Crítica: «Dragon’s Dogma 2», fantástica libertad medieval
Historia
Jugabilidad
Gráficos
Duración
Muy Recomendable
Un rpg de acción inmenso, divertido y exigente que llenará tus horas si te gusta la fantasía medieval
He tenido que consultarlo porque ya había perdido la cuenta: hace casi 15 años que Capcom lanzó el primer Dragon’s Dogma en PS3 y Xbox 360. Unos años más tarde teníamos su versión «completa» con el Dark Arisen y, como no, una versión MMORPG que nunca salió de Japón.
En su momento fue un juego incomprendido y tuvo, además, que medirse con nada menos que Dark Soul. El sistema de peones, curiosa forma de jugar online con compañeros de manera indirecta, parecía no convencer a muchos usuarios que, con el tiempo, creo que terminaron entendiendo que se trataba de un sistema diferente de jugar, único.
Hace ya unos cuantos años que este Dragon’s Dogma 2 se espera, poniéndonos los dientes largos con videos, anuncios y promesas. La espera acabó el 22 de marzo, cuando por fin fue lanzado por Capcom en PS5, Xbox SerieS/X y PC, llegando hasta nosotros gracias a Plaion que ha tenido la gentileza de hacernos llegar la versión PS5. Y menudo juego.
Atesora muchos problemas, algunos no menores, pero quedan totalmente eclipsados por la sensacional apuesta que se ha marcado el equipo liderado por Hideaki Itsuno. Nos atrevemos a decir que es el título donde mejor se ha implementado la IA y que vuelve a repetir, a riesgo de volver a no ser comprendido, su genial planteamiento multijugador.
Un mundo abierto como pocas, muy pocas veces, hemos visto.
La historia como excusa
Vamos a empezar con algo negativo: su Historia. Su narrativa, también. Primero la historia porque se trata de una continuación algo forzada del primer juego, con un desarrollo típico de tramas palaciegas y traiciones, de tronos perdidos y de volver a conquistar el reino. Consciente de que ese no es el punto fuerte del título, se ha descuidado un tanto y cuenta con una narrativa funesta, áspera y poco atrayente. Avanzamos por ella a través de las misiones principales sin darnos cuenta y disfrutando de la mecánica que ofrece el juego, llegando a olvidarnos con mucha facilidad de porqué estamos aquí o allí o por qué tenemos que hacer esto o aquello.
Como será de farragosa su narrativa que han incluído a los oráculos, unos mercaderes que, por un módico precio, te dicen qué es lo que tienes que hacer para no perderte, para recordarte cual era tu siguiente paso.
Y tras esto parece que estamos ante un juego fallido. Pues ni mucho menos. Dragon’s Dogma 2 es tan genial que se puede permitir descuidar la historia y basar su apuesta en otros factores que lo convierten en uno de los mejores en su género, a la altura de, nada menos, el ganador del GOTY del pasado año: Baldur’s Gate III.
Profundo, exigente pero divertido: Los Peones
Se trata de un juego de rol de acción en el que, de primeras, tenemos que crear a nuestro personaje. Para ello contamos con un potente e intuitivo editor con el que podremos hacer casi cualquier cosa, solo tenéis que ver lo que ha logrado la comunidad, replicando personajes de Juego de Tronos, El Señor del los Anillos, etc. No suele pasar que un editor tan perfecto sea fácil de manejar y que, en muy poco tiempo, ya tengamos listo nuestro avatar.
Como es habitual no solo determinaremos su género o aspecto, sino también su clase/oficio. Partimos de cuatro (guerrero, arquero, mago, ladrón) que podemos evolucionar a nuevos oficios derivados y también iremos sumando unos cuantos más a lo largo de la aventura. Pero luego volveremos a esto de los oficios porque lo siguiente que te pide el juego es volver a usar el editor, esta vez para construir a tu Peón Principal. Y aquí ya empezamos a hablar del santo y seña identitario de Dragon’s Dogma porque como Arisen, algo así como el elegido, podemos invocar a otros peones.
