Crítica: “ Grandes Autores de Batman, Norm Breyfogle: Noctámbulos”. Pequeñas grandes historias.
Resumen de la Crítica
General
Guión
Dibujo
Personajes
Historia
Edición
"¡Qué levante la mano quien sepa quien era el líder de Magic Band!
Una mirada de tú a tú con el niño que alucinó con los tebeos de Zinco.
La segunda mitad de los ochenta generó tal número de acontecimientos maestros en el mundo de las viñetas que quien se quedaba atrás se convertía en especie en peligro de extinción. Sea Marvel o DC, los planteamientos en las historias fueron más maduros que nunca y sin apoyo de alegorías ni metáforas mostraban lo peor de la sociedad a las claras. Estos planteamientos no huyeron de Batman. No hace falta recordar que en está época se levantaron catedrales de su historia editorial. El personaje se convirtió en uno de los faros de esta edad de oro. Si de forma lateral a sus colecciones, las publicaciones con formatos de más lustre volvieron a colocar al protagonista en lo más alto, estas no se acomplejaron dándonos a los aficionados una serie de historias rompedoras y sorprendentes. Una de las firmas que dieron nombre a este momento fue Norm Breyfogle. Con su estilo enérgico, eficaz, seco, incansable y constante, insufló al personaje de la fuerza necesaria que encajó a la perfección en estos enfoques tan adultos. Hasta el punto que la interpretación gráfica del personaje es la que se recuerda cuando rememoramos nuestras lecturas de finales de los ochenta y principios de los noventa.
Tras unos arranques ligeros, simples y cómicos con los guiones de Mike W. Barr (Camelot 3000) y Max Allan Collins (Camino a Perdición), el salto de calidad en Detective Comics tuvo lugar gracias al gran triunvirato. Toda la fuerza gráfica de Breyfogle tuvo correspondencia con dos escritores cuyo gran oficio sólo era superado por su mala leche e incorrección política: Alan Grant y John Wagner. Si en Juez Dredd ambos aprovecharon esta distopía ciberpunk como diario reivindicativo de todos los males de la sociedad, gracias a la alegoría encubierta en que consistía esta serie, todos sus conceptos historietísticos básicos fueron importados a la cabecera más veterana de Batman. Dejaron de lado los elementos futuristas pero mantuvieron la crítica contaminada con el mejor humor negro.
Todas estas circunstancias dan lugar a una serie de historias que no porque lo que denuncien las mantienen atemporales (topicazo) sino porque están tan llenas de ideas locas, delirantes, malsanas y conceptualmente embriagadoras que a día de hoy siguen siendo deliciosas y mágicas. Hasta tal punto los planteamientos son tan potentes que alucina comprobar lo bien que se lo pasaron estos tres y la libertad creativa de la que dispusieron. Si nos fijamos bien, Batman es irrelevante. Las historias y los adversarios encajarían igual con tipos como Questión, Punisher o el Vigilante (el de DC, claro está). Un justiciero que intenta contener las encarnaciones más diabólicas que la imaginación puede producir en un entorno urbanita poblado de una galería de psicóticos extremos y asesinos despiadados de difícil clasificación. Estamos hablando de creaciones maravillosas como el Ventrílocuo y Scarface, el Ratonero, Kadaver o Cornelius Stirk. Con planteamientos para lectores mayores de edad, no escatiman en mostrar lo peor de la naturaleza humana como enemigo abstracto que parasita a esta serie de personajes tan sádicos y extremos. Looks terroríficos, asesinatos crueles y a sangre fría, torturas explícitas y monólogos enfermizos, se convierten en las estrellas de esta galería de los horrores que nutren la cabecera principal de Batman.
Bruce Wayne sobra. Su alter ego toma el control de forma omnipresente en los conflictos nocturnos que tienen lugar en estas páginas. La pareja de guionistas aprovechan el tono frío y traumático del personaje para sacar temas incómodos y prohibidos a día de hoy como la presunta justificación del terrorismo islámico como respuesta a la expansión internacional del gobierno estadounidense o la explotación comercial de reservas naturales y religiosas de ecosistemas protegidos como Australia. Ataques verbales a través del guión y dibujo contra la endogamia y crueldad del entramado económico de Wall Street son ejecutados en un episodio donde vemos a Batman matar para salvar la vida. Joyas arqueológicas del pasado editorial del personaje vuelven a nuestros días en una edición de lujo en forma y contenido. Y como ocurría en sus tebeos de 2000 AD, presentan detalles fuera de plano que escarban en la superficialidad y consumismo galopante de la sociedad. Presten detalle en las viñetas, hay premoniciones tipo McDonalds abierto las 24 horas.
Mención aparte es la saga “Noctámbulos”, que da nombre al tomo recopilatorio. Los responsables de ECC lo han debido tener muy claro. Es una pequeña joya. Contado en tiempo real a través de un DJ radiofónico, la saga se mueve a través de este hilo conductor quien con los temas musicales de su programa nocturno pone la banda sonora en una narración de historias cruzadas y conectadas de primer nivel. Un círculo argumental perfecto con infinidad de detalles y matices que merece una adaptación animada, habida cuenta las que se han hecho de las grandes sagas ochenteras de Batman. Si se ha adaptado en animación Año Uno, Dark Knight Returns y La Broma Asesina, Noctámbulos debería entrar en esta liga. Aparte que los adversarios y aliados se combinan, que nada es lo que parece y que los giros están nutridos de violencia y tensión dramática, la historia es hipnótica, adictiva, demoledora y sólida. Se permite el lujo de adornarse con moraleja incluida pero con la mirada cínica e inteligente de esta pareja. La considero una pequeña obra maestra.
Arranca una recopilación editorial a prueba de nostalgia. Una mirada de tú a tú con el niño que llevamos dentro que con razón alucinó con estos tebeos que publicó Zinco. Y tenemos que darle la razón.
Detective Comics 579, 582-594, Batman Annual 11-12, DC Comics. Grandes Autores de Batman, Norm Breyfogle: Noctámbulos. Color. Cartoné. 360 pags. Pvp: 33,50 €. Fecha de Edición: Agosto 2017.