Crítica: «Joe, el bárbaro», de hipoglucemia e hiperfantasía

Joe, the barbarian se publicó originalmente por Vértigo/DC en 2010,2011, siendo una serie de ocho números que enseguida captó la atención de todos debido a su original argumento. Recientemente publicada por ECC en un tomo único, de absoluto lujo, con tapa dura, papel de gran calidad y numerosos e interesantísimos extras… es sobre esta nueva y excelente edición sobre la que realizamos la presente reseña.

Joe es un joven de 11 años afectado por la diabetes y por un grave problema familiar: la muerte de su padre en el frente a propiciado la desaparición de las escrituras de propiedad de su vivienda, y sin dichos documentos la madre de Joe se ve incapaz de retener esa preciada posesión. Para tramitar una posible solución, ella debe ausentarse de casa unos días y Joe quedará solo. Hemos dichos que es diabético… Esa noche, estando solo en casa, sufre una crisis de hipoglucemia y debe bajar desde su dormitorio en la buhardilla hasta la despensa, donde un refresco de cola le espera en el frigorífico, para revitalizarle con su alto contenido en azucar.

Ese trayecto se convertirá en una auténtica epopeya, pues aquejado por el ataque, Joe caerá víctima de unas fantásticas visiones provocadas por su misma mente enferma. Nosotros asistiremos a las dos versiones: la realidad y la fantasía. La casa, que los autores se han cuidado de mostrarnos en detalle previamente, se va ha convertir en un reino de fantasía medieval repleto de todo tipo de seres maravillosos y de geografía fabulosa. Joe es ahora el «Chico Moribundo», al que los seres de este nuevo mundo reconocen como aquel al que aluden las profecías, como su salvador que volverá a traer la Luz (paralelamente, en la realidad, una tormenta a provocado un apagón). Cobra especial protagonismo la que es su mascota en la vida real, Jack, la cobaya… que en el mundo fantástico es un gran guerrero con forma de roedor antropomorfo, último de una larga estirpe de guerreros.

La aventura que vive Joe es divertida y fascinante, en tanto que vamos comprobando sus paralelismos con la vida real, demostrando la gran imaginación de un Grant Morrison excelente, aunque alejado de sus mejores trabajos. El argumento, su originalidad y la resolución es lo mejor de la historia ideada por el británico. Pero lo que se lleva la palma en este Joe, el bárbaro es, sin lugar a dudas, el apartado gráfico.

Sean Murphy se encarga de mostrarnos un impresionante mundo medieval, oscuro y tenebroso. Con unos personajes muy definidos en el trazo y muy dinámicos en sus líneas, repleto de guiños y referencias (vamos a encontrar una versión de Batman, Los Transformers, Lobo, etc. salidas de la mente de Joe). Pero el cuidado que ha puesto Sean Murphy en los detalles que enlazan el mundo real con el mundo de fantasía es algo realmente prodigioso. Todo lo que vemos en la casa de Joe va a tener su traslación a ese lugar ficticio, y está llevado de una manera tan sutil, inteligente y efectista que solo podemos pensar que este cómic es el resultado de algo muy pensado, meticulosamente planeado por estos dos grande autores. Además, Sean le confiere al cómic una personalidad propia. Los seres que habitan ese extraño mundo son estereotipos salidos de la fantasía de Joe, pero adaptados y filtrados por el arte del dibujante que sabe dotarles de su propia visión de esos estereotipos, enriqueciendo el producto final.

Una historia real que corre paralela a una historia fantástica y, en ambos casos, repletas de detalles milimétricamente pensados para crear esos dos mundos. Da la impresión de que el mundo real de Joe tampoco podría existir sin esa absurda fantasía que su enfermedad le provoca.

Es un cómic tan original y extraño como hermoso e inspirado. La combinación de los adjetivos que mejor define a sus creadores.