Crítica: “ Green Lantern presenta: OMEGA MEN”. Space Revolution.
Resumen de la Crítica
General
Guión
Dibujo
Personajes
Historia
Edición
“Unos vienen. Otros mueren”
La obra plantea firmes debates internos e intelectuales de gran calado en un marco de fantasía espacial y ciencia ficción.
Ya en la serie original de los ochenta la premisa básica orbitaba en la revolución de varios pueblos formado por numerosas especies, etnias, religiones alienígenas que se levantaba en armas contra una casta tiránica para dar paso a la imposibilidad del mantenimiento del nuevo orden político por puro desconocimiento organizativo. En su versión milenal, Tom King absorbe la gran imaginación iconográfica post Marv Wolfman de Roger Slifer y Keith Giffen presentando un retrato duro y contundente sin censura del mismo enfrentamiento galáctico con los tempos y esquemas narrativos del cómic de acción actual.
Si la serie madre se apoyaba en la revolución como excusa para desarrollar el choque de personalidades en los distintos frentes, una infinidad de razas alienígenas, con sus particulares culturas y religiones en un innumerable catálogo de planetas, King lo simplifica a favor de la cohesión y tamaño de su encargo editorial. Reduce la cosmogonía de su predecesora de una manera más manejable. Cabe recordar que en la clásica, el Arca de Noé capitaneada por Primus y Tigorr tenía a su cargo un sinfín de seres que traslucía un infinito número de sistemas. En un ejercicio de control total de este rincón del universo deceita como es Vega, la acotación en el número de implicados mejora la comprensión de una mitología que da mucho de sí. Precisamente el hecho de que los Guardianes del Universo no pueden ni echar un ojo en esta parcela otorga al guionista todas las posibilidades posibles para justificar la dejadez externa respecto la tiranía e injusticias de la Ciudadela, representada por el temible Virrey. Sin la necesidad de construir un nuevo escenario, coge lo mejor del atrezzo del trastero, lo tunea y lo pone de nuevo a la vista de todo el mundo con reformas generales, nuevos técnicos y mejores actores. Adaptadas a los nuevos tiempos narrativos, con sus descompresiones, trampillas argumentales, trucos importados del audiovisual, giros molonizados y lenguaje políticamente incorrecto, Omega Men sube la apuesta de su zona de confort editorial para hablar de tú a tú al territorio Vertigo. Sin lastres de continuidad, pasa de remakear la serie original rebooteando el concepto con una mirada adulta, gris y muy cruda.
King juega al despiste de inicio y mantiene el interés número a número aún cuando nos damos cuenta que en cualquier momento nos la va a colar. La sensación no desaparece desde la primera trampa mortal y ya sólo queda esperar hasta la siguiente sorpresa. La novatada te pone a la altura del Lantern Kyle Rayner, sólo superado cuando uno se da cuenta que el “nada es lo que parece” va a ser el subtítulo de la serie dejando al terrano como un pardillo. El problema es que en conjunto muchas decisiones tomadas en estos momentos no casan de manera ideal en contextos y explicaciones posteriores. No obstante esta impresión queda tapada por una serie de virtudes que colocan esta obra en una clara recomendación.
La primera de estas radica en los personajes. Partiendo de las personalidades características de la serie original, los pasa por un filtro más cínico y canalla. Aún con todo, con Primus, Tigorr y Broot respeta la idealización casi infantil del primero, la ferocidad y y mala uva del segundo y la melancolía del tercero. Lo bueno es que estira más los presupuestos de los tres primeros haciéndolos más oscuros que sus contrapartidas ochenteras. Sobre todo en Primus, al desechar las prerrogativas pacifistas de su anterior encarnación. Eso beneficia la coherencia argumental en sus motivaciones y planteamientos ya que se mancha las manos como el que más. El viejo Primus hubiera sido eliminado a la primera de cambio viendo como se las gasta la banda. El origen de este en caracterización podría ser la misma, pero después de sus experiencias personales toma decisiones que su versión clásica jamás autorizaría. Lo mismo ocurre en el binomio con Tigorr. En la serie original eran dos caras de la misma moneda. Enemigos mortales en otra vida que el destino quiso convertirlos en hermanos de sangre. En la serie de Slifer servía como pivote de dos formas de ver la guerra. En este caso, más modesta la idiosincrasia del grupo, forman una unidad sin apenas roce. Con Kalista la interpretación es otra, más salvaje, loca y maquinadora. En conjunto la veo como el personaje más redondo y sorpresivo.
