Crítica: «Deathstroke, el asesino de dioses», mercenario metido a antihéroe
General
Guión
Dibujo
Personajes
Historia
Edición
Bien
Acción, aventura... que desdibuja un tanto al personaje en favor de la espectacularidad.
La mítica serie de los ’80 de Los Nuevos Jóvenes Titanes de Marv Wolfman y George Pérez no fue así de maravillosa e inolvidable solo por sus protagonistas héroes. Lo fue en gran medida por la cantidad de personajes que los autores crearon para la ocasión y que han permanecido y crecido dentro del rico Universo DC. Posiblemente, el que más lo haya hecho, ha sido Deathstroke (Golpe Mortal Exterminador, como se le conocía en los cómics de Zinco).
Slade Wilson se descubrió como un formidable enemigo, prácticamente imbatible. Un mercenario entrado en años capaz de aprovechar el 100% de su potencial físico y mental que, unido a un factor de curación superior y a una larga vida bélica lo convertía en un verdadero terror para los jóvenes protagonistas que, pese a todos sus poderes y habilidades, no podían competir con la experiencia extrema del Exterminador.
Un personaje tan contundende y bélico encajó como un guante en la década posterior y su fama fue creciendo a base de intervenciones puntuales pero determinantes en otras series. Por ejemplo, hay que recordar siempre su impactante escena en la mítica Crísis de Identidad.
Por supuesto, no sería tan grande si no hubiera sido capaz de protagonizar su propia cabecera, que por eso estamos aquí. El último volumen en aparecer de dicha cabecera es el que recoge ECC Ediciones en un tomo único, incluyendo sus dos anuales. Se trata de un voluminoso tomo de más de 500 páginas editado en formato cartoné y que nos permite tener todas sus recientes aventuras compiladas en una edición muy digna.
La serie fue encargada a Tony S. Daniel, que hace las funciones de autor completo y decide lanzarse a lo que cualquier seguidor de Deathstroke quiere: acción vertiginosa y sin freno. Se le intenta dar un hilo conductor, unas motivaciones y un revulsivo… pero no siempre surte efecto. El autor no es un escritor brillante y adolece de ritmo acelerado, buscando siempre el enfrentamiento e introduciendo cada pocos números a un personaje DC. Wonder Woman, Superman, Batman, Capucha Roja, Harley Quinn… se pasarán por la serie a modo de acompañamiento y con el recurrente «nos pegamos primero y nos aliamos después».
En los 20 números que conforman el tomo encontramos dos arcos argumentales principales. Uno en el que Slade es contratado para asesinar a un dios, con todos los problemas que esto le va a causar. Y otro arco en el que a nuestro belicoso protagonista se le despierta un desproporcionado sentimiento paternal y se lanza a una cruzada por recuperar a sus hijos.
La lectura es divertida y evasiva, pero no está a la altura del personaje y le falta profundidad. Tony S. Daniel adolece también de su fallo como guionista y no sabe disimular trucos y ticks de los guiones que están puestos ahí, demasiado descaradamente, para que la aventura avance.
En el plano artístico el autor cumple con su estilo, poses y cuerpazos escuela Jim Lee, algo desfasados para los estándares actuales pero que entrarán por los ojos a los que buscan esas viñetas grandes, splash pages y coloridas composiciones. Porque eso hay que reconocérselo: los dibujos son ilustraciones, más que viñetas por donde la historia avanza. Y como ilustraciones son contundentes y poderosas. Lástima que no sea suficiente para que el cómic destaque.
A mitad del tomo James Bonny y Tyler Kirkham toman el relevo artístico en guión y dibujo… y la cosa no mejora, aunque tampoco empeora. La búsqueda de Rose y Jericó, los hijos de Deathstroke, se torna un tanto zigzagueante y se complica cuando Ra’s Al Ghul entra en escena. Y el final, aunque abrupto, sabe poner punto y aparte en la historia.
Lo que si vamos a elogiar y poner como ejemplo de lo que «debería haber sido» es el sensacional Annual que cierra este volumen. Una buena historia que tiene reflejos de guerras reales y actuales y que toca temas transversales de delicada moral. Porque Deathstroke puede ser y es un personaje que se presta a contar historias potentes de acción, pero también se le puede utilizar para contar algo más de fondo y dejar, de paso, un mensaje que cale.
Es en definitiva una lectura divertida, de evasión, que demuestra carencias en los autores pero que consigue entretener pese a todo. Agradará a los fans puros del personaje que, si tienen paciencia y llegan al final, encontrarán ese maravilloso regalo en forma de Annual.
- Deathstroke. El asesino de dioses. ECC Ediciones
- edición original. Deathstroke núms. 1-20, Deathstroke Annual núms. 1-2, DC Sneak Peek: Deathstroke núm. 1 USA. DC Comics
- cartoné. 528 pp. color. 48€