Crítica: “Daytripper”. Diez vidas en un instante.

La obra ganadora del premio Eisner de 2011 a la mejor serie limitada es un delicioso análisis de la vida, la experiencia y la muerte a partir de la existencia de su protagonista, Brás de Oliva Domingos, en una interesante y original narración llevada a cabo de forma brillante por sus autores, los hermanos brasileños Fábio Moon y Gabriel Bá. Su imaginación nos transporta a días puntuales en la vida Brás a través de sus reflexiones sobre distintos estados mentales y situacionales como catalizadores del autoconocimiento y toma de decisiones en búsqueda de la aceptación, la comprensión y la reconciliación consigo mismo y con los demás. Cada episodio, autoconclusivo, sucederá en un día concreto de su vida, pero no uno cualquiera sino en uno de capital importancia que pondrá su cronómetro vital experimental a cero hasta la siguiente parada de ensayo y error, el perpetuo laboratorio que es la vida. En uno encontramos la vitalidad y la magia de la niñez; en otros la época en que nos veíamos inmortales, la juventud hambrienta de sensaciones y experiencias como si no hubiera un mañana; la decepción en unos padres acomodados y su íntima disculpa legitimada por la madurez; la felicidad del futuro gracias al primer latido fruto de dos mitades; el alejamiento destructivo de una amistad; la puerta que se cierra pero que abre otra; la ausencia familiar laboralmente impuesta; la contemplación de la vida en sus últimos momentos.

Anteriormente me había referido a que la propuesta tiene cierta originalidad, que unido con lo anterior puede sonar contradictorio, ya que obras del calado expuesto las hay a montones. La particularidad aquí radica en que todas y cada uno de los diez episodios en que se compone Daytripper tiene un común denominador que no detallaré para no perjudicar al lector que no lo conozca, a pesar de que va a lastrar el contenido de este texto ya que sin duda es lo que permite engrandecer la obra y hacerla diferente a cualquier otra de carácter costumbrista. Sólo decir a este respecto que sin duda la manera de cerrar cada episodio amplifica el enfoque pretendido en cada momento vital del protagonista y provoca en el lector un escalofrío que a pesar de su coincidencia periódica, no desaparece, empujándole hacia la obtención natural de una serie de reflexiones que interactúan con el protagonista. Ahí radica otro elemento capital en la obra, un metalingüismo introspectivo, un juego donde el lector se convierte en el relojero de la vida de Brás. Quien en función de su condición intelectiva introduce en la mente del personaje el momento en que verdaderamente pone en marcha su vida. De forma casi orgánica, da la posibilidad de que cada vez que sea lea esta obra se haga como nueva en función de las inquietudes, experiencias vitales y sentido de la vida que tenga el lector en un determinado momento. Una obra que no envejecerá nunca, atemporal, un clásico instantáneo.

Sin duda lo más relevante es la escritura, llena de adornos metafóricos intercalados entre los textos de apoyo y los diálogos de los personajes. Lo primero, narrado en segunda persona a modo de voz en off que completan los pensamientos del protagonista y dan detalles de su vida, alcanzan momentos sumamente emocionantes e identificativos que obligan a retroceder la lectura para embriagarse de sentimiento puro, eso que obliga a leerla en voz alta, esa musicalidad que lleva a la trascendencia mientras notas como se te ponen los pelos de punta. Y lo segundo, como lecciones y sentencias vitales que hace cercano lo leído como aquello que al menos todos hemos escuchado alguna vez en la vida.

Más valores los encontramos en la cotidianeidad combinada con los escenarios donde se desenvuelve este mosaico de historias breves. El día a día de las calles de Sao Paulo, el tráfico, el campo, los hogares, una taberna, un teatro, el hospital… todo Daytripper es un tour de la capital brasileña con sus paisajes y personalidades.

El dibujo encaja a la perfección con el tono y sentido del comic. Es un trazo ligero, a veces disperso y otras firme con predominio claro de la expresividad natural del ser humano para dar credibilidad al desarrollo personal de cada individuo y así alcanzar el realismo necesario para que cada viñeta cuente. Además, al no ahorrar en fondos y detalles externos, hace el desenvolvimiento de estos de forma creíble y orgánica, como si estuviéramos ante un reality serio y responsable de la vida de Brás.

Daytripper es melancólica pero optimista a la vez, es el diario íntimo de nuestros momentos más relevantes, esos que provocan enfocar la vida de determinada manera, pero a su vez es la retrospectiva en esos segundos que lo cambiaron todo y que conlleva la pregunta de ¿y si hubiera tomado esta u otra decisión? Es la casilla del tablero donde el dado del destino te ha colocado, donde uno se pregunta qué ha aprendido de la vida. Todo ello gracias a este vaivén temporal donde la decisión posterior deroga la anterior. Si al final uno retrocedería para cambiar las cosas aún a costa de lo que te ha hecho brevemente feliz a posteriori. Daytripper es la traslación gráfica a la respuesta que obtenemos entre llanto y alegría, que por muchos golpes que nos de la vida, lo importante son los momentos, breves o no, en que uno se siente bien, realizado, con dicha, la euforia pasajera donde todo ha valido la pena y la asunción de los baches que el instinto de supervivencia natural, familiar y social te obliga a aceptar para seguir adelante.

Daytripper es un comic redondo, auténtico, verdadero. Una ejecución híbrida de cabeza y corazón, una aspirina de vitalidad y esperanza.

Daytripper nº 1-10 USA, Vertigo/DC Comics. Daytripper, ECC Ediciones. Cartoné. Color. 272 pags. Fecha de edición: junio de 2016.