Crítica: «Convergencia 2(de 2)», un giro de 360º
Resumen de la Crítica
General
Guión
Dibujo
Personajes
Historia
Edición
Solo para fans
El final de una serie innecesaria, desconcertante y poco trascendente.
Telos, el planeta viviente encarnado en esbirro de Brainiac ya no es el enemigo a batir… Deimos se yergue como la auténtica amenaza que acabará con el Multiverso DC si los héroes de las distintas realidades no lo impiden. Muchos personajes entraban en acción al acabar el anterior volumen, todos ellos de aparente importancia capital… pero solo aparente: Warlord casi mejor no hubiera irrumpido, Brainiac no termina de estar y los supervivientes de Tierra 2 tampoco parecen ser la solución.
El segundo y último tomo de Convergencia publicado por ECC recoge los números 5 a 8 de la edición original, a cargo de Jeff King y Scott Lobdell al guión y de Andy Kubert, Ed Benes, Eduardo Pansica, Aaron Lopresti, Stephen Segovia, Carlo Pagulayan y Ethan Van Sciver en el dibujo. Estos son los encargados de finalizar el evento más insustancial, innecesario y prescindible del nuevo Universo DC.
Podéis repasar la crítica al primer tomo para poneros en antecedentes, aunque este evento trata básicamente de reducir todos los Universos existentes a uno solo, siendo seleccionado a través de una lucha civil entre ciudades, entre las mismas ciudades de los distintos universos. El ganador de esta «guerra» será el que sobreviva. Un poco lío, si. Telos, el encargado de arbitrar las batallas, es sustituido en algún momento por Deimos, que aspira a destruir todos los Universos para recrearlos a su antojo y ser el dios omnipotente. Enfrente tendrá, como no podía ser de otra forma, a los héroes de todas las Tierras.
Quizá este argumento, bien llevado y bien dibujado pudiera dar para conformar un producto entretenido… pero es tal el caos en el que nos sumerge que aparece todo emborronado y contado a medias. Cuando parece que la acción va a estallar por fin, algo sucede que congela la inminente batalla y nos deja con una sensación de profunda insatisfacción. Y esto sucede más de una vez! Dobles páginas plagadas de personajes a punto de partirse las caras… que nunca llegan a cruzar un tortazo. Ni un rayo. También tenemos la clásica intervención de Flash (o de las distintas versiones de Flash) dispuestos a sacrificarse para salvar la situación… y otro chasco. Una y otra vez parece que van a llegar momentos de impacto… y no llegan nunca. Eso se lo guardan para algunas de las series tie-in que acompañan estos meses a Convergencia… un truco manido.
El final es una gran pompa de jabón, en el sentido de que todo estalla pero ese estallido es inofensivo y cobarde, pues nada cambia ni transforma. Bueno, algo sí, pero no esperéis cosas radicales ni muertes impactantes como la del mencionado Flash en Crisis Infinitas… ni siquiera muertes de esas de pega, de esas en las que los personajes resucitan a los pocos meses.
Un evento intrascendente que casi parece una imposición a los autores por parte de la editorial. Al menos nos deja algunas páginas salvables multitudinarias, splash-pages repletas de personajes carismáticos y queridos y nos rescata a otros entrañables, añorados y a los que se les puede sacar (confiemos) mejor partido, como Hal Jordan, decisivo en esta serie.
La acción no abunda, sirviendo esta serie como muestra de lo que podemos encontrar en los mencionados tie-in, y con esto se consigue el efecto de tener todo contado a medias y de que la conclusión, lo único que realmente sucede en estas páginas, queda totalmente explicado. Y ya de paso explican en tres páginas toda la historia del Universo DC, incluso el pre-crisis. Es curioso comprobar como casi no cuentan nada a lo largo de ocho números, pero son capaces de sintetizar casi un siglo de cómics en tan solo unas pocas páginas.
Una serie que sirve, al menos, para allanar y cimentar el Multiverso DC para las próximas décadas. Todo sigue igual.