un crío de quince años más cruel que Charles Manson. Todo lo que tiene que ver con el golem mecánico es lo que hace que la obra vaya más allá de una historia de violencia entre críos a través del clásico criatura y libre albedrío.

El manga pondrá al lector que busca sensaciones nuevas al límite porque no se corta un pelo. Sobre todo al que le gusta el género del terror con elementos violentos explícitos. Ahora bien, para estómagos duros, al ser tanto víctimas como victimarios tan jóvenes.

En lo puramente narrativo, de construcción de personajes y de desarrollo de las tramas, el manga no falla. Despierta la curiosidad por seguir, no hay atascos argumentales ni se va por las ramas porque es un no parar de “pues todavía hay más”. No defrauda en los momentos impacto y en el cierre de los arcos individuales de los personajes.

Manga de culto con lógica. Casi veinte años desde su publicación y por muchas generaciones que pasan por ella, sigue (y seguirá) impactando.

Raichi hikaro kurabu, Ohta Publishing Co. Litchi Hikari Club, ECC Ediciones. 338 páginas. Rústica. Pvp: 26,00 €.

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