Crítica: “La gran apuesta” : Macroeconomía entretenida

En estas semanas previas a la entrega de los Óscar, van llegando a nuestras pantallas, como es habitual, la mayor parte de las películas con reconocimiento en las nominaciones. Nominada a cinco de ellos, entre los que destaca película, director y guión, la cinta norteamericana “La gran apuesta” (The big short) está en la cartelera.

La película repasa la historia de las entidades financieras americanas desde un primer acercamiento a mediados del siglo pasado hasta la actualidad, centrándose en los últimos años previos a la crisis financiera de las hipotecas basuras y de cómo hubo quien sacó provecho de las mismas.

El ritmo de narración es agradable, que sin suponer una novedad, sí que es refrescante, con explicaciones al espectador, voces en off, ruptura de la cuarta pared… que le dan un genial estilo visual y permiten seguir una historia de temática complicada.

Un ejemplo de ello es la explicación de conceptos en piezas aparte que interrumpen la película, con estrellas de cine, la cocina o la canción, y que están perfectamente incorporadas, haciendo una virtud de, aparentemente, un peligro ante tanto concepto “árido”.

El elenco de la película brilla con una gran cantidad de estrellas del cine como Steve Carell, Brad Pitt o Ryan Gosling. Mención aparte, el también nominado a los premios de la academia por este papel, Christian Bale, que es agraciado con una personalidad excéntrica que borda.

La historia, al estar basada en hechos reales, no presenta grandes giros de guión, ni incorpora elementos sorpresivos, pero en su coherencia e interés reside uno de sus grandes aciertos: cuenta cosas que, en mayor o medida, ya sabemos, nos indigna pero nos interesa. Se basa en el libro del mismo nombre del periodista Michael Lewis.

En resumen, Adam McKay (su director) nos ha ofrecido una de las mejores películas del año. Lo peor de ella, la conclusión final que nos deja: todo sigue igual.