Este Peón Principal que creamos será nuestro compañero/a durante todo el juego y lo podremos resucitar tantas veces queramos en las Piedras de Falla. Usando esas piedras, distribuidas por el mapa, también podemos acceder a otros peones principales creados por otros usuarios. Tendremos que elegir un máximo de dos para que pasen a formar parte de nuestro equipo de cuatro héroes (nuestro avatar+nuestro Peón Principal+dos peones secundarios). Estos dos peones pueden morir o podemos despedirlos para contratar a otros y, muy importante, no hace falta pagar el Game Pass o el PlayStation Network para poder usarlos. Vamos, incluso podemos jugar sin problema desconectados de la red, pues Capcom ha incluído peones propios que deambulan por el juego esperando ser contratados.
Pero claro, si nosotros podemos usar los peones de otros jugadores… eso quiere decir que otros jugadores pueden usar nuestro Peón Principal. Cada vez que alguien lo use, nuestro Peón aprenderá de la aventura que ha vivido y traerá esa experiencia a nuestra partida. Por ejemplo, si se ha enfrentado a un monstruo enorme, nos indicará cuales son sus debilidades o puntos flacos. Si pasamos por un lugar donde hay un secreto y eso ya lo «vivió» en otra partida, nos pedirá que le sigamos para descrubirnoslo. Y así, un montón de ejemplos más que sería interminable describir.
Lo interesante es que los peones aprenden y utilizan lo aprendido para ayudarnos u orientarnos.
Profundo, exigente pero divertido 2: el combate
Cada oficio/clase tiene una manera distinta de actuar en combate y tendrás que dar con la que mejor se adapta a tu forma de jugar. Tranquilo si eliges mal, porque hay establecimientos en los que puedes cambiar de clase, incluso el juego te bonificará que cambies de clase o que la «evoluciones» como luego explicaremos.
La potente IA de pnjs, peones y enemigos hace que cada batalla sea un espectáculo, que pueda suceder cualquier cosa, sobre todo con los monstruos más grandes o en las batallas multitudinarias. Vas a alucinar cuando veas como tus peones usan estrategias de apoyo, o cuando cae uno de ellos y otro lo recoge en brazos y lo saca de la batalla para curarlo… O con los enemigos cuando se esconden para hacerte una emboscada o cuando se ayudan entre ellos o cuando huyen al saberse vencidos o cuando combaten entre sí.
Y si este aspecto es espectacular, suma en las batallas contra monstruos grandes. Se vuelven épicas, intensas. Es un gustazo poder utilizar ciertos golpes o técnicas cuando evolucionas en tu oficio y, por ejemplo, saltar sobre el escudo de un compañero para encaramarte a lomos de un grifo y apuñalarlo… o ver como un gigantesco cíclope se protege el ojo para evitar ser dañado en su punto flaco… o como un enemigo volador agarra a un compañero y lo lleva hasta un desfiladero para despeñarlo. De verdad, se dan todo tipo de situaciones y eso hace que cada combate se viva con emoción.
Profundo, exigente pero divertido 3: la evolución de los personajes
En Dragon’s Dogma ganamos puntos de experiencia que nos harán subir de nivel y eso aumentará nuestros parámetros de fuerza, resistencia, etc. pero también obtendremos puntos para invertir y comprar habilidades ligadas a nuestro oficio. Hay un montón, muchísimas para cada uno de los oficios aunque nosotros solo podemos usar cuatro en los combates. Eso sí, una vez adquiridas ya no las perdemos y podemos ir jugando con ellas, cambiándolas en cada ocasión. Además, cuando decidamos cambiar de oficio, también las conservaremos.
De esta manera vamos a poder configurar guerreros muy variados, únicos, con una paleta de habilidades tan amplia y tan determinante que ayudarán a que el juego no se estanque cada vez que entramos en una contienda. Y ojo, que no solo controlamos y elegimos todo lo referido a nuestro avatar, sino también lo que concierne a nuestro peón principal.
Elegir un equipo equilibrado es vital para avanzar en el juego. Como también lo es saber moverse por el mapa.
La IA de los peones es tan avanzada que no es necesario darles órdenes. Casi siempre (hay excepciones y los peones hacen tonterías, claro), pero casi siempre hacen lo que deben. Aun así se les puede dar ordenes básicas para que dejen de atacar o te ayuden o que vengan a curarte.
