Crítica: «El Hombre sin Talento», de Yoshiharu Tsuge, un hombre con Talento.
Resumen de la Crítica
General
Guión
Dibujo
Personajes
Historia
Edición
Muy Recomendable
Recreación de la vida del autor, tristemente tan real como deprimente.
Muno no Hito en su idioma original, El Hombre sin Talento se publicó en 1985 y ha seguido reimprimiéndose desde entonces convirtiéndose en un clásico dentro de su género. Yoshiharu Tsuge es un autor retirado que no se prodigó demasiado dentro del arte del manga y cuyas obras son difíciles de encontrar fuera de japón (bueno, al menos en nuestro país). Gallo Nero Ediciones dio un paso al frente y se aventuró con su publicación, hace unos años, acercando a nosotros este deprimente, hermoso, realista y contundente cómic.
El protagonista de la obra es Sukezu Sukegawa, un trasunto del autor. De hecho, casi todo lo que aparece narrado en la obra es autobiográfico! Sukezu es un hombre gris, aburrido y cobarde. Tiene un talento discreto para realizar manga, pero su miedo al fracaso le atenaza y le impide crear… Se arrastra por su miserable vida intentando sacar adelante varios negocios tan absurdos como improductivos. Al que le dedica más tiempo y pasión (y dinero, para desesperación de su esposa) es al puesto de venta de piedras de río. Sí, habéis leído bien. Busca piedras de formas caprichosas por las orillas del río, las cataloga y las expone en su puesto improvisado a la espera de que algún turista las compre. Lo tremendo es que existe un arte llamado suiseki que se dedica a esto… a catalogar y atesorar piedras de formas, colores y texturas curiosas.
Este triste negocio condenado al fracaso más lamentable dará paso a otros intentos casi tan miserables… la quimera de abrir una tienda de antigüedades sin valor, o sea… baratijas. Dedicarse a la compra-venta de libros usados… Intentos tibios de negocio que no esconden sino una personalidad apagada y un carisma inexistente. Sukezu malvive con su mujer y con su hijo, la primera no lo entiende y cada vez lo soporta menos y, el segundo, es de constitución débil y enfermiza y casi parece un lastre para las absurdas aspiraciones de su padre.
El clima de pesadumbre y depresión que envuelve la obra de principio a fin, de arriba abajo y de izquierda a derecha, es totalmente palpable, denso y pegajoso. Las lamentables escenas se suceden ante nuestros ojos y nos hacen balancearnos entre la lástima y cólera: un tipo tan invisible, tan poco ambicioso, que condena a su familia a la pobreza y la miseria… Hasta que comprendemos que es culpable y a la vez víctima. La sociedad japonesa vive con pesar y desmoralización el resultado de la guerra (la segunda mundial, ya sabéis) y la occidentalización ha penetrado en el tejido social del país. La competitividad y la obligación de triunfar es un lastre tan pesado como la quimera que representa y que agobia y oprime al señor Sukegawa, que vive atrapado en una vida miserable de la que no se ve capaz de escapar.
El dibujo de esta obra es descuidado y de aspecto simple, brusco y sucio, como debe ser para poder trasmitir la sensación penosa y decadente en cada viñeta, en cada página. Los personajes están poco detallados y siempre los vemos encorvados, cabizbajos, con ojeras… incluso la esposa del protagonista aparece al principio siempre de espaldas o con borrón negro, sin mostrar nunca el rostro, como una sombra o una presencia molesta e inevitable que hunde todavía más a Suzeku en su mísera existencia. Y poco a poco nos iremos familiarizando con esta triste vida… con el lecho del río, vacío de turistas, y el puesto de venta de piedras siempre solitario… con las ropas remendadas de la familia… con sus disputas cotidianas por la falta de dinero y las fantasías emprendedoras de Suzeku… con las toses y la presencia enfermiza de Sansuke, el niño… con los austero y sucio de las casas… con esos personajes que pueblan su cotidianeidad, tan grises y perdedores como el propio protagonista…
El Hombre sin Talento es una obra a reivindicar, un grito tan silencioso como desgarrado y desesperado que puede golpearnos en ciertos momentos por la tristeza que destila y porque, en ocasiones, podemos verlo como un espejo donde aparecemos nosotros, reflejados en una superficie sucia y decadente. Una lástima que Yoshiharu Tsuge no volviese a su labor de mangaka, vencido por el pesar y la depresión de una vida que, desgraciadamente, se parecía demasiado a lo aquí narrado. Ojalá se le hubiera dicho más fuerte y más veces que el autor de El Hombre sin Talento es, desde luego, un genio que rebosa Talento.
- El Hombre sin Talento. Muno no Hito. Gallo Nero Ediciones.
- rústica con solapa. 230 pp. B/N. 20 €