Crítica “GREEN LANTERN, La Ira del Primer Green Lantern”. Todo comienzo tiene un final.
Resumen de la Crítica
General
Guión
Dibujo
Personajes
Historia
Edición
“He destruido a todos esos enfermos sin corazón”
La obra pone fin a una etapa gloriosa del comic USA con un cierre final a la altura del proyecto y dejando la casa Green Lantern limpia y ordenada para el que venga.
La recuperación por todo lo alto del universo Green Lantern y el retorno a la grandeza de esta cosmogonía tan absoluta le debe a Johns todo. Y aunque en los últimos años la contundencia de las ideas fueron a menos, lo que creo que no deja ninguna duda es que la mayor parte de esta etapa de casi diez años nos ha dejado una de las mejores historias del género superheroico de lo que va de siglo, tanto en fantasía espacial como en superhéroes en su sentido más estricto. El Green Lantern del escritor es ya un clásico moderno de este tipo de cómics por muchos altibajos que haya podido tener de forma puntual. New 52 podría haber sido la excusa definitiva para acercarse a otros proyectos y abandonar el anterior, pero no lo hizo y siguió creciendo, ahí están su notable Aquaman y su entretenida JLA. Pero si bien su final no se acerca a sus primeros y gloriosos años, al menos tenía una última historia que contar sobre el binomio Sinestro-Hal Jordan, obteniendo el primer año del tardo geoffismo el pico más alto en calidad. La necesidad autoimpuesta o no de crear un nuevo Lantern a través de Simon Baz para encajar cuota racional al invento restó la potencialidad del team up pronosticado al principio, pero no consiguió anular la genial sinergia que la rehabilitación del kolugariano consiguió, cerrándose aquí de forma lateral pero muy significativa. Esto teniendo en cuenta que en su parte final, dejado atrás su largo preludio, coloca en lo más arriba el concepto global de esta alianza no deseada por el primero pero inevitable como moneda de doble cara. Porque el Green Lantern de Johns no es la historia de Jordan, es la evolución progresiva de dos formas de pensar tan antagónicas que sólo pueden coexistir juntas por la coincidencia de sus fines. El Green Lantern de Johns es la historia de Jordan y Sinestro. Y en ese punto, el cierre no puede ser más coherente y certero.
Las premisas lanzadas en “El Tercer Ejército” tienen aquí su última parada pero la otra pata del trípode tenía que quedar finiquitada. La excusa para que los dos protagonistas tengan razón de ser y que lo que los une tenga respuesta global. Esto es, los Guardianes. Johns a la largo de los años ha ido retirando la cera de la careta de estos divinos individuos para crear entorno a ellos una metáfora del cinismo y la ambigüedad moral del poder que tira de los hilos. Poco a poco dejó entrever que ningún adversario ha sido más letal para el cuerpo Lantern que los pequeños azules. Siempre se dejó claro que su frialdad sólo era compatible con su hipocresía, pero no es hasta quedar en manos del escritor que de forma progresiva su tiranía ha obtenido cotas tan letales. Sinestro lo vio claro y Jordan también, pero la practicidad del primero chocaba con la compasión que el beneficio de la duda imperaba en el otro. Ahora en su momento más bajo, el equilibrio moral de ambos rellenándose recíprocamente de lo que les falta y de lo que les sobra puede solucionar el mayor conflicto al que se han enfrentado.