Profundo, exigente pero divertido 4: olvida el viaje rápido, aprende a moverte
Una de las críticas más feroces que se le hace al juego es la dificultad para hacer los típicos viajes rápidos. Y no es que no se pueda, sino que para hacerlos necesitamos unas extrañas gemas que no se prodigan mucho. Pero es que el juego está pensado para NO USAR el viaje rápido. Dragon’s Dogma quiere que te pierdas por su enorme mapeado (que supera con creces al del primer juego), que vivas con emoción y tensión cada kilómetro recorrido, que sufras por si se te hace de noche, que es cuando salen los monstruos más peligrosos.
Para suplir un poco esto se ha optado por poner unas hogueras en distintos lugares del mapa. Junto a ellas podemos montar un campamento y descansar, pasar la noche incluso, para recuperar fuerzas y volver otra vez, frescos, a retomar la marcha. En dichos campamentos también podemos cocinar (muy buenas las imágenes de los distintos filetes al freírse), reordenar las habilidades y charlar. Eso sí, se aconseja limpiar las inmendiaciones antes de echarse a dormir, porque podemos ser atacados, en plena noche, por una banda de ladrones o por trasgos.
Perderse por los caminos de Dragon’s Dogma es algo obligado. El juego está hecho para ello y por eso se ha intentado minimizar el viaje rápido. Desde luego está feo que hayan puesto como DLC de pago las piedras de viaje y otros elementos que, si bien se pueden conseguir en el juego, son insuficientes para los jugadores que quieran ahorrarse esos paseos por el mapa. Pero sería un error. Tirarse un rato andando por el bosque buscando terminar una misión y encontrar una mazmorra, un castillo o cualquier cosa, es la sal del juego. No hace falta comprar nada, solo disfrutar de como está concebido el juego, porque deambular por él es una sorpresa constante.
Profundo, exigente pero divertido 5: el tiempo pasa
Podemos seguir contándoos mil detalles más del juego, todos geniales. Por ejemplo la recolección de materias y elementos, con los que podemos fabricar desde flechas a bebedizos. O la recolección de minerales y objetos, para mejorar nuestras armas y armaduras. Sin embargo no nos enrollaremos más con estas cosas, solo acabaremos con otro de los aspectos más destacables: el paso del tiempo.
En Dragon’s Dogma el tiempo pasa de verdad y lo sientes así. Por ejemplo, si recolectamos la fruta de un árbol o arbusto, esta volverá a florecer pasado un tiempo. Si en un combate se destruye un puente, al cabo de un tiempo los lugareños lo habrán reconstruído. Si guardas un filete en tu inventario y te olvidas, se pudre y se vuelve inservible o tóxico. Pero lo más importante: si tienes que hacer una misión y tardas en realizarla, lo más probable es que el paso del tiempo le afecte.
Es decir, y recurriendo al ejemplo más básico, que si tienes que hacer una misión de rescate porque, pongamos, unos lobos se han llevado a un niño… o vas pronto a rescatarlo o solo encontrarás sus huesos. Por eso hay que tener tan en cuenta el paso del tiempo, porque el juego no para y la historia del mismo, las misiones futuras, dependen de lo que hagamos. Un juego versátil y cambiante, vivo, que hay que valorar. Pero aquí no pasa como en Baldur’s Gate III que tienes un montón de puntos de guardado para poder rectificar, no. Dragon’s Dogma solo te deja una ranura, una partida única. No hay vuelta atrás.
Esto aparentemente es un lastre, pero en realidad es otro de sus puntos diferenciadores. Cada partida será única también en su desarrollo argumental, así que invita a ser rejugado. Bueno, ya os decimos que en una sola vuelta no puedes descubrir todos los secretos, enemigos, tesoros que oculta su enorme mapeado.
Profundo, exigente pero divertido 6: un mapa inmenso y un mundo vivo
La exploración. Esa es la palabra clave en Dragons Dogma 2. Gracias a ella te sorprenderás con los combates, con los encuentros fortuitos con pnj que desencadenarán nuevas misiones, con mazmorras y enemigos que no esperabas… incluso con una esfinge que nos pondrá a prueba con sus enigmas. Pero todo ese mundo fantástico (en todas las acepciones de la palabra) no sería posible sin un trabajo tremendo en el diseño del mapa. Ya no es que sea enorme, que lo es, sino que presenta una orografía increíblemente diseñada para buscar, una vez más, sorprendernos.
