Crítica. Del videojuego al cómic (II): «Borderlands: Origins»
Resumen de la Crítica
General
Guión
Dibujo
Personajes
Historia
Edición
Mejorable
Cuatro números que se hacen escasos e insuficientes pese al buen trabajo de los autores
La serie de videojuegos Borderlands cuenta ya con varios títulos en su haber: Borderlands, Borderlands 2, Borderlands the Pre-sequel y Tales From the Borderlands… además del anunciado Bordelands 3, que en el momento de escribir esto aun no tiene fecha de lanzamiento.
2K Games dió en la diana cuando decidió que Borderlands abandonara sus gráficos realistas en favor del cell-shadding, imitando dibujos animados de vivos colores y muchos detalles pero sin despreciar la violencia y la acción propia de los shooter en primera persona que tan de moda estaban. Y así, en 2009, llegó de tapadillo este título que combinaba ese modo de juego con un árbol de habilidades similar al de los juegos de rol y, por si fuera poco, con la búsqueda aleatoria de objetos y armas… de las que siempre han alardeado de contar con cientos y cientos de modelos diferentes.
En ese primer título podíamos seleccionar entre cuatro personajes, cada uno con sus particulares habilidades, modo de combate y sus mejoras personalizadas. Mordecai, el francotirador que cuenta con el apoyo aéreo de su inseparable cuervo, Bloodwing. Brick es el forzudo del grupo, virtualmente imparable. Lilith, la sirena, con poderes psíquicos y la capacidad de «entrar en fase». Por último está el soldado, Roland, capaz de desplegar torretas de defensa y primarios robots. Los cuatro viajan en un autobús al comienzo del juego, recorriendo el planeta Pandora, y nuestra misión en él (jugando solos o en cooperativo) es buscar la mítica «Cámara», repleta de artefactos, armas y minerales preciosos.
IDW publicó en 2012 una miniserie de cuatro números, titulada Borderlands: Origins, en la cual ahonda en los orígenes de estos cuatro personajes. Cada número está dedicado por completo a uno de ellos y a relatarnos los momentos previos que les llevaron a entrar en ese autobús que vemos al comienzo del juego… por lo que situamos este Origins justo antes del primer título.
El primer número está dedicado a Roland, contándonos lo difícil y dramática que fue su última misión junto a sus compañeros. Lilith protagoniza el número dos, donde aclara lo que significa ser una de las pocas Siren que habitan en el Universo y lo peligroso que puede ser para una chica estar sola en Pandora. En el tercer número, Mordecai se las ve con un grupo de rateros y, en el último número, Brick nos revela un particular episodio de su vida en el que tuvo que optar por seguir a su conciencia o a sus compinches. Y los cuatro episodios acaban igual, entrando en el autobús de Markus… y de ahí, al primer videojuego.
Mikey Neumann se encarga de los guiones, realizando un trabajo correcto pero escaso… y es que solo un comic-book por personaje no permite mucho espacio para el desarrollo de los mismos ni para recrearse en complejas historias. Por lo tanto se ve obligado el autor a centrarse en pequeños y cortos sucesos que transcurren casi en un parpadeo. Esto permite que el cómic sea entretenido, pero poco satisfactorio.
Nuestro compatriota Agustín Padilla se encarga de ilustrar los cuatro números de manera excelente, consiguiendo ser fiel a la estética del videojuego pero, al mismo tiempo, dotando a las páginas de su particular estilo. Las viñetas grandes y la acción acelerada permite a Agustín lucirse y recrearse, pero limita su talento narrativo. Lo mismo que le pasaba a su compañero con los guiones.
Estos cuatro números que conforman Borderlands: Origins han sido recopilados en un único tomo (de momento también inédito aquí) han sido continuados por otras dos series… El volumen 2, The fall of Firestone y el volumen 3, Tannis & The Vault. Es de suponer que los autores conseguirán expandir su trabajo con los personajes protagonistas y que este Origins supone solamente una toma de contacto y una pre-cuela del juego… y como tal es como funciona.