Resumen de la Crítica
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Edición
Una historia preciosa más que recomendable para cualquier cinéfilo o estudiante de comunicación audiovisual.
Hoy traigo uno de esos libros de sillón orejero de Astiberri que tanto me apasiona: El Cineasta.
Una historia con tintes biográficos y de investigación que bien podrían recordar a un relato del mismísimo Paco Roca. En El Cineasta, Julien Frey relata cómo a finales de los 90 conoció al director Edouard Luntz, muy conocido en Francia y por haber trabajado con el magnate del cine Darryl F. Zanuck, por haberle denunciado sus prácticas abusivas dentro de la industria y por haber ganado el juicio. Entre comillas, porque Zanuck, fundador de la 20th Century Fox y productor de películas como Las Uvas de la Ira o Eva al Desnudo, era de los que siempre se salía con la suya, y con el tiempo, se vengó haciendo desaparecer las cintas de Luntz.
Luntz sentó precedentes en la industria, pues fue el primer director que se ganó el derecho a compartir la autoría de la película y el FINAL CUT con el estudio. Pero ¿a qué precio?
Frey nos introduce en algunas de las películas clave de Luntz y en concreto en LE GRABUGE y las complejidades de su producción. Luntz, un director-autor al más puro estilo francés (o español) no supo llevarse bien con el sistema de estudios norteamericano (además de gustarle un poco más de la cuenta la fiesta y las drogas). El conflicto de intereses que hoy tanto vemos entre directores y grandes estudios como Disney, es el eje sobre el que gira la historia.
Pero Frey nos cuenta en paralelo también su vida personal, su vida como guionista de series de animación y en especial cómo a raíz de su encuentro con el ex-director, se recorre Paris, sus universidades y cinematecas para tratar de recuperar las películas desaparecidas. Películas relevantes nominadas en Cannes, Berlín o Venecia. Un hecho misterioso que llama la atención de Frey que llega a viajar a Brasil y Estados Unidos en busca de la única copia existente de esa LE GRABUGE.
Frey construye toda la historia a través de testimonios y anécdotas, con toques fantásticos con personajes que rompen la cuarta pared contradiciendo al mismísimo narrador.
Me falta por comentar el 50% de la obra, que es el maravilloso dibujo realista (y a veces caricaturesco) en blanco y negro de Pep Domingo, Nadar.
Curiosamente aunque seamos ajenos a este director de cine, o al cine francés, la historia es más que atractiva y se ve el cariño que los autores le han puesto. Más que recomendable para cualquier cinéfilo o estudiante de comunicación audiovisual.