En más de una ocasión tendrás que recorrer desfiladeros, subir montañas o bajarlas buscando el lugar adecuado, vadear ríos, atravesar un tupido bosque para acortar camino o dar media vuelta porque el puente por donde ibas a pasar ha sido destruído. Y todo con una calidad gráfica sobresaliente donde las luces (o la ausencia de ellas) forma parte orgánica del mundo y le ayuda a darle vida, como cuando una gran sombra cruza bajo tus pies y escuchas el vuelo de… algo muy grande.
Además, la variedad de zonas presenta todo tipo de lugares, los típicos en estos juegos (bosques, cuevas, montañas, playas, ríos, pantanos…) pero ponemos el acento en los grandes núcleos urbanos, con ciudades enormes diferenciando barrios, palacios, mansiones y todo ello poblado con gentes que «hacen cosas». Desde el bardo que canta o cuenta historias en la plaza hasta el ladronzuelo que se busa la vida por ahí.
Pasándonos al plano técnico hay que decir que en PS5 no suele bajar de los 30fps y se muestra muy estable. No es poca cosa teniendo en cuenta todos los cálculos a los que se somete el hardware, los que obliga el juego con tanto personaje, monstruo, elemento interactivo, luces, etc. En ese sentido incluso se puede excusar que en los momentos de mayor intensidad y aglomeración (un combate multitudinario) la tasa de frames baje un poco. Pero sucede pocas veces y la molestia jamás empaña la experiencia.
Visualmente es sensacional y explota el motor de Capcom que ya hemos visto en los Resident Evil, ese RE Engine. Pero jamás había sido utilizado para crear tamaño mundo y, cero sorpresas, funciona de maravilla.
Profundo, exigente pero divertido 7: Estos monstruos me suenan
En un juego como este los enemigos son pieza clave del éxito. Pocas novedades nos vamos a encontrar con respecto al juego anterior, pues se ha tirado del bestiario de aquel y nos enfrentaremos a monstruos salidos de la mitología clásica: grifos, minotauros, cíclopes… Aunque se han mezclado, acertadamente, con otros más habituales en estos juegos de fantasía medieval, para que no falten nigromantes, no muertos, orcos, etc.
Y aunque hay un bestiario realmente numeroso, no es este su punto fuerte. Para el tamaño que tiene el mapa y las horas que le vamos a echar, se hace excaso. Acabamos viendo a los mismos una y otra vez, sobretodo a los trasgos o goblins que parece se multiplican como setas. Aun así es una queja vacía, porque cuando aparece ante tí un gigante o un golem, un dragón o una quimera, te lo pasas tan bien en el combate que te olvidas de todo.
Profundo, exigente pero divertido 8: Conclusiones
No es un juego perfecto ni de lejos, queda mucho margen de mejora. Pero eso, que puede ser una pega, es su mayor ventaja. Partir de este Dragon’s Dogma 2 y evolucionarlo puede generar una saga de juegos como no se había visto hasta ahora.
Te ofrece total libertad para explorar y te asegura que tu partida es única. Cuenta con un sistema de juego colaborativo exclusivo y con unas IA vanguardistas. Gráficos de nueva generación y un sonido envolvente que te mete de lleno en este belicoso mundo.
Es uno de los juegos más sorprendentes y gratificantes que hemos tenido ocasión de jugar. Eso sí, su apuesta tan exclusiva con el tema de los peones, hacerte «patear» y explorar y no llevarte jamás de la mano puede hacer que muchos jugadores lo aborrezcan. Lo hemos estado poniendo constantemente en el inicio de cada párrafo: «es un juego exigente». Eso sí, como entres en él, te brindará momentos inolvidables y te tocará esperar, como ya nos pasó a nostros, otro montón de años hasta que salga el nuevo Dragon’s Dogma.
Porque esta saga ya forma parte de los grandes nombres en esto de los videojuegos.
Título: Dragon’s Dogma™ 2
Plataformas: PS5, Xbox Series X | S, PC (Steam)
Editor/Desarrollador: Capcom
Género: RPG
Lanzamiento: 22 de marzo de 2024
Idioma: Textos en castellano
PEGI: +18