Crítica: «Conan, el bárbaro. Integral 4», de Pirata a Rey.

Quedó atrás la larga saga La reina de la Costa Negra que concluyó con el número 100, justo donde Roy Thomas pensaba abandonar la serie. Pero el escritor estaba demasiado ligado a Conan el bárbaro y pospuso su marcha hasta el número 115… volviendo posteriormente en alguna ocasión (como en el caso de los Anuales, de los que él mismo se encargó y de los que hablamos abajo)

La colección se caracterizaba desde su número uno en ser una aventura continuada, una historia que recorre las andanzas del cimerio y cuenta sus aventuras, casi como un diario de viaje desde su juventud. Esto la diferenciaba de su otra serie paralela (La Espada Salvaje) y también de Conan Rey. Sin embargo, en este tomo daremos un primer vistazo a ese Conan maduro transformado en monarca.

Esto es precisamente lo que encontramos en este volumen cuatro de Conan el Bárbaro Integral publicado por Planeta Comics: las últimas aventuras escritas por Thomas, las llegada de J.M. DeMatteis y unos Anuales dignos de ser leídos.

Roy Thomas continúa tras lo sucedido con Belit de una manera singular: convierte a Conan en jefe de la tribu de los Bamulas y le hace vivir siniestras aventuras en un entorno selvático y salvaje en los que aparecen, incluso, vampiros. Hasta el número 115 da la impresión de tener a un Roy Thomas cansado, deseando dejar este largo proyecto y dedicarse a otras historias. Y aunque la calidad del cómic no cae en picado, sí se nota ese agotamiento y falta la chispa que tuviera antaño. Por eso la llegada de un nuevo guionista, con todos sus problemas, es un acierto en la colección.

Llega J.M. DeMatteis, al que posteriormente adorarán los fans de la Liga de la Justicia por su inolvidable etapa junto a Keith Guiffen y Kevin Maguire. En Conan entra con miedo, consciente del trabajo monumental realizado por Thomas, y preocupado por no estar a la altura. Si bien es cierto que sus guiones son más fantásticos y exagerados, abusando de monstruos imposibles y viajes por el tiempo y el espacio, de caballos voladores y estereotipadas princesas… hay que reconocerle el esfuerzo por continuar en un entorno familiar y no abandonar la «historia río» que mantenía Thomas. Para ello rescata antiguos personajes, como la impredecible Jenna, que aparecía en los primeros cómics de la serie. También nos regala otros nuevos que pasarán a formar parte de la vida de Conan, como el gigantesco Atreah o aquel emisario de Erlik, Vonnhdar, en la inolvidable La Mano de Erlik. En conjunto, DeMatteis entra en esta serie de una manera demasiado exagerada, pero logra hacerse con el pulso de las aventuras.

Y para que todo funcione cohesionado contamos con un nombre irreemplazable: John Buscema. Dueño y señor de la serie, la hace suya y su iconografía se liga, ya para siempre, con este universo de guerreros y magos. Su sello es impecable y ya imprescindible y, por muchos entintadores que modifiquen sus trazos, estos permanecen siempre con la fuerza y carácter del autor. Ernie Chan es el encargado de rematar los lápices del autor en la mayoría de ocasiones, pero cuando algún otro artista lo sustituye… descubrimos auténticas maravillas. Para empezar, un número entintado por Neal Adams. Poco más se puede decir de la combinación artística de estas dos leyendas que hacen de la aventura «El que repta en la niebla» un delirio visual. Destacar también los episodios entintados por Bob Mcleod, que suavizan los trazos y las formas sin restarle espectáculo y oficio… incluso aportando más dinamismo. El aspecto artístico en esta época de la serie es, sin duda, legendario. Algunos de los nombres más importantes, de autores que han pasado a la posteridad como genios de esta industria, participaron aquí.

El volumen se completa con tres Anuales, cómics de mayor extensión que aparecían anualmente (de ahí su nombre) y contaban historias complementarias. De ellos se encargó, como no, Roy Thomas. Aprovechó para contar aquellas historias de Howard que habían quedado fuera de la serie durante su estancia como guionista. Y esas eran precisamente las narraciones de Howard que mostraban la madurez de Conan, cuando fue rey de Aquilonia. Estos anuales sirvieron, además, como prólogo a la colección Conan Rey… y contaban con todo lo bueno que Thomas y Buscema eran capaces de dar. Se trata de los anuales 2, 4 y 5.

La historia del anual 2 es la misma que sirvió de base para el guión de la película Conan el destructor, de vergonzoso recuerdo. Vamos, que ojalá hubieran cogido fielmente este guión para realizar la película… no hubiera salido el esperpento que salió. Lo que ahí se cuenta es la propuesta que un hechicero le hace a Conan: devolverle la vida a Belit a cambio de acabar con un hechicero rival. Sin embargo, el precio a pagar por recuperar a su amada es demasiado alto… Los anuales 4 y 5 son aquellos que nos cuentan los primeros años de Conan como rey y, sobre todo, la llegada de Zenobia y su posterior boda con el ahora Rey Conan, convirtiéndose en reina de Aquilonia y personaje imprescindible. La vida en palacio, con sus conjuras y traiciones, sus guerras y política, se puede seguir en la serie hermana que también publica de manera integral Planeta Comics.

Este cuarto volumen supone, por tanto, el adiós de Thomas como cerebro de la serie, dejándola en manos de otros creadores que, con el tiempo, harían que la popularidad de la colección cayese en barrena. Y pese a todo, nos quedan muchas buenas aventuras que correr junto al bárbaro personaje… eso será en los próximos volúmenes que, por supuesto, traeremos por aquí.

• Conan Integral 4. Planeta Cómics
• edición original. Conan the barbarian núms. 92. 101-126. Conan the Barbarian Annual 2. 4-5. Marvel Comics
• cartoné. 704 pp. color. 35 €