Crítica: «Elden Ring: Shadow of the Erdtree», un DLC que es más que un juego
Historia
Jugabilidad
Gráficos
Duración
Imprescindible
Llamar DLC a esto es quedarse muy cortos. Impresionante el trabajo hecho por FromSoftware
Dos años después de la salida al mercado del juego original, Elden Ring recibe una expansión, un DLC o una ampliación. Da igual como lo llamemos porque siempre nos quedaremos cortos. Este Shadow of the Erdtree amplia con un nuevo mapa (inmenso) el ya de por sí casi inabarcable mapa que teníamos en el juego origen.
Ha tenido retrasos y se ha hecho de rogar, pero una vez disfrutado y comprobado su contenido queda todo completamente excusado. Sin exagerar, podemos asegurar que este DLC tiene un mapa que supera en extensión al de muchos juegos «completos» que salen hoy día.
Y si Elden Ring era un soulslike marca de la casa, con esa endiablada dificultad y su críptica narrativa… preparaos para subir la apuesta varios puntos. Aunque hace ya un par de semanas que salió a la venta y han tenido que rebajarle la dificultad con diversos «parches», sigue siendo un reto que te pondrá al límite como jugador y pedirá que seas paciente, constante y, sobre todo, vengativo. Porque sus bosses más difíciles te van a obsesionar.
Está disponible para PS4, PS5, Xbox One, Sbox SerieS/X (donde lo hemos jugado cortesía de Bandai Namco) y PC y se puede adquirir por separado si tienes ya el juego o como añadido en una nueva edición, tipo GOTY. Es decir, un disco (o descarga) que contiene el juego original más los distintos DLCs que han ido saliendo, este incluído.
Para vosotros, sufridores
Solo podrás jugar a este Shadow of the Erdtree si ya has llegado a una parte avanzada del mapa del Elden Ring. Tras vencer a un jefe opcional de aquel, un tal Mohg, Señor de la Sangre, en el Palacio de Mohgwyn, te dará la opción de adentrarte en las Tierras Sombrías, el inmenso escenario que recorreremos en este mal llamado DLC. Si hace tiempo que jugaste a Elden Ring será normal que no recuerdes donde se ubica este lugar, pero es de lo más sencillo. Solo busca en los mapas de las zonas subterráneas, que no son demasiado grandes. Allí será fácil de localizar el Palacio de Mohgwyn.
Y lo primero que vemos al llegar a las Tierras Sombrías es una pradera que se pierde en el horizonte, sembrada de lápidas. Así que ya veis, el juego nos recibe con unas espectativas realmente poco alentadoras. Bajando por esa pradera pronto encontraremos a los primeros NPJs y nos darán las indicaciones iniciales, santo y seña FromSoftware. Es decir, que la historia es críptica y se explica de manera desordenada para que nosotros la vayamos componiendo a través de nuestros descubrimientos.
Por eso, lo que tenemos que hacer es, exclusivamente, explorar. Y desde el primer momento te das cuenta de lo absurdamente gigante que es esta nueva zona. Porque si ya has jugado a Elden Ring sabes que todo aquello que ves, por muy lejos que esté, es visitable. Así que comprobar que en la lejanía se levanta un inmenso castillo, o que a nuestra derecha y por debajo atisbamos el cadáver de un dragón (por poner solo dos ejemplos) nos hace entrar en una dinámica de vértigo constante porque, a cada zona descubierta, le añades nuevas zonas por explorar a las que no puedes acceder aun.
La extensión del mapa es tremenda pero lo verdaderamente alucinante es que su tamaño no es solo en horizontal, sino que nuevas zonas se abren en distintos niveles de alturas. De verdad que sorprende por mucho que te hayan contando. Sobre todo porque tienes en mente la idea de que «solo» es un DLC.
Nuevos mapas, nuevos secretos
Y como es lógico pensar, la extensión del mapa va en equivalencia a su número de objetos, enemigos, tesoros, secretos, quest y mazmorras que explorar. Así que preparaos para echarle varias decenas de horas más al Elden Ring. Como novedad, por mencionar una, está la de esos surtidores de aire que nos ayudaban, montados en Torrentera (nuestra montura), nos ayudaban a llegar a nuevas zonas elevadas. Ahora tenemos que activar primero dichos surtidores y, en algunos casos, tendremos la dificultad añadida de tener que sortear a algún enemigo.
Y ese es uno de los puntos principales del DLC: los enemigos. Comentado con otros jugadores, coincidimos en que están algo desequilibrados y encontramos los enemigos «normales» que pululan por el mapa demasiado sencillos… mientras que los bosses o mini-bosses son, por regla general, un verdadero infierno.
Entre los primeros hay una especie de sombras que tienen un ataque mediocre (excepto cuando lanzan hechizos o son versiones dopadas). Soldados sombra, hechiceros sombra, perros sombra… son los que más abundan y terminan siendo carne de cañón para nuestras armas. También se prodigan soldados, lobos, pájaros gigantes… y algunos repetidos del juego base. Como decimos, si no nos atacan en grupo o nos pillan desprevenidos, fáciles de tratar.
