Crítica: “Historias Cortas de Nagabe, amores insólitos”. Sorpresa inesperada.
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“Me duele el corazón como si me lo hubieran mordido”
Una recopilación de fábulas de gran elegancia y sensibilidad.
Más allá de mis afanes completistas con Tezuña, Koike/Kojima, Urasawa, Kago, Mizuki, Shirow o Taniguchi, entre otros, me pedía el cuerpo un manga al margen de lo anterior. Algo suelto, autoconclusivo. Una entrada limpia pero desconocida, sin tener referencias del autor y sin leer reseñas de ninguna clase.
En estas que me llama la atención la breve sinopsis de un volumen localizado al azar cuando expone que contiene seis historias de amor entre niños y criaturas no humanas. Soy muy de antologías y de recopilaciones de historias cortas porque me encanta encontrar esa pequeña joya que impacte y deje huella tanto a nivel narrativo como emocional gracias a la capacidad de síntesis del autor a la hora de contar una gran historia, ya sea drama, acción, comedia, terror, etc.
Si sumamos esa afición cinegética en contexto comiquero con el puro azar a la hora de escoger este manga, la experiencia puede ser grandiosa a dos niveles. Una por lo inesperado de la sorpresa que sube el volumen de esa experiencia; y dos, por la sensación de satisfacción gracias a la calidad intrínseca de la obra. Este manga lo ha conseguido.
Con independencia de que el nivel de calidad de los seis relatos varíe y no hay una regularidad en ese aspecto (cosa dificilísima que las seis hagan pleno, aquí y en cualquier otro recopilatorio de historias) ninguna deja indiferente y todas golpean en el corazón por igual. Otra cosa es que el meneo sea más alto en unas que en otras. En definitiva, no hay regularidad pero no en sentido negativo, sino que hay un mínimo de calidad media-alta pero también las hay de calidad alta o muy alta. Encontrar un fenómeno así en 200 páginas y a través de seis historias, me parece un hallazgo que hay que comunicar.
Retomando el hilo sobre la sinopsis de la contracubierta, en efecto nos encontramos con el encuentro en entornos fantásticos de seis niños con animales inteligentes, antropomórficos (en la mayoría de casos) y con seres fantásticos tipo monstruo. A través de esos encuentros, se suceden una serie de alegorías y metáforas brillantes e inspiradas sobre la familia, el autoconocimiento, la seguridad y la inocencia. Como elemento canalizador de todo, el amor en su estado más puro e incondicional, donde la apariencia, el instinto, la naturaleza de las cosas, la perspectiva y los prejuicios desaparecen. Sin capas, sin velos. Amor crudo.
Si estos cuentos se hubieran escrito en los tiempos de Perrault, Southey y los hermanos Grimm, ya se habrían adaptado y contado a los niños de todo el mundo. Eso sí, se habría rebajado el tono oscuro y violento, como con muchos de los anteriores. Pero oiga, ¿porqué no pueden transferirse estos cuentos dentro de cien años, por ejemplo? Eso sí, lo explícito lo dejaremos al criterio del contador de historias que por turno corresponda. De ser ese el caso, nos podemos congratular por ser contemporáneos a esta obra. Y así el futuro podrá conocer el descubrimiento del amor de la pequeña Gerda con Daisy, un cuervo gigante. O la relación filial entre Joschka, un lobo antropomórfico y una niña, donde no hay cambio de roles, con la naturaleza de ambos intacta. O el autoengaño y la lucha contra sus instintos de un águila con su presa, una dulce niña que gracias a su buen corazón consigue encaprichar al ave hasta el punto de volver del revés su naturaleza. O el ímpetu del murciélago-vampiro Gura por humanizarse y gustar a la joven Corey, en un homenaje a los relatos de vampiros y a la Bella y la Bestia. O la de un león blanco y un niño albino, poniendo en jaque el instinto del felino con la necesidad de tener cerca a la persona amada a riesgo de perder la respiración. O la de una niña ciega y el monstruo de un bosque, último relato y para mí el más redondo (y que me ha volado la cabeza por la soberbia capacidad imaginativa ejercida en apenas 50 páginas) donde la fantástico y el terror se mezclan en una historia en la que la claustrofobia, los prejuicios, el misterio, la soledad y la incertidumbre chocan con la verdad oculta tras una apariencia contaminada por la previsibilidad tras tantos años de ficciones absorbidas.
Si esto no fuera suficiente, en lo que al contenido se refiere, las historias están presentadas con una claridad absoluta en la narración y en cuanto al contenido, con una elegancia y sensibilidad que deja la boca abierta, sin caer en el cliché ni en la telegrafía del momento impacto.
Una maravilla.