Crítica: «Interstellar» – El Christopher Nolan post-Batman
Resumen de la Crítica
Valoración
De obligado visionado
Lo mejor y lo peor del cine de Nolan: épica y trascendental, comercial y sobre-explicada.
Megalómana, grandilocuente, trascendental y complejísima. Así es la primera película post-Batman del aclamado director británico Christopher Nolan, 169 minutos de metraje que reúnen lo mejor y lo peor de su artífice.
Inspirada en el trabajo del físico teórico Kip Thorne, Nolan articula una cinta de ciencia ficción de altos vuelos, en la que no faltan agujeros de gusano, viajes intergalácticos, paradojas temporales y espacios con más dimensiones de las humanamente deseables. De este modo, “Interstellar” nos muestra un futuro próximo y desolador, pero no por ello menos creíble, en el que nuestro planeta se ha convertido en un lugar inhóspito y moribundo, incapaz de alimentar a una humanidad que, afanada por extraer su sustento de la tierra como siempre había hecho, ha retrocedido a una sociedad totalmente agraria. En este panorama, Joseph Cooper (Matthew McConaughey), padre de familia y ex piloto de pruebas de la NASA, es elegido por uno de sus antiguos profesores, el doctor Brand (Michael Caine), para pilotar una nave a través de un agujero de gusano, más allá de nuestra galaxia, y comprobar la habitabilidad de una docena de planetas potenciales como futuro hogar de una humanidad que pronto se verá forzada a abandonar la Tierra para poder sobrevivir.
Pero el verdadero milagro es que sea precisamente en esta película de dimensiones cósmicas donde veamos al Nolan más humano, y donde la habitual frialdad emocional que caracteriza al director deje paso a la calidez de las relaciones humanas. Y es que no deja de sorprender la forma tan natural en la que se entrelazan el drama familiar y las relaciones paterno-filiales con temas tan abrumadores y trascendentales como el destino de la humanidad o la colonización de otros planetas.
Con estas premisas, Nolan despliega todo el arsenal argumental y visual que ya nos ofreció en “Origen” (Christopher Nolan, 2010) en una epopeya espacial en la que lo espectacular y lo reflexivo, lo sentimental y lo épico se alternan con armonía, dando lugar a momentos de gran belleza visual y tensión dramática, acompañados de la siempre genial música de Hans Zimmer.
Pero, ¿es Interstellar perfecta? Ni mucho menos. La cinta peca, como tantas otras obras de su director, de un afán de sobre-explicar cuanto ocurre en pantalla. Prepárense para largas explicaciones científicas sobre física cuántica que, si bien son necesarias para entender el desarrollo de la película, pueden causar estragos en la atención del espectador medio y resultar confusas hasta para el fan más perseverante. Por si no ha quedado claro todavía: “Interstellar” es una película densa y compleja. Es una advertencia, no una queja. Si lo que buscan es algo afable y ligero con lo que pasar el rato “Interstellar” no es lo que andan buscando. Además, en el tramo final del metraje abundan los momentos oníricos y hasta surrealistas que tanto recuerdan a la magnífica “2001: una odisea del espacio” (Stanley Kubrick, 1968) pero dando lugar, en este caso, a un final un tanto sensacionalista y facilón que no hace justicia al resto de la película. Sin mencionar el terrible monólogo de Anne Hathaway sobre el poder del amor, que sacará los colores a más de alguno.
A pesar de todo estamos, sin duda, ante la obra de un visionario y posiblemente una de las películas más trascendentes sobre nuestro futuro en lo que llevamos de siglo. Todo un referente del género de la ciencia ficción desde hoy mismo que, pese a la complejidad de su mecánica narrativa, consigue que el ritmo no decaiga durante sus casi tres horas de duración, algo que no deja de tener su mérito. En definitiva, «Interstellar» es una película de obligado visionado tanto para veteranos como para profanos de la sci-fi, pero especialmente para los fans de este director de moda, adictos a piruetas argumentales, montajes enrevesados y coreografías imposibles. Aquellos que todavía créemos que los conceptos «cine de autor» y «blockbuster» no son incompatibles, y que se puede satisfacer a la crítica sin mortificar al público.