Crítica: «Escuadrón Suicida: Mala Sangre», la redención del escuadrón

Tom Taylor no deja de sorprendernos. Se ha postulado como uno de los guionistas más productivos y divertidos (y cotizados) del cómic generalista. Por algo DC lo ha fichado en exclusiva y está sacando oro a ese contrato con series como esta que os traemos… El Escuadrón Suicida. Este nuevo volumen del grupo se compone con los 11 números escritos por el guionista australiano para la serie, en los que le han dejado experimentar y soltarse la melena, como a él le gusta. De hecho, lo que se cuenta en este extenso arco argumental destruye desde los cimientos al heterodoxo grupo y, de paso, se saca de la manga un buen puñado de nuevos personajes que van a quedar ahí, para que la editorial los vuelva a utilizar y los aproveche, incorporándolos al panteón de personajes DC.

Es decir, que no solo se saca una historia excelente de la manga, sino que encima crea un nuevo supergrupo con mucho potencial. Sin despeinarse.

Aunque esta serie ya fue publicada en grapa por ECC Ediciones, valía la pena su reedición en tomo único, que es lo que la editorial ha lanzado recientemente y nosotros aquí os traemos.

Como pasa en la genial película de James Gunn, os aconsejamos no encariñaros demasiado con los miembros del Escuadrón Suicida, porque las muertes están a la orden del día. Teniendo esto como premisa acompañaremos al grupo en una de sus habituales y peligrosas incursiones… y acabarán topándose con otro supergrupo, formado por metahumanos que luchan por la revolución. De hecho, así es como se hacen llamar: Los Revolucionarios.

Los giros de guión están a la orden del día y estos nuevos personajes acabarán formando parte del Escuadrón Suicida… pero aquí nada es lo que parece y la historia irá creciendo y complicándose entre estrategias, planes ocultos, maniobras en la sombra y muchas dosis de acción. Acción a raudales.

La capacidad del escritor de manejar a tantos personajes de manera simultánea, dotándole a todos de carisma y protagonismo, es siempre sorprendente y encomiable. De hecho, estos Revolucionarios pasan de ser para nosotros completos desconocidos… a miembros imprescindibles del equipo. De hecho, llegan a eclipsar al grupo original y, con los pocos personajes «de siempre» que aparecen, empastan de maravilla.

Una aventura autoconclusiva que lo tiene todo. Con la que disfrutas por la acción, por el dramatismo, por su fuerza y por sus golpes de humor.

En el plano artístico tenemos a Bruno Redondo, que lo borda. Con un dibujo limpio y nítido, centrado en los personajes y buscando siempre el efecto deseado. Es decir, que jamás nos perdemos detalle sea cual sea la situación y sabe dilatar la narrativa con viñetas pequeñas para remarcar una escena de tensión… o congelar en una imagen impactante ese momento que te deja con la boca abierta… o bien te acelera un combate con grandes viñetas entre las que se intercalan otras más pequeñas que contienen la acción. Y siempre, en el centro de todo, los personajes.

Apetece muchísimo hablar de cada uno de ellos, porque son tan distintos y tan profundos que dan pie a ello… pero es mejor que los conozcáis por vosotros mismos. Todos tienen un pasado, algo que contar, algo que los humaniza o los vuelve «reales» para el lector. Esto ayuda a que la historia sea algo más que una simple aventura interesante y bien escrita, porque además está poblada por protagonistas con carisma.

Una saga, un tomo, que vale mucho la pena leer y que los seguidores del grupo no deben perderse. Sirve, además, como génesis de Los Revolucionarios, que darán mucho más de sí.

De verdad, lo que está haciendo Tom Taylor en su paso por DC no es normal. Traeremos más ejemplos, pero este bien puede ser uno de los mejores.