Para preparar la batalla final, la saga desarrollada en cuatro colecciones queda interrumpida para que el último gran rival de este cósmico frente editorial comience su juego mental psicoanalizando al elenco secundario más importante de toda la saga. Ya vimos que Simon Baz tomaba el relevo del dúo protagonista dejándoles en segundo plano para que en el futuro cierren por la puerta de atrás toda la saga. De ahí que si la cabecera principal pulsaba los resortes más importantes para colocar a Baz como relevo del legado en un claro camino a la madurez y de encuentro con su lugar en el mundo como persona y como Lantern, con el resto, los medios del villano sirven para repasar sus trayectorias. Me refiero a Guy Gardner, Kyle Rayner, John Stewart y Carol Ferris entre otros, para permitirnos conocerles un poco mejor y para poner en orden toda su vida editorial. Como no podía ser de otra forma, Gardner se lleva el premio gordo y su drama personal junto con su capacidad de superación adelanta con mucho las introducciones del resto, volviendo a congraciarnos con este personaje al ser el más cercano del lector. Al fin y al cabo siempre he visto a Gardner como reflejo de este en las páginas de todas las series.
Como se ha visto en numerosas ocasiones, este tipo de recurso argumental permite en los personajes un tratamiento emocional que los recoloca en nuevas direcciones editoriales. Como siempre, si eres muy fan o no de un determinado personaje te gustará más o menos. No obstante, si hay un personaje que sale revitalizado editorialmente y que la línea argumental prebélica ha conseguido su mayor hito en el tomo, ese es Atrocitus. Si ya destacaba que la mejor idea que se tuvo para contar su historia era encargarle el guión a Peter Milligan, en este caso lo vuelvo a hacer. Efectivamente es sin duda el personaje más apetecible al margen de los dos grandes para contar historias de este palo. Su triste pasado con sus actuales modos y formas son una golosina para cualquier escritor por la libertad que supone contar historias de fuerte tensión dramática, modos violentos discutibles y objetivos compatibles con pasados desoladores. Siempre funcionan las historias de personajes torturados que usan medios violentos con fines injustificados pero entendibles por su dolor. A Punisher no te lo puedes llevar al espacio, pero a Atrocitus sí. Y eso es un pelotazo que Milligan no desaprovecha. Máxime además cuando la alternativa a su pesar se convierte en un drama personal aún más imposible de aceptar por el personaje. De ahí que su tragedia sea doble y cobre un nuevo rumbo. La espectacularidad de los dibujos de Miguel Sepúlveda interpretan a la perfección el guión del británico en una serie de combates físicos, angustias morales, escenarios naturales en el espacio y formas estructurales de máximo nivel gráfico. Además el estilo oscuro, adulto y realista transmite a la perfección la suciedad moral y ambiental de todos los individuos y lugares que forman parte de la serie Red Lanterns, ya sea Maltus ya sea la Tierra. En contraste con la luminosidad del resto de series, más lastradas a los cánones típicos de estos comics.
Cabe destacar también el ámbito de acción de Baz, Jordan y Sinestro, la zona muerta. Con un estilo sombrío y pictórico, en bitono, Szymon Kudranski consigue que fantasee con un Breccia en escenarios de ciencia ficción y fantasía. Me gustan estos dibujantes tipo Dustin Nguyen, se diferencian del resto pero no anulan la majestuosidad que las maravillas de estas creaciones bien imaginadas pueden dar lugar en este tipo de tebeos.
Como los distintos campos de acción de los personajes tocan todos los espectros de los Corps, la parte final supone la comunión absoluta de las ideas lanzadas por Johns y sus compañeros a lo largo de los años para cerrarlo todo de forma global. Por estar no faltan ni los Black Lanterns. La oleada definitiva provoca una serie de secuencias finales tan explosivas como homenajeadoras de las principales sagas anteriores, Sinestro Corps War, Blackest Night y La Guerra de los Green Lanterns.
“La Ira del Primer Green Lantern” pone fin a una etapa gloriosa del comic USA con un cierre final a la altura del proyecto y dejando la casa Green Lantern limpia y ordenada para el que venga.
Green Lantern (N52) 0, 17-20, Green Lantern Corps (N52) 17-20, Green Lantern: New Guardians (N52) 17-20, Red Lantern (N52) 17-20, DC Comics. Green Lantern: La Ira del Primer Lantern, ECC Ediciones. Cartoné. Color. 376 pags. PVP: 34,50 €. Fecha de edición: Diciembre de 2017.