El problema llega con los segundos, los jefes o jefes de zona. Recomendamos jugar esta expansión con un buen nivel de personaje (a no ser que seas uno de esos jugadores que se pasa a Malenia con los pies), un nivel entre 150 o 200 está bien. Con menos nivel vais a sufrir y sudar y a pasarlo muy muy mal. Y la primera muestra son esos gigantes de fuego que hay por la zona inicial, esas máquinas de guerra de Messmer que, de manera rápida e inesperada, os quitarán toda la barra de vida. Y es solo el anuncio de lo que está por llegar.
Estos si son «jefes»
En la imagen de arriba tenéis a Messmer el empalador. Uno de los jefes del juego que te llevará incontables intentos poder quitarle la mitad de vida para comprobar que tiene una transformación aun más letal… y no es el jefe más difícil. Es verdad que hemos tenido la sensación de enfrentarnos a algunos de los rivales más duros que hemos probado en un juego de FromSoftware, y eso es mucho. Pero el truco es el de siempre: perseverar. La primera vez que luches ni verás venir los golpes… hasta que poco a poco aprendas rutinas, movimientos y compruebes como su barra de vida es más corta cuando mueres. Toca sufrir y sufrir hasta la victoria final. Victoria que es un estallido de adrenalidad y emoción.
Existe la posibilidad de invocar a otros jugadores en el modo cooperativo (o de ayudarles nosotros). Es otra manera de jugar que evita suframos demasiado y que tiene su aliciente aunque, no lo vamos a negar, el reto de pasarlo solos es incomparable. También se pueden invocar, en algunas ocasiones, las cenizas de guerra que tengamos equipadas o algún PNJ que quiera luchar a nuestro lado. Pero esto no se puede hacer siempre, ojo.
Los jefazos tipo Caballero sin Nombre, Rellana o el mismo Messmer tienen unos combates muy dinámicos, intensos y divertidos pese a los frustrantes instantkill o su gran dificultad. El problema llega con los que tienen gran tamaño y se mueven rápido, como por ejemplo el León Danzante. La pelea se convierte un poco en un caos porque la cámara se vuelve loca ante tanto y tan rápido movimiento del enemigo que se aleja y se acerca, que vuela y aterriza y que dispara rayos o te mastica, todo sin parar. En estas ocasiones la suerte también entra en juego y hace que los combates sean algo menos intensos, incluso, a veces, injustos.
Aunque el problema de la cámara es ya santo y seña de FromSoftware y casi admitimos que va con su marca. Pero no estaría de más replantearse alguna manera de corregir esto en el futuro.
No pasa el tiempo en la Tierras Sombrías
El juego, en cuanto a mecánicas, es el mismo de hace dos años, así que poco más podemos añadir ahí. Se incluyen, eso sí, nuevas armas, hechizos, equipamento, etc. entre los que destacamos «los perfumes», una nueva arma que ha tenido que ser nerfeada ya que algunos usuarios descubrieron como potenciarlas y con ellas acabar, en apenas dos ataques, con los jefes más duros. Como novedad y en exclusiva para esta ampliación se han incorporado una especie de «semillas» que debemos encontrar, repartidas por el mapa, y que se activan en las hogueras de guardado. Con ellas podemos subir nuestras estadísticas pero esas subidas solo funcionarán, ojo, en el mapa del DLC, en las Tierras Sombrías. Si nos trasladamos al mapa del juego original quedarán desactivadas… para volver a funcionar cuando regresemos de nuevo al DLC.
Así que poco a poco el DLC ha recibido actualizaciones que lo han ido puliendo, trabajo post lanzamiento que siempre es de agradecer.
En lo que queremos detenernos un poco es en el apartado artístico. Que el mapa sea tan absurdamente gigante no evita que se haya cuidado cada una de las zonas, encontrando un acabado artísitico a la altura de la compañía. Las construcciones inmensas de castillos, fortalezas o grandes masas de zonas verdes conviven con ruinas, páramos, etc. que, al recorrerlas y sobrepasarlas, nos llevan, por ejemplo, a una catedral o a un templo.
Las Tierras Sombrías siguen siendo un lugar baldío y desolado, pero está repleto de arte y de diseño pensado para impactar siempre en el jugador… y pensado también para ser recorrido. Lleno de pasadizos, escaleras o puertas que, una vez abiertas, conectan zonas antes inaccesibles. En definitiva, otra muestra de ingenio en el diseño de niveles, algo a lo que nos tienen muy acostumbrados los trabajos de Miyazaki.
Conclusiones
Gráficamente no hace falta decir que luce tan bien como ya lo hacía el juego madre. Algo que, dos años después, está muy superado por otros títulos de mundo abierto. Sin embargo, esa pequeña diferencia no es en absoluto un problema cuando compruebas lo brutalmente grande que es el mapa y que, con dos botones y en pocos segundos, puedes cambiar del mapa de las Tierras Sombrías al de las Tierras Intermedias, las del juego base.
El sonido, con unas melodías épicas en los combates y una bs que acompaña sin molestar, rubrican todos los aspectos técnicos de este excelente juego.
Shadow of the Erdtree es el DLC más grande y completo que se ha visto jamás. Lleva la experiencia de Elden Ring a otro nivel y eleva a más de 200 horas (de largo) el tiempo que te va a pedir el juego para poder ser explotado.
Un DLC que podría ser, fácilmente, considerado como juego del año.