Lo que tienen en común es una serie de demonios internos y terroríficos que tensan la conexión y desconexión empática en muchas ocasiones. Esconden tragedias humanas desgarradores. La valentía de King forzando los límites para quererlos y odiarlos es uno de los puntos fuertes de esta maxiserie. Vidas fulminadas por malas decisiones militares, parricidio, asesinatos a sangre fría por mandatos hereditarios y supervivencia genocida. Todos en busca de una redención que ven imposible por el dolor que han causado a pesar de sus libertarios objetivos. Aquí me voy a detener ligeramente en el personaje de Doc, un trasunto del pixar Wall-E de apariencia prácticamente igual pero con una programación terrible y sangrienta en un contexto de mandato muy similar. Ahí es donde encuentro la gracia con esa comparativa a pesar del bajón que provoca la perversión del entrañable personaje animado. Una absoluta genialidad del escritor, uno de los numerosos hitos de esta potente serie. Ah! y respetando su versión primigenia en el apartado gráfico.
Otro valor supone la desmitificación utópica de la serie madre en el futuro del levantamiento. Se contrapone con la original gracias a una serie de decisiones que les colocan al igual que la tiranía que combaten. Si tienen que sacrificar miles de personas por el bien común no ahorran esfuerzos en promoverlo, resaltan los grises casi negros en los que se desenvuelven dando credibilidad a la potencia de la historia.
Lo mismo ocurre en el reconocimiento de los sucesos con una mirada real contemporánea. Hay giros terroríficos incluso en los oprimidos por motivos xenófobos, racistas y por mera supervivencia. Subordinados que harían exactamente lo mismo que sus tiranos de no haber perdido la oportunidad que sí tuvo la Ciudadela. No sólo el gobernador universal es el villano, los súbditos se presentan entre mezquinos y desgraciados. Precisamente aquí esta la gracia cuando compruebas que la banda, tildada, como no, de terroristas, no arroja muchas diferencias más allá de una barrera moral más positiva. Esto nos lleva a la conclusión que no sólo les vale derrocar un sistema totalitario, sino quemarlo todo para empezar de nuevo en unos parámetros más libres en derechos. Es decir, no quieren cambiar a unos para colocar a otros para que hagan lo mismo con distintos modos y medios. Si uno observa los movimientos usurpadores y colonizadores de los dos últimos siglos se pueden ver semejanzas en los distintos mecanismos de aceptación de los pueblos respecto a sus invasores. King hace un estudio soberbio en este apartado y en muchas ocasiones no te importa que junto con sus conquistadores, los conquistados se vayan al cuerno. Otro discurso que estremece por lo coincidente con los tiempos que corren es la apatía del pueblo. Los civiles se adaptan a todo como siempre y sólo cuando ven un movimiento de ruptura lo apoyan, pero solo de boquilla, en espera que el trabajo sucio lo hagan otros, aquí, los Omega Men. Y luego están los que se aprovechan en su propio beneficio por esta coyuntura. Todo muy reconocible, sin duda. Las lecturas que subyacen de esta cosmología son muchas. King vuelve a estar muy inspirado en el texto.
Termino el desglose con la Ciudadela y el sanguinario Virrey. El “presunto”villano de la historia. Lo único que no comparto es el contraste desequilibrado entre su sádico punto de partida, totalmente desalmado y asesino, con su trasfondo ideario en origen que conocemos en el último tercio de la obra. Su alegato final no es coincidente con la brutalidad gratuita de inicio. Me parece brillante que su motivación provenga de la tragedia kryptoniana y lo que le ocurrió al núcleo del planeta que devino en su destrucción. Considero de altos vuelos usar la mitología de Superman, el Primero de todo, para esto. Y lo que es mejor, que encaje de una forma tan formidable e inteligente, otorgando la posibilidad de levantar líneas argumentales muy poderosas. Sólo por esa idea coloco a Tom King en un número uno del cómic USA actual. Mérito que hace que enloquezca más por su escasa trayectoria en el medio, con un bagaje tan impresionante que parece insultante. Pero siguiendo con el fondo del asunto, el objeto social de la Ciudadela resulta lógico en términos de supervivencia amplios y su discurso final coherente, aunque tenga que vender el alma al diablo por las incontables vidas que su “encargo” implica. No lo especifico para no perjudicar la lectura. Ya he dicho bastante, pero no puedo silenciar este detalle si quiero profundizar en unos de los pilares más estimulantes de este cómic. En este sentido, lo que menos me gusta es que a pesar del deshonroso precio para favorecer la seguridad galáctica, aparezca a priori como un cacique amoral y sin escrúpulos para luego travestirse en salvador de los pueblos con sangre inevitable en las manos. En mi opinión hay un desequilibrio en la construcción y evolución del Virrey entre su punto de partida y su desenlace. Lo bueno es que trasciende la figura del adversario en los típicos parámetros de mal absoluto al dejarlo como un títere más, bien pagado eso sí, que pude ser fulminado en cuanto falle. Lo que favorece su carisma como personaje desde un punto global es esa fragilidad y vulnerabilidad que da cierta lástima una vez analizas la obra en conjunto. Eso hasta que vuelves a recapitular los cadáveres que tiene en el armario y descartas la idea, pero el que esa sensación se produzca, aunque dure un segundo, es lo que descubre que hace que esta obra no sea una cualquiera. Sin duda los matices de este sujeto in crecendo son tan amplios como sorprendentes si miras su maniquea casilla de salida. Por no decir que abre otro tema interesante, el de la intervención internacional que mira por su seguridad por el camino más fácil sin importar los daños colaterales. Queda aquí la alegoría pero incrementada exponencialmente por fines argumentales para dar sentido dramático a la historia. Si en la vida real son cientos de miles de vidas inocentes las que quedan destruidas por un “bien mayor”, aquí son miles de millones. Pero el resultado es el mismo.
En la parte gráfica, no conocía a Barnaby Bagenda. Lleva prácticamente el peso de la serie en este apartado y me ha dejado muy buenas sensaciones. En dinámica y sinergias de personajes está a gran altura y en movimientos de acción y combates refleja muy bien las tensiones dramáticas y los momentos de agonía física y mental. Le veo como un Jerome Opeña pero sin su capacidad de fondos y detalle, si bien alcanza niveles muy buenos en marcos escenográficos de cualquier tipo, urbano, boscoso, espacial y desértico, todos de apariencia alienígena. A pesar de lo anterior su mayor virtud la veo en la administración y colocación de los momentos espectaculares que adeudan las mejores space operas de toda la vida. A base de páginas completas únicas o dobles se las ingenia para dar impacto a secuencias de enorme poso dramático esquivando los profundos e ingeniosos diálogos de King.
En fin, un grandísimo tebeo. Una obra que plantea debates internos e intelectuales de mucho calado que pulverizan la brújula moral que supone Kyle Ryner como avatar del superhéroe romántico de toda la vida en situaciones morales imposibles que le sobrepasan. Una lectura altamente estimulante donde encuentro en su parte final uno de los mejores cierres que he leído en mucho tiempo.
The Omega Men 1-12, DC Comics. Green Lantern presenta: Omega Men, ECC Ediciones. Rústica. Color. 296 pags. Fecha de edición: Junio